Las ciencias sociales y humanísticas cubanas, arrastran ciertos desafíos que no son exclusivamente nuestros, y otros, que sí parecen tener sello de ciudadanía.
Algunos de esos retos tienen que ver con asuntos tales como: las relaciones entre política y ciencias sociales; las ciencias sociales y la cultura política, la coyuntura y el largo plazo en el análisis de las ciencias sociales.
A esos asuntos nos referiremos en otros trabajos, en éste abordaremos lo relativo al vínculo entre las ciencias sociales y las ciencias naturales y exactas, especialmente con las matemáticas.
¡Cuántos de los que ejercen su actividad en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, lo han seleccionado huyéndole a las llamadas ciencias naturales y exactas, en particular a las Matemáticas!
Si se trata de un profesor, trasmitirá esta herencia a sus alumnos, con la consiguiente reproducción en los mismos de la separación entre las ciencias y de otros prejuicios que nos aquejan. No poco de los que hoy sufrimos, viene de esos orígenes, así como también de considerar a las ciencias naturales y exactas, como las ciencias “duras”, por lo que el resto serían entonces las “blandas”.[1]
Resulta del todo imposible hacer esa clasificación, nada científica y bastante peyorativa, por cierto. Pero no creo necesario emplear tiempo introduciéndonos a fondo en una polémica sobre la validez o no de esta clasificación, aunque creemos que en general no es válida y mucho menos científica.
Sin embargo, de lo que sí estamos seguros, es de que ciencias como la Historia, la Economía Política, la Sicología o la Sociología, para sólo mencionar algunas de las más representativas y básicas, son más difíciles que algunas de las llamadas Ciencias Naturales y Exactas.
Entre otras importantes razones, porque se trata de ciencias más jóvenes, cuyo cuerpo de conocimientos se estructuró hace apenas 200 años; por no disponer éstas de un laboratorio construible de manera artificial, que les permita comprobar a escalas menores sus experimentos; por tener una gran relación con los problemas relativos a la conciencia y la subjetividad, así como un vínculo muy estrecho con la política y la ideología, asi como por exigir de una acumulación de conocimientos, investigaciones y comprobaciones múltiples, antes de producir un resultado que sea socialmente aceptable.
Pero, sobre todo, por no disponer, durante mucho tiempo, de una madurez y estructuración de la sociedad, que les permitiera el reflejo de manera coherente y el traslado de ese conocimiento al campo de la ciencia.
Las ciencias sociales a diferencia de las naturales, solo emergen, reflejando el conocimiento de la sociedad, cuando esta última ha logrado un nivel de madurez y universalidad, que le permita el reflejo subjetivo de las relaciones sociales y su conocimiento, en la superestructura. Dado que la ciencia no es más que el reflejo subjetivo, coherente, estructurado, de las relaciones sociales en la mente del individuo y en la conciencia social. Lo cual para las ciencias sociales solo se logra a partir del surgimiento del capitalismo, única sociedad, cuyas relaciones se universalizan de manera coherente y generalizada.[2]
Por el contrario, las Ciencias Naturales y Exactas emergieron antes y trabajan directamente con la realidad objetiva. Aunque ésta pueda no ser apreciable a simple vista. Lo cual solo se va logrando con el desarrollo de la tecnología, que ha producido el instrumental que permite penetrar en las características de la materia. Realidad objetiva que existe de manera independiente de nuestra voluntad y de la conciencia.
Es ya posible con relativa facilidad, dentro de un laboratorio, reproducir a escala, la actividad de la naturaleza y recopilar una información que nos permite adelantar los posibles resultados de un experimento, antes de que éste sea llevado a escalas mayores.
Es por eso que estas ciencias reciben el calificativo de exactas. Su capacidad de pronosticar los resultados a obtener de sus investigaciones es muy alta, algo muy diferente a lo que ocurre con las Ciencias Sociales.
No quiere decir lo anterior, que las Ciencias Sociales y Humanísticas, no puedan también construir sus laboratorios (planes pilotos), pero se trataría de una muestra o segmento de la realidad misma y ello resulta mucho más complejo, sobre lo cual, no es posible continuar profundizando en el limitado espacio con que ahora contamos.
La responsabilidad exigida por la investigación en ambos campos de la ciencia, es igual de grande, pero la connotación de sus potenciales errores, es muy diferente.
No hay dudas de que, si a un ingeniero se le cae un puente o a un físico nuclear le falla un experimento, se podrían producir pérdidas materiales y humanas irreparables. Sin embargo, si un científico social comete errores al asesorar una política, sus consecuencias negativas no serían tal vez inmediatas, ni tan evidentes, aunque es probable que sus efectos puedan sentirse por un periodo de tiempo mucho más prolongado. Porque incidir de manera negativa sobre la conciencia de las personas, sus estados de ánimo y su pensamiento, es mucho más grave y duradero que las posibles incidencias sobre la naturaleza. Aunque influir de manera negativa sobre esta última, traería también consecuencias del mimso orden para el hombre. Ya que naturaleza, pensamiento y sociedad, forman una unidad indisoluble.
La ciencia en su desarrollo impone retos nuevos de manera continua. Tanto al campo de las ciencias como totalidad, como a la sociedad.
Ahora, por ejemplo, el desarrollo de la llamada Nanotecnología, nos permite conocer que no es lo mismo observar en el macro que al micro mundo. Ahora sabemos que un componente cualquiera de la “Tabla de Mendeleev”, puede variar sus propiedades, según se le estudie en la medida macro o en la nano, lo cual es un descubrimiento que tiende ya a revolucionar la ciencia, pero que también resulta un reto importante a enfrentar, no sólo científico, sino también social y ético. Sobre todo, si tomamos en consideración lo que eso representa, entre otros potenciales impactos, para los productores de materias primas de origen natural.
Otra de las manifestaciones de las diferencias en los distintos campos de la ciencia, es que, por ejemplo, un físico con un descubrimiento importante, puede obtener el grado de doctor a los 25 años; sin embargo, a un científico social ello le resulta prácticamente imposible. Y tal situación no puede ser equilibrada solo a partir de la capacidad individual, sino que tendrá que ser resuelta tomando como base el desarrollo de las propias ciencias sociales, sus instrumentos de análisis y la velocidad a la que viaja la información; aspecto en el cual, con el desarrollo de la informática, se ha permitido avanzar considerablemente.
Todas las ciencias han logrado avanzar mucho en el campo de la obtención y procesamiento de la información, pero para las ciencias sociales y humanísticas, dado el carácter de sus objetos de estudio, las Ciencias Informáticas han significado una verdadera revolución de sus posibilidades. Sin que podamos decir aún que hayamos alcanzado en Cuba, en las ciencias sociales, el más alto potencial de aprovechamiento que estas ciencias posibilitan.
Por otra parte, nuestras ciencias sociales enfrentan también el reto de la necesidad de prestar mucho más atención a sus cuerpos científicos básicos, como la Historia y la Economía Política, entre otras, tomando ejemplo de las ciencias naturales y exactas, que sí tienen una interconexión mucho mayor con sus ciencias básicas: ejemplo con las Matemáticas.
Entre las matemáticas, la física, la química y la biología y el resto de las ciencias naturales y exactas, no existe la desconexión con que frecuentemente nos tropezamos dentro de las ciencias sociales y humanísticas, con sus ciencias básicas y sus interrelaciones, a pesar de que en éstas el tratamiento holístico, multidisciplinario, interdisciplinario y transdisciplinario resulta muy necesario y se podría decir que es ineludible.
Es más fácil encontrar entre nosotros a un “científico social” que desconozca la Economía Política, e incluso sienta temor de acercarse al contenido de esta ciencia, que a un “científico natural” que soslaye a las matemáticas u otras de su campo básico.
Al parecer, esto tiene que ver con que un científico natural no puede sobrevivir, por ejemplo, sin las Matemáticas, mientras que un científico social cree que puede arreglárselas sin la Economía Política.[3]
Quiere decir, que hay una mayor conciencia de la conexión que existe entre ciencias básicas y el resto de las ciencias y entre ellas sus mutuas interrelaciones, en el campo de las ciencias naturales y exactas, que la que existe en el campo de las ciencias sociales y humanísticas. Lo cual representa un reto de consideración estratégico, porque descuidar a las ciencias básicas, en cualquier campo de la ciencia, es como descuidar la piedra angular del edificio de las ciencias y más que ello, su necesaria retroalimentación con los procesos dialécticos de integración y desintegración del conocimiento científico, investigación, reproducción y aplicación de la ciencia.
Dice el filósofo ruso A. Meliujin, que la ciencia avanza vertical y horizontalmente en un proceso dialéctico indetenible. En el indetenible proceso de integración y desintegración.[4]
No es posible entonces, avanzar en el conocimiento científico, si no es retroalimentando continuamente los campos básicos de la ciencia, las que a su vez reaccionarán produciendo nuevos conocimientos fundamentales. Además, porque estos campos básicos o llamadas ciencias básicas, constituyen la piedra angular de la formación científica de aquellos que después, al arribar de las universidades a los centros de investigación, se dedicarán al trabajo científico; siendo aquí entonces donde brotarán las deficiencias en su formación básica, dificultando avanzar en el campo concreto de investigación seleccionado.
Salta a la vista, entonces, la importancia de la correlación entre investigaciones fundamentales y las aplicadas, cosa ésta que comprenden muy bien los científicos de las ciencias naturales y exactas, pero aun insuficientemente los de las ciencias sociales y humanísticas. Esta comprensión se complica aún más, debido a que hasta hace poco tiempo, se cometían con frecuencia, en nuestra política científica, dos errores básicos: realizar en el campo de las Ciencias Sociales y Humanísticas sólo investigaciones aplicadas; o en ocasiones, poner a estas últimas sólo como simples complementos prácticos de las investigaciones a realizar en otros campos de la ciencia. Ignorando que, en las ciencias sociales y humanísticas, también se hace indispensable una adecuada correlación entre las investigaciones fundamentales y aplicadas. Y que las ciencias sociales y humanísticas pueden complementar los resultados obtenidos por otras ciencias, sólo si ellas mismas participan, desde el principio, en la concepción y planeamiento de las investigaciones. Pues, tienen las ciencias sociales y humanísticas tanta personalidad, como las otras ciencias, para concebir y desarrollar sus propias investigaciones, básicas y aplicadas.
Un aspecto específico dentro del cual se ponen de manifiesto, con especial agudeza, los fenómenos arriba mencionados, es en el de las insuficientes relaciones existentes aun entre las ciencias matemáticas y las ciencias sociales y humanísticas, lo que es una de las razones por las cuales, por ejemplo, la modelación política, la lingüística matemática y otras disciplinas, en las que las ciencias sociales y humanísticas utilizan hace ya mucho tiempo a las ciencias matemáticas, presentan tan poco desarrollo en nuestro país.
Ello tiene no poca relación con los prejuicios que se desarrollaron en los ex países socialistas, la URSS en particular, donde las aplicaciones matemáticas a las ciencias sociales, durante mucho tiempo, no gozaron de simpatía; particularmente, la Modelación Económico-Matemática, que se consideraba un mero intento por introducir el análisis marginal neoclásico burgués en el campo de la economía política. Similar prejuicio existía con la Sociología, que fue considerada durante mucho tiempo, solo como una simple respuesta al Materialismo Histórico.
Estas situaciones, por suerte, ya han sido superadas en nuestro país, pues trajeron como resultado, entre otros, un modo de abordar los problemas sociales en Cuba, a partir de modelos de análisis con muy poca o ninguna relación con nuestras realidades concretas y sus expresiones subjetivas.[5]
No puede olvidarse que el socialismo es concreto, por lo que no admite el traslado de modelos analíticos, que nada tienen que ver con la sociedad específica que se desea construir en nuestro país.
Por otra parte, durante mucho tiempo, en Cuba no fuimos partidarios de investigar fenómenos de nuestra realidad que, según criterios prevalecientes, no tenían cabida en Cuba, tales como, prostitución, drogas, racismo, homosexualismo, homofobia, etc. La crisis económica de finales de los ochenta y principios de los años noventa, contribuyó mucho a variar y esclarecer estas concepciones y criterios.[6]
De modo que las Ciencias Matemáticas tienen hoy en Cuba una más amplia utilización, aunque sólo en ciencias como la Economía, la Sociología, la Psicología la Demografía y la Geografía, entre otras. Mientras que, en la Historia, las Ciencias Jurídicas, la Filosofía y las Relaciones Políticas Internacionales, apenas se aplican algunos instrumentos estadísticos.
Se hace necesario, por lo tanto, valorar el desarrollo de las ciencias sociales y humanísticas hoy en Cuba, no sólo por sus resultados, sino también por el despliegue de sus capacidades, para apropiarse de los adelantos científico-técnicos que se hayan obtenido en otros campos de la ciencia, poniéndolos al servicio de la investigación de la sociedad cubana.
En particular, también, por la capacidad para utilizar a las Ciencias Matemáticas como instrumento de prolongación de las capacidades analíticas de las ciencias sociales y humanísticas.
En este campo es mucho lo que debemos aprender aún de las llamadas ciencias sociales burguesas, amén del carácter a veces un poco árido y superficial, que adoptan en las mismas sus formulaciones y aplicaciones matemáticas.
Ese criterio que tienen algunos físicos -aunque no son los únicos- de que todo el análisis debe terminar siempre en un número, en una cantidad, puede ser muy válido para esa ciencia, e incluso, para el resto de las ciencias naturales y exactas, pero no necesariamente para las ciencias sociales y humanísticas, en las que las ciencias matemáticas, presentan todavía un muy limitado campo de aplicación, al menos en nuestro país.
Decía ese genio mundial, que respondía al nombre de Albert Einstein, que “… no todo lo que cuenta puede ser cuantificado, ni todo lo cuantificable cuenta…”: aunque es cierto que la cantidad es lo que cuestiona y transforma la calidad, trocándola a veces en su contrario y por eso la cuantificación es tan importante. Sin embargo, ello no quiere decir que esa sola (cuantificar) sea la función de las Ciencias Matemáticas, ya que ellas no tienen que ver sólo con la cantidad y pueden jugar un papel fundamental como instrumento de análisis de las ciencias sociales y humanísticas. Las ciencias matemáticas ofrecen una capacidad analógica y cualitativa, que no puede ser despreciada por las ciencias sociales y humanísticas.
No basta con utilizar a las Matemáticas como simples “pinceles” de pura ilustración cuantitativa, sino que, sobre la base del conocimiento a fondo del objeto de investigación y con una formación matemática adecuada, le es posible al investigador detectar aquellos algoritmos, conexiones, isomorfismos e interrelaciones, biunívocas o no, dentro del objeto de estudio, que le permiten determinar en qué momentos o planos del análisis ésta ciencia puede desempeñar un papel importante como instrumento de prolongación de las capacidades analíticas y metodológicas de las ciencias sociales y humanísticas. Único modo, en que el método dialectico de investigación puede avanzar.
La abstracción es, y será aún, el método por excelencia de las ciencias sociales y humanísticas, pero auxiliándose de las Ciencias Matemáticas, es posible descubrir conexiones dentro de los fenómenos estudiados, que nos pueden aportar mucho para lograr resultados, que sólo un análisis cualitativo puro no aportaría. Se trata de la relación entre lo cuantitativo y lo cualitativo, que se expresa aquí con particular fuerza. Cualidad y cantidad no están separadas, forman parte del mimso entorno natural y social.
El comportamiento de la relación entre cantidad y calidad, en las ciencias sociales y humanísticas, está determinado por el campo específico de su aplicación. El potencial cuantitativo no absolutizado del análisis deviene en un instrumento que sirve para descubrir nuevas cualidades. Se trata de la ley de la transformación de la cantidad en calidad y viceversa, o llamada ley de los cambios cualitativos y cuantitativos.
Considero que las propias leyes matemáticas toman sus expresiones particulares en el campo de las ciencias sociales y humanísticas. Ningún instrumento lo es por sí mismo, sino por el campo de su aplicación; es el campo concreto de aplicación, lo que hace del instrumento lo que es, y así creo se comportan las ciencias matemática dentro de las ciencias sociales y humanísticas.
No hace mucho discutíamos con los físicos en nuestra Universidad sobre estos problemas y se ponía de manifiesto la limitación de que para ellos el análisis matemático significa que todo debe terminar en una cantidad, en un número.
Algunos matemáticos y físicos con los que hemos hablado, comprenden esto bien, pero otros tienden a pensar que las leyes matemáticas y sus principios, por ser “simplemente” universales, no pueden sufrir ninguna modificación en sus formas de expresión.
Es cierto que se trata de principios universales, pero esa universalidad es sumamente compleja, teniendo variados campos específicos de manifestación. No es lo mismo la sociedad que la naturaleza. Pero, además, porque dialécticamente la cantidad se niega reafirmándose y se reafirma negándose, pues el universo es uno solo, pero extraordinariamente complejo y diverso al mismo tiempo. Y el proceso de su conocimiento es infinito. Siempre será más lo por conocer, que lo conocido.
En cuanto a la morfología, las ciencias matemáticas, cuando son aplicadas a otros campos del conocimiento tan diferente al de las ciencias naturales y exactas, como lo son los del campo de las ciencias sociales y humanísticas, estas producen fenómenos, formas de manifestación de sus leyes y de sus principios generales, que en el campo de las ciencias naturales y exactas, a veces, no tendrían sentido, pues se trata de formas de expresión, cuyo significado solo podría hallárselo un científico del campo concreto de investigación social en que están siendo aplicadas.
No es algo posible de discutir a fondo, en el breve espacio de este artículo, pero defendemos la tesis de que las ciencias sociales y humanísticas en Cuba, tienen mucho que decir aún en el campo de la aplicación de las Ciencias Matemáticas, a sus objetos de investigación; que van desde el hecho de que las relaciones económicas no están situadas exclusivamente en el primer cuadrante del eje de coordenadas, hasta el que una variable -dependiente e independiente al mismo tiempo- puede reaccionar sobre sí misma. Lo que visto de manera puramente matemática podría parecer un absurdo, pero que, por ejemplo, en el campo de la Modelación Política, podría tener total sentido.
Pueden surgir nuevos aportes a las propias Ciencias Matemáticas, cuando éstas son aplicadas a los fenómenos sociales. Lo cual no hace sino poner de manifiesto, que, en definitiva, la ciencia es una sola -y diversa al mismo tiempo-, por cuanto todos los resultados de la ciencia va a dar al mismo lugar: el hombre, su entorno natural y social y el campo de su subjetividad; reafirmando que, si el universo es uno solo, la ciencia también lo es; pues las ciencias particulares y sus múltiples aplicaciones e interpenetraciones, no son más que planos del conocimiento de la realidad y de la subjetividad que siempre le acompaña.
Son muchos los retos que aún enfrentamos, pero con lo dicho hasta aquí, creo que se hace necesario reaccionar sobre los currículos de nuestros procesos de formación académica, en particular dentro de las ciencias sociales y humanísticas, para comenzar a resolverlos. Asunto al cual nos referiremos en el contexto de un próximo artículo.
Marzo 1 del 2021.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] Se trata incluso de un prejuicio que ha estado durante años muy presente en la propia vida Universitaria en nuestro País., (Nota del Autor).
[2] Solo con la aparición del Capitalismo, que da coherencia y sistematicidad a las relaciones sociales, generalizándolas y universalizándolas, se hace posible la aparición de las Ciencias Sociales. (Ver: Carlos Marx, Prologo de la Contribución a la Crítica de la Economía Politica).
[3] En Cuba, este resulta ser un asunto aun no resuelto. Lo cual crea una gran dispersión y debilidades en los resultados de las ciencias sociales. Qué no se entrelazan lo suficiente para producir el conocimiento científico. Lo que hace que nuestras investigaciones en este campo, sean menos efectivas, al enfocar los problemas sociales y su solución.
No ocurre lo mismo con las ciencias naturales y exactas, en las que la investigación ha avanzado mucho, nutriendo a sus ciencias básicas y produciendo resultados que son más integrales. De modo, que las ciencias naturales y exactas, han avanzado mucho más, acercándose a las ciencias sociales, que lo que estas últimas han avanzado acercándose a las naturales y exactas. De lo cual es clara expresión, lo lejos que están aún nuestras ciencias sociales y humanísticas, en la utilización de las ciencias matemáticas. (Nota del Autor)
[4] Meliujin, autor de Desintegración e Integración de las ciencias. Obra importantísima para abordar los problemas metodológicos de las ciencias Sociales.
[5] Esto tuvo lugar cuando se consideraba que el llamado Comunismo Científico era la base la investigación marxista en las ciencias sociales cubanas. Situación heredada de la formación de muchos cuadros profesorales y estudiantes en la antigua URRS Situación que poco a poco hemos venido superando.(Nota del Autor ).
[6] Esto, por supuesto, yo lo considero como una herencia de nuestra relación, en particular, con la URSS, donde el PCUS, no permitia estas investigaciones, pues las misma, lejos de servir para conocer a fondo la sociedad cubana, eran consideradas investigaciones para desprestigiarla. Lo cual sirvió también para sembrar prejucios y limitaciones, para intercambiar con otros científicos fuera del Campo Socialista. A lo que se agregaba el desprecio por lo que se desarrollaba en el campo de las ciencias sociales burguesas. Mostrando claramente, que las ciencias sociales burguesas no pueden ser menospreciadas. Dado que, en última instancia, la ciencia es una sola, dependiendo solo de para que se le utilice. (Nota del Autor).