En la primera de dos jornadas del Taller “Violencia de género, medios y desafíos en Cuba” —actividad académica inaugural del curso 2020-2021 en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de la Upec— periodistas y comunicadores se acercaron a la temática desde cuatro aristas diversas y abarcadoras: representación en los medios, conceptualizaciones e imaginarios, visión desde el derecho y de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en la prevención y atención a esta problemática.
A través del sistema de videoconferencias, desde la Lonja del Comercio en el Centro Histórico habanero, el intercambio virtual permitió la participación de profesionales de la comunicación de más de 10 provincias del país. Una acción de capacitación que contó también con el apoyo de la Editorial de la Mujer de la FMC y el Fondo de Población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Responsabilidad mediática y conciencia comunicacional
¿Dónde están los desafíos para el tratamiento informativo de la violencia de género en los medios? Con esta interrogante inició su presentación la periodista Dixie Edith Trinquete Díaz, especialista del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana.
Trinquete Díaz hizo hincapié en que los retos se enmarcan en dos caminos fundamentales. El primero, coberturas sobre violencia de género donde se visibilice el tema y se problematice sobre él de una manera socialmente responsable.
El segundo, visibilizar la violencia simbólica: evidenciar desde todas sus plataformas y canales de comunicación la existencia de esta; en tanto, la comunicación se constituye en constructor de las subjetividades que el poder hegemónico requiere para perpetuarse.
“Es primordial que nuestros medios públicos entiendan que existe violencia de género en todas sus manifestaciones. Hay que identificar las relaciones de poder y la cultura patriarcal como el origen de esas violencias para no simplificarlas o banalizarlas. Cuando no tenemos eso claro, entonces repetimos estereotipos”.
Asimismo, la también docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana dijo que es esencial evitar las relativizaciones: “No es importante saber si hay menos violencia en Cuba que en otros lugares, porque la violencia contra una sola persona basta para que los medios y las instituciones se ocupen de ella”.
La periodista explicó que las historias deben llevarse a la prensa desde el empoderamiento y no desde la revictimización, evitando así culpabilizar, estigmatizar y sexualizar a las mujeres que han sufrido violencia de género. Señaló que se debe usar un lenguaje preciso e informativo y que hay que identificar las muertes de mujeres, por el hecho serlo, como lo que son, feminicidios.
“Otro elemento necesario es respetar y proteger a las víctimas. Cuando un caso de violencia de género se vuelve un show mediático, los medios dejan de cumplir su papel. Estos tienen poder para posicionar temas, para naturalizar estereotipos y para refrendar construcciones culturales que hacen daño. En ese sentido, tienen una gran responsabilidad respecto a estos temas”.
Referente a la violencia simbólica y la actuación de la prensa en su reproducción o visibilización, Trinquete Díaz apuntó que los medios ejercen influencia en cómo se conforma lo que las personas creen que son atributos de lo masculino y lo femenino, y en que condicionan la construcción de mensajes y resignifican contenidos desde el espacio público, en ocasiones con un discurso sexista.
Violencias de género: conceptualizaciones e imaginarios
A mirar la violencia de género con espejuelos de aumento invitó la psicóloga Mareelén Díaz Tenorio, del Centro Oscar Arnulfo Romero (OAR). La especialista consideró que resulta esencial la aproximación a presupuestos teóricos, definiciones e imaginarios en torno al tema.
“Cualquier persona que se acerque a la identificación de la violencia de genero tiene que empezar por saber qué es género. Esta categoría tiene origen en la sexología y en la teoría feminista. Las coincidencias están en que se trata de construcciones socioculturales e históricas que se constituyen en normas sociales, creencias, actitudes, comportamientos y relaciones de poder en torno a las masculinidades y las feminidades”.
Díaz Tenorio dijo que estas construcciones están basadas en relaciones asimétricas de poder en las que domina lo masculino, un modo específico de masculinidad hegemónica y heteronormativa, asociada al poder y al control sobre lo femenino, un modo único de feminidad, asociado a la subordinación y la dependencia, organizando la manera en que se articulan las sociedades y creando sistemas patriarcales que están en las bases de dichas edificaciones.
La especialista señaló que es importante comprender que estas construcciones sociales están en movimiento, que cambian sus apariencias y formas. Lo mismo a lo largo de la vida, que de un contexto sociocultural a otro, o de una geografía social a otra. Igualmente, enfatizó la importancia de asimilar que estas normas no son genéticas sino que se aprenden y transmiten generacionalmente, a través de espacios de socialización diversos como la familia, la escuela y los medios de comunicación.
Asimismo, subrayó que el patriarcado no solo afecta a las mujeres sino también a los hombres, en tanto se alejen de los patrones masculinos hegemónicos socialmente establecidos. “Ese ejercicio de poder, por supuesto, está frenando la construcción de sociedades democráticas con desarrollo sostenible”.
Las construcciones socioculturales de género se muestran históricamente a través de dos ejes o mecanismos opresores: binarismo de género y heteronormatividad. El primero —explicó la psicóloga— consiste en la restricción de esa categoría de género a solo dos géneros, porque hay dos sexos (hombre vs. mujeres; mutuamente excluyentes y envueltos en una relación masculino dominante frente a femenino dependiente).
Mientras, referente a la heteronormatividad, apuntó que tiende a considerar de manera estricta como lo sano y pertinente a las relaciones heterosexuales, tal y como se les encasilla en el eje del binarismo. “Cualquier vínculo erótico afectivo que no tenga esa característica termina en la exclusión y, por tanto, termina en la exclusión de los derechos de las personas”.
Díaz Tenorio subrayó que estas construcciones de género se configuran a partir del sexo asignado al nacer – o mucho antes, desde la realización del ultrasonido a las gestantes – y pautan un sistema de opresiones y privilegios que determinan espacios y oportunidades diferentes para mujeres, para hombres y para personas con identidades diversas.
En ese sentido, otras conceptualizaciones que la especialista consideró primordiales para entender las violencias de género son la igualdad y la equidad de género. En torno a ellas gravitan las brechas de género, presentes en los ámbitos privado y público, vulnerando a las sociedades y comprometiendo su desarrollo:
- Igualdad de género: implica paridad, una cosa igual a la otra. Se habla de igualdad cuando todas las personas tienen iguales derechos y oportunidades para realizarse intelectual, física y emocionalmente.
- Equidad de género: se habla de justica, en el sentido de dar a cada cual lo que le corresponde reconociendo los puntos de partidas, las condiciones y características de las personas o del grupo a que pertenecen. La verdadera equidad entre mujeres, hombres y personas con otras identidades significa alcanzar la igualdad manteniendo el reconocimiento de la diferencia.
“Es importante conocer que la violencia de género es estructural, en tanto actúa como mecanismo de dominación y control sustentada en un modelo de sociedad patriarcal”, enfatizó la especialista. Asimismo, resaltó su pluralidad y acentuó que a ellas tributan los actos u omisiones intencionales basados en asimetrías de poder y en desigualdades por razones de género, que causan daños físicos, psicológicos, económicos, patrimoniales y sexuales e irrespetando los derechos humanos”, advirtió Díaz Tenorio.
Una mirada desde el Derecho
Para la jurista Yamila González Ferrer el vínculo entre género y Derecho parte de la propia multidimensionalidad en la que se desarrolla este último. La especialista expuso que el Derecho ha funcionado históricamente como una institución patriarcal, y que ha sido un pilar en la construcción de las desigualdades y en la reproducción de los mecanismos de subordinación al poder hegemónico.
“No obstante, en las últimas etapas de la Historia, también ha sido un elemento fundamental para romper con estos esquemas patriarcales”, resaltó. Dijo, además, que no solo se debe mirar al Derecho en su función normativa, pues también tiene, entre otras, una dimensión axiológica vinculada a creencias y aptitudes, y que es allí, precisamente, donde se instalan todos los estereotipos generadores de prejuicios y discriminaciones.
González Ferrer enfatizó que la igualdad formal en lo legislativo, por si sola, no es suficiente pues se requieren protocolos de actuación y mecanismos prácticos que minimicen al máximo lo relacionado con las subjetividades. “Necesitamos transformar patrones culturales que están naturalizados y que tienen un impacto en las normas jurídicas que son muy objetivas. No podemos ser iguales en abstracto y no tan iguales en la práctica. Las normas jurídicas son reflejos de derechos, más allá de lo que piense cada persona de manera individual”.
Actuación de la FMC
“La violencia basada en género es una de las violaciones más generalizadas a los derechos humanos”, acotó Osmayda Hernández Beleño, miembro del Secretariado Nacional de la FMC, quien señaló que sus efectos nocivos no solo se extienden a las personas que la sufren de manera directa sino también a las familias y comunidades.
Hernández Beleño apuntó que Cuba, como parte de la ONU, ha desplegado una política de compromiso con instrumentos jurídicos internacionales proclamados por esta institución para erradicar todas las formas de discriminación contra la mujer.
La miembro del Secretariado Nacional de la FMC expuso que la organización tiene un plan nacional de enfrentamiento a todo tipo de discriminación contra la mujer, forma parte de la agenda del Estado y es chequeado por el presidente de la República.
Una de las iniciativas desprendidas de este plan de acción es la Línea Única para la atención a las personas víctimas de violencia de género y de otras vulnerabilidades del Derecho, habilitada desde año 2015 como parte de un esfuerzo conjunto interinstitucional.
Desde las provincias
Mientras, como parte del encuentro, los periodistas de las delegaciones provinciales de la Upec participantes compartieron algunas inquietudes como la necesidad de sortear los silencios informativos que acompañan, generalmente, a los feminicios. Desde Santiago de Cuba se abogó por colocarlos de manera responsable en la agenda de los medios y no permitir que, ante el distendimiento de la prensa oficial por exceso de regulación, el morbo y el sensacionalismo conviertan el caso en un show mediático.
Por su parte, desde la delegación territorial de Las Tunas, una estructura destacada en la sensibilización y educación en torno a los temas de género y comunicación, surgió la propuesta de desarrollar en los medios proyectos comunicativos destinados a los hombres que se conviertan en espacios de introspección para desmontar mitos y deconstruir creencias e imaginarios patriarcales.
Seguimiento al tema y no solo quede en talleres y convenciones. Tomar conciencia desde una visión humana. No campañas q se programe en un plan d trabajo por orientación de: