Por Dailene Dovale
Es domingo, 15 de agosto. Diana Rosa Schlachter Piñón — dicción cuidada, estilo ponderado, palabra certera — nos cuenta, en su Observatorio Científico, sobre cómo una pandemia transforma la vida y las sociedades en distintas épocas. El set tiene la iluminación adecuada y destacan los tonos sobrios en los muebles y en su vestuario. Desde el hogar, sentados frente al televisor, intuimos su esfuerzo, en un contexto marcado por el SARS-CoV- 2 y la desinformación. Entre tanta noticia falsa, Diana Rosa devino voz necesaria para guiar y explicar asuntos antes ajenos a nuestras conversaciones.
Pasión y perfeccionismo, confirma su esposo Pedro Luis Landestoy. “Ella es una mujer abocada a los detalles, a lograr una obra lo más perfecta posible. No descansa, no cierra, no deja de batallar mientras ella crea que exista algún elemento, un punto, algo que no haya quedado lo suficientemente perfecto, inmejorable. Eso es en todo punto de vista, desde la investigación, la forma de comunicar, el tema gramatical, la redacción, la entonación, la manera, el lenguaje no visual, hasta la realización audiovisual.
“Mi esposa es una persona que le dedica muchísimo tiempo a toda esta parte de la realización audiovisual; de poder explicar, a través de imágenes y sonido, estos temas tan complicados y tan difíciles que ella aborda para el público general. Es una mujer total y absolutamente apasionada por su trabajo, con una vocación inmensa que no descansa. Ella a su trabajo puede dedicarle la vida”.
— ¿Cómo es Diana Rosa fuera de cámaras?
—No hay mucha diferencia porque afronta de igual forma todos los problemas de la vida, tanto sus relaciones familiares, sus padres o conmigo. Siempre busca la perfección.
Convertir la sala en un estudio. Un estudio no insonorizado vuelve susceptible la grabación a ruidos del barrio, a la música, las conversaciones… A veces necesitó grabar otra vez. Repetirlo todo. A pesar de ello, su trabajo no sufrió, ni perdió calidad, ni cambió la entrega de Diana Rosa. Ella, en medio de todo, investigó, consultó sus textos con especialistas, o a sus propios amigos, para limar alguna idea poco comprensible. Entendió que, si antes era importante hablar de ciencia, ahora resultaba imprescindible.
Escena 2. Un camino largo ¿y tortuoso?
El lunes 7 de septiembre, Diana Rosa anda impaciente, o eso parece, cuando nos recibe y nos guía directo al baño para disminuir las posibilidades de contagio de la COVID-19. Aquello que predica en cámara — higiene extrema, la necesidad del distanciamiento social — lo cumple fuera de ella. Nos recibe en un espacio acogedor, su sala-set de grabaciones en los muebles beige ya familiares. Su tono de voz se mantiene casi idéntico, profesional, a veces algo distante. Por momentos, parece que brinda una conferencia en lugar de responder un cuestionario.
“De alguna forma me formé en ese ambiente de ciencia”, declara y acota enseguida la influencia de su madre científica y su padre periodista especializado en esos temas. Ella se reconoce heredera de una vieja lucha por posicionar el Periodismo Científico, sobre todo en la televisión.
“Es un esfuerzo constante por colocar la ciencia en los medios, para que esté presente con la sistematicidad que requiere y con el rigor necesario, porque acercarse a los temas científicos requiere conciencia, mirada crítica y comprensión de la ciencia y la tecnología como procesos sociales. No es un asunto noble, lindo y suave, sino para retarse. Por lo general son temas polémicos, controvertidos, porque están mediados por factores económicos y políticos. Es preciso entender el universo científico en su complejidad”.
Ella habla con una calma inquieta. Debajo de sus palabras, dichas con sumo cuidado, corre un torrente de historias, de preocupaciones, de días y noches pensando en su trabajo. ¿Cómo contar mejor la historia? ¿Cómo gestionar recursos tan necesarios en materiales audiovisuales?
“La televisión lleva muchos recursos, a veces se dificulta por faltar un equipo de trabajo que no existe. El primer Resumen Anual de Ciencia (2017), por ejemplo, surgió de la colaboración con Prensa Latina y salió adelante. Poco a poco, se ha abierto un camino para la ciencia. Ahora necesitamos que ese camino no se transite con pocos pasos, necesitamos más periodistas involucrados en el Periodismo Científico”.
Escena 3. Periodista y maestra
Sábado, 11 de julio, 2020. Recibo un mensaje de Iramis Alonso, directora de Juventud Técnica, con una propuesta de entrevista de personalidad a Diana Rosa. El jueves anterior fueron públicos los resultados del Concurso 26 de Julio de periodismo. Ella resultó mención en el Premio Especial sobre la COVID-19 en TV. El jurado confirmó la calidad de sus creaciones. Entre ellas destaca el excelente empleo de recursos audiovisuales, infografías y el manejo acertado de fuentes especializadas.
Un reconocimiento no cambia su forma de ejercer y vivir el periodismo. Es si acaso un aliciente menor, en comparación con la necesidad real que existe de explicar y abordar estos temas en todos los medios posibles, inclusive en las redes sociales con sus eternas polémicas.
“Cambió el interés de las personas y es una oportunidad para que las personas cuenten con las ciencias y con el Periodismo. Tenemos mucha información valiosa en los medios, pero a veces las personas necesitan no solo la noticia o la historia de vida, sino una explicación para identificar lo que sucede a su alrededor”.
Acepta la dificultad. No niega que sean temas difíciles y absorbentes. “Todo es lineal si tú aceptas un tema de manera superficial o si vas solo a la epidermis. Cuando empiezas a leer proyectos científicos, contrastar fuentes y a indagar en las revistas científicas, descubres muchísimas aristas, todo un universo”, confiesa, y aclara que sufre al exponer solo cinco argumentos, por cuestión de tiempo, cuando hay tantos otros.
Para Iramis Alonso, en Diana Rosa destaca lo singular de su presencia en la televisión cubana, una rara avis en temas científicos junto a Belkys Pérez Cruz y una continuadora de profesionales como Gladys Rubio.
El Observatorio Científico, además de contenidos comprobados y fuentes trianguladas, tiene un componente estético crucial. Si sus materiales fueran solo correctos, no esperáramos por ellos cada domingo. Son vitales la precisión, el uso de gráficas e infografías atractivas para narrar la ciencia desde el audiovisual con la belleza, meticulosidad y respeto que ello implica. El profe Eduardo Heras León nos repite en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso la importancia de tener piedad con el lector. Ella siente algo similar por sus televidentes y por ellos cuida que cada palabra e imagen sean justo lo necesario para informar y contar la ciencia. El resultado va hacia el equilibrio: ni falta de gracia, ni sensacionalismos fáciles.
“Ahora esperamos su Observatorio Científico, como antes sus Expediciones o La Fórmula de la vida, programas distintos dentro del panorama de la televisión. Ella está lista hace mucho tiempo para tener a su cargo un espacio de divulgación científico abarcador, con un respaldo productivo que esté a tono con el papel de la ciencia en nuestra sociedad y con las necesidades de formación de una cultura científica”, recalca Iramis, y yo confío en su juicio.
Diana Rosa es un referente para el Periodismo Científico en el audiovisual. No un referente lejano, cargado de la mística inalcanzable de los engreídos, sino al contrario, el tipo de maestro que enseña desde su propia práctica profesional y más que palabras duras o mordaces, aporta sabiduría, consejos, otra forma de entender y amar la ciencia. Son ejemplo de ello, su labor como tutora u oponente en ejercicios académicos de la Facultad de Comunicación (UH).
“Creo que he sido afortunada de haber conocido, compartido y trabajado tanto con su papá, Alexis Schlachter, como con ella. De tal palo tal astilla, dice el refrán, pero qué gusto para quienes hemos tenido la posibilidad de aprender de ambos. Y para cerrar decir que para el colectivo de JT (Juventud Técnica), Dianita, como le decimos, es una de nosotros. No es una colega de la televisión, es una hermana con la que compartimos ideas, sueños, a la que consultamos muchas veces y en quien nos apoyamos otras”.
Escena 4. No todo es rosa
— ¿A quién le interesa el Periodismo Científico? ¿Cuáles son los que van a trabajar en la web?
Nosotros, estudiantes de tercer año de Periodismo, estábamos colados en el Sistema Informativo para aprender de los periodistas en su hábitat natural: la redacción.
Aquellas preguntas venían de una mujer muy dulce. Recuerdo que sentí un poco de envidia de la gente que trabajaría junto a ella. Krystel Aspillaga, compañera de generación, es una de esas personas afortunadas, de las que aprenden al ver sus formas de investigar/realizar, sus maneras de contar.
“Recuerdo que una vez estábamos hablando y decíamos: la gente cuenta la ciencia como si todo fuera color de rosa y las ciencias tienen sus pespuntes grises y otros tipos de colores, que también hay que darlos. Hay mucho de periodismo crítico, hay muchos procesos por analizar, la ciencia transversaliza todos los sectores de la sociedad y hay que mirarla con ojo crítico”.
Krystell Aspillaga es una de sus aliadas en el intento de contar temas científicos lo más atractivos posibles. Narra los retos que enfrentan a la hora de trabajar en equipo, sobre todo cuando quien dirige es muy quisquillosa, no acepta un trabajo de baja calidad y se entristece ante un material defectuoso. Los ojos de Diana ante su propio trabajo son algo crueles. Si pudiera verse desde el punto de vista de Krystell notaría las metas alcanzadas. “Pero ella da muy poco valor a las cosas que ha hecho. Yo las veo muy grandes y otras personas también, pero ella no.
“Por otro lado es una persona muy receptiva, tranquila. Es una persona incapaz de maltratar a alguien, hacerle sentir mal. Ella es del lema de que para aprender no hace falta que te maltraten, ni que te hieran. Que te maltraten no significa que vayas a aprender. Dentro del colectivo de la televisión eso es muy difícil de encontrar. Agradezco tenerla como amiga, como jefa”.
Diana Rosa es además la jefa del Grupo Creativo Multimedia del Canal Caribe y desde allí aboga por nuevas narrativas, pensar el audiovisual más allá de las pantallas tradicionales. Como si ya no tuviera suficiente trabajo, lidera un equipo creativo y audaz.
“No es de las periodistas que todo el tiempo quiere estar en pantalla, ama mucho el Periodismo Científico. Le viene por genética. Su papá es periodista científico. Su mamá es de la Academia de Ciencias de Cuba. Ella ama la ciencia, pero de verdad, no por oportunismo”. En los últimos meses, los temas científicos entraron en la agenda mediática casi por obligación. Antes tenían un espacio menor. Empezaba a incluirse con mayor frecuencia debido al impacto de la ciencia en la economía del país, pero fue a raíz de la pandemia que ocupó espacios privilegiados. Mientras otros recién descubrimos estos temas, ya ella llevaba años de estudio y trabajo constante.
”Nunca la verás con algo escandaloso. Nosotros decimos en jarana que ella es mi madre y yo soy su hija porque nos parecemos mucho”.
Escena final
Amor. Las grandes obras humanas llevan consigo sentimientos potentes. Una periodista que ama la ciencia, digamos, no dejará sus afectos colgados en una esquina del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Los cargará en su bolso, lo llevará al hogar, influirá en sus conversaciones de pareja, en las películas y documentales a ver, en las formas de concebir y entender la vida. Diana Rosa esa periodista enamorada. Sus padres, sí, son una poderosa influencia, pero ya ella trae ese bichito, ante cámaras y en la realización o fuera de ellas.
“Sobre todo ver la ciencia como un escenario de conflicto, los debates éticos y sociales en torno a la ciencia. Es una mujer que habla constantemente de esos temas con sus amigos, con su familia, que por demás sus padres… Su mamá es científica de la rama de la Química y la Biología. Su papá es un periodista científico muy famoso. Es una conversación frecuente. Y conmigo, que me dedico más a las ciencias sociales, tratamos siempre ese enfoque más ético, más filosófico o sociológico del tema científico”, recalca su esposo.
Al final de sus confesiones a escondidas de Diana, vía Whatsapp, me cuenta una historia.
Año 2017. Todavía los temas científicos no ocupaban los principales titulares. Diana Rosa se propuso realizar el primer resumen de la ciencia, semejante al que cada año sacaban sobre temas culturales, deportivos, económicos. Quería experimentar con una visualidad e imagen de vanguardia. Buscó un equipo de camarógrafos, de editores, periodistas. Trabaja-ron durante todo un día en la grabación, en un local.
Cuidaron cada detalle, pero al ver el resultado descubrió que la iluminación era deficiente. “Eso no impidió que ella convocara al mismo equipo para estar de nuevo el día entero grabando el programa hasta que salió como ella quería. Destaco en primer lugar el altísimo grado de responsabilidad, pero también cómo contagia el deseo de realizar buenos materiales”.
Pedro Luis cierra con una imagen bella, Diana Rosa irradia pasión y contagia a todos, incluidos las personas ajenas a su profesión. “Nos involucramos y ayudamos en su manera de ver la realización, el periodismo, la comunicación de la ciencia, porque vemos tanta entrega en querer hacer las cosas bien, que no nos queda de otra que sumar-nos a ese esfuerzo”.
Y yo que apenas tenía una imagen difusa sobre ella, quedé otra vez con cierta sensación de envidia sana hacia quienes aprenden y trabajan con ella.
Créditos involuntarios
Luego de la entrevista, llega una pequeña sesión de fotos. El espacio es pequeño, pero muy iluminado. Diana Rosa pide revisar las imágenes. Perfeccionista, también con el trabajo ajeno, está atenta a cada expresión, ayuda a elegir la mejor.
En un momento de inspiración pide a su esposo que, por favor, nos deje solas y entonces me pide, ruega casi, que no olvide mencionar a Daniel Contreras, Luis Alberto Pérez, Madelín Ramírez, Pablo Massip, Rafael Migueles, Andy García, al colectivo del Noticiero Estelar Dominical, ni a su pareja o sus padres, que, sin su ayuda, con estrés y mensajes a toda hora incluido, el Observatorio Científico no existiera, ni acumulara televidentes. No fuera nada.
Foto de portada: Alba León.
Gracias por compartir esta entrevista.
Mi esposo y yo la admirábamos, pero después de éste trabajo periodístico y de conocer su esfuerzo, su dedicación, constancia y su hermosa familia nos sentimos muy orgulloso de ésta cubana sencilla y de su hermosa familia. Recomendamos que enseñe esa forma de decir y explicar a todos sus seguidores porque la entonación a la hora de explicar es lo que mantiene en vilo a los telereceptores en el tema. Gracias a ella por existir y saber llegar a el cubano común. Felicidades!!!