SOMOS es un reencuentro con nuestras raíces y ancestros africanos; un viaje al paraíso espiritual de aquellos hombres y mujeres que fueron arrancados de sus tierras nativas y traídos a la nuestra por la fuerza, sin otras pertenencias que no fueran sus memorias, ritos, cantos, lenguas, bailes y religiones.
Pues, como expresó el sabio cubano Don Fernando Ortíz: “El infeliz esclavo fue traído desnudo a Cuba. Todo tuvo que dejarlo en su tierra nativa, no trajo nada material, todo lo que traía lo traía por dentro”.
El antropólogo Jesús Guanche en su texto para el catálogo de la exposición, expresa: “el título de la muestra evoca simbólicamente el comienzo o el final de los ritos del palo monte, una de las expresiones de la religiosidad popular más antiguas en Cuba, donde el tata nganga pregunta: ¿Somos o no somos? Y con toda confianza y certeza, quienes le acompañan responden: ¡Somos!”.
El propósito esencial del proyecto fue y es, rendir homenaje al valor y la fuerza de tantas mujeres y hombres que han tenido que luchar contra los demonios para llegar a ser quienes son, y así, darnos una lección de vida. Mis respetos para todos ellos, porque han sido siglos de lucha desigual, sensible y silenciosa, en la que de muchos modos esos valientes han sabido ganar y perder, dándonos así otra lección de vida: la de no claudicar.
En mi búsqueda, que comenzó en Guanabacoa en el año 2010, fueron apareciendo esos rostros que desde el principio me cautivaron, como también la espiritualidad, los atributos, santuarios y rituales. Un mundo real maravilloso que siempre me sobrecoge e inspira.
En Guanabacoa conocí a Enrique Hernández Armenteros, “Enriquito de La Hata”, sacerdote bantú, por aquel entonces de 90 años, quien además de un largo historial en la práctica de las religiones cubanas de origen africano, poseía un enorme carisma y una sabiduría que desbordaba en tertulias y rituales. A su memoria está dedicado el proyecto.
Guanabacoa es uno de los sitios de la geografía cubana con mayor arraigo de nuestra herencia africana. Allí la religiosidad habita hasta en las piedras. Después la mirada rebasó las fronteras de ese legendario poblado de La Habana para adentrarse en otros sitios de la geografía cubana: Regla -cuna de los Abakuá-, Centro Habana, el Cerro, Párraga, Marianao, Orozco, Jagüey Grande, Cárdenas, Perico, Agramonte, Palmira, Trinidad y Santiago de Cuba, entre otros.
Y puedo asegurar que, más que un viaje, es un camino que no terminará porque lo maravilloso es viajar, encontrar en el recorrido las esencias de la vida, lo que habita entre nosotros y en el más allá.
Valga la efeméride para rendir tributo a nuestros ancestros y a sus descendientes, y para recordar las palabras que pronuncié el 23 de septiembre de 2011 durante la presentación de la exposición «Afrodescendientes, Guanabacoa – Cuba» en la Fototeca de Cuba: «Dios, Abasí, Olofi, Olddumare, dadnos viento y alas para jamás sentirnos ni vencidos ni solos, para vivir con fe y claridad por muchos años, y junto a nuestros hermanos – todos de la misma raza: ni blancos ni mulatos ni negros, ¡seres humanos! – cultivar virtudes, empeños y esperanzas».
Fotos: Roberto Chile
(Tomado de Resumen Latinoamericano)