Por estos días de diciembre, cuando en Cuba se celebraba el Día del Constructor, y a propósito de algunas acciones contrarrevolucionarias evidenciadas en los últimos días, volví a Fidel y lo recordé el 5 de agosto de 1994, en pleno Malecón habanero, en la zona de Centro Habana, junto a constructores del Contingente Blas Roca, trabajadores y estudiantes, en medio del desafío de algunos elementos motivados o pagados desde Estados Unidos, que tiraban piedras contra las autoridades y el pueblo.
Hasta allí acudió el Comandante, no para ordenar que lanzaran chorros de agua o gases lacrimógenos. Tampoco para reprimir a los involucrados en esos hechos violentos. Fue a ponerse al frente del pueblo y sus autoridades, codo a codo con los jóvenes y trabajadores de los centros de la zona y —como siempre lo hizo— a interesarse por cada problema y a persuadir para que no se tomara la justicia por las manos de quienes se sentían agredidos, ofendidos, y en algunos casos hasta heridos por las piedras arrojadas por los vándalos.
Ahora, en tiempos de continuidad, el recuerdo del Comandante en Jefe, también nos llega al ver a nuestro presidente Miguel Díaz-Canel, acudiendo de improviso, al encuentro y fiesta que, con motivo del aniversario 50 de su organización, celebraban los jóvenes de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, (FEEM) en un parque del municipio de Playa, en la capital.
De igual forma se recordaba el aniversario 56 de la creación de las Brigadas Técnicas Juveniles (BTJ). En ambos casos instituciones concebidas por Fidel y de especial valía en momentos de desafíos como los de hoy.
En ese contexto, Díaz-Canel reafirmó la voluntad del país de proceder al diálogo respetuoso y pidió a los jóvenes estar presentes en todas las batallas que hoy se desarrollan, sobre todo la económica para poder de una vez satisfacer las carencias reales que afectan a la población.
También repudió los actos de terrorismo a los cuales se contraponen el altruismo, el humanismo y la equidad con que se trabaja en la Isla.
Este diálogo del Presidente de la continuidad con los jóvenes me hace reflexionar sobre los citados hechos de agosto de 1994 en el Malecón habanero y la presencia allí del Comandante en Jefe.
Volver a sus palabras en la conferencia de prensa de la propia tarde del 5 de agosto, me resulta imprescindible para los momentos actuales y futuros y cito:
« Y, aun a riesgo de que me pudiera ganar algunas críticas, yo consideré mi deber ir donde se estaban produciendo esos desórdenes. Si realmente se estaban lanzando algunas piedras y había algunos disparos, yo quería también recibir mi cuota de piedras y de disparos. No es nada extraordinario!… en realidad es un hábito: uno quiere estar allí donde está el pueblo luchando y donde están los combatientes en cualquier problema; pero, además, tenía el interés especial de conversar con nuestra gente, para exhortarla a tener calma, paciencia, sangre fría, no dejarse provocar, puesto que yo me sé de memoria todo el plan del enemigo y toda la concepción imperialista acerca de los medios para liquidar la Revolución, su actual estrategia».
«Ellos, naturalmente, quieren que se produzcan escenas sangrientas, quieren que haya una balacera, que haya muertos, para utilizarlos como instrumento de propaganda, en primer lugar; como instrumento de subversión, y, finalmente, como instrumento de intervención en nuestro país. La estrategia imperialista es crear una situación, crear el máximo de descontento dentro de nuestro país, dividir a la población, crear las condiciones más difíciles posibles y conducir a nuestro país a un conflicto, a un baño de sangre», enfatizó.
Fidel recordó que «sueñan con eso, añoran eso! y naturalmente que nosotros tenemos que contrarrestar esa estrategia. Considero que tenemos muchos deberes todos nosotros, y que el primero es luchar junto al pueblo, morir junto al pueblo; pero, además, dirigir al pueblo para que actúe de la forma más inteligente en cada una de estas circunstancias, porque sabemos cómo es el pueblo de enérgico, de combativo, de valiente, y, claro, nosotros tenemos que tratar de evitar que lo provoquen. Esa es, digamos, la causa de la reacción mía al ir allí».
Hoy, los que son la continuidad de la Revolución, los que han jurado no rendirse ante las mayores provocaciones animadas y pagadas desde Estados Unidos, saben que nuestras calles pertenecen a la juventud y a todo el pueblo revolucionario que desafió y venció a los que en agosto de 1994 armaron una provocación y en este diciembre del 2020 pretenden reciclarla.
Quienes la alientan y la pagan desde Estados Unidos, también serán vencidos, como ha sido en estos casi 62 años de Revolución victoriosa.