Fotos: Christian Suárez Castro
Al actual equipo de Alma Mater, ese bando de gente del alma hiperactiva, le ha tocado tiempos difíciles. Apenas comenzaba su aventura cuando sobrevino una pandemia, que obligó a buscar nuevas formas de entrevistar; la crisis trajo escasez de papel, y leer las ediciones impresas se convirtió en reminiscencias de otro tiempo.
Sin embargo, Alma Mater se coló en mi rutina como nunca antes en mis tres años universitarios, en la mía y en la muchos otros. ¿Por qué? Te lo cuento en fotos.
Me aferro a los últimos números que conservo en físico, los releo a ratos. Los recomiendo al resto de inquilinos de la casa, que en otro tiempo quizá no me prestarían atención. Son tan escasos estos meses que los guardo cual reliquias.
Mientras la cantidad de versiones impresas baja, los números en las incipientes redes crecen y crecen. Cuando me uní al primer grupo de AlmaMaterFlash en WhatsApp llegar a tener más de 10 era un sueño compartido que hoy veo realizado. Las conferencias de prensa, ¿quién no quería saber sobre la Covid? Pero, ¿y si quería dormir un poco más? Pues nada, mi problema estaba resuelto, sabía que Alma Mater me traería el resumen sin fallos, da igual si era en WhatsApp o en Telegram, ahí estaría.
¿Cuántas veces nos preguntamos, como en un monólogo, qué pasaría con nuestro curso escolar? Pues la gente del alma me ha dado la respuesta. Me ha dejado sentarme a conversar, desde la tranquilidad de mi terraza, con la viceministra de Educación Superior. Le ha hecho las preguntas que yo haría. Ha sabido decirme lo que necesito saber, como si de una conexión telepática se tratase.
Un ordenamiento económico los hizo posar su mirada más profunda en la situación del país, la que todo su equipo también siente y padece, y resumía las Mesas Redondas que a mí se me pasaban.
Pero, a veces las preocupaciones son tantas que quiero relajar, refrescar, y acompañar el café con algo que me aleje del mundo loco que me ha tocado vivir. Y, ¡Vaya suerte! Ahí ha estado el Látigo, polémico a ratos, reflexivo muchas veces. Pero siempre ahí para mí.
Mis contactos en WhatsApp han visto la marca de agua de Alma Mater infinidad de veces. Aniversarios; celebraciones; el movimiento animalista y su nueva ley de protección animal; las Bitácoras del Alma; el azul de El rostro de los días y el espectacular dosier sobre abuso sexual; Échate esto en Facebook con los personajes del momento… no alcanzarían estas páginas para cerrar la lista de cuánto Alma Mater me ha dado esta cuarentena.
Digo, sin temor a equivocarme y asumiendo el romanticismo con que ahora hablo, que mi cuarentena ha sido más llevadera, en gran medida, gracias a Alma Mater y su puñado de gente del Alma.