Por Hugo Alconada Mon/ lanacion.com
Gay Talese está furioso.
Sigue tan elegante como siempre, pero habla más asertivo que nunca.
Porque Talese siempre se condujo como un caballero, pero ahora, a los 88 años y cuando resta una semana para la elección presidencial en Estados Unidos, uno de los padres del Nuevo Periodismo explicita su fastidio con lo “políticamente correcto” y con la forma en que los medios alimentan la grieta en su país.
Tal es su fastidio, que Talese pasa por encima de las preguntas de LA NACION, mientras ultima la revisión de su nuevo libro, sobre el que tampoco quiere hablar. Porque detesta a Donald Trump, pero el demócrata Joe Biden le parece “horrible”, considera “unilateral” y “propagandística” la cobertura de los medios, sostiene que la sociedad norteamericana está partida por el racismo y carga contra la “policía moral” que algunos quieren arrogarse.
Está furioso el genial autor de Frank Sinatra está resfriado, sí, y aquí lo deja claro.
-Nos acercamos a la elección presidencial en Estados Unidos. ¿Qué avizora?
-Es importante que primero explique a sus lectores mis posiciones políticas, que son bastante controvertidas estos días en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque soy un inconformista. Soy un pensador poco ortodoxo de mente independiente, un poco “contrera” podría decirse. Soy, sobre todo, un escritor que trata de ver cada pregunta desde más de un lado. Esto explica por qué mi tipo de persona está pasada de moda. Ahora, en Estados Unidos, casi todo es unidimensional. Especialmente entre las clases educadas: la corrección política domina por completo. Si usted, como profesor universitario, dice algo “incorrecto” -es decir, algo a lo que se oponen sus estudiantes más obcecados-, su carrera académica habrá terminado. Si como editor elige publicar a un autor controvertido o alguna figura pública cuyo mensaje es ofensivo para cierto número de lectores, será despedido. Recuerde que el editor de The New York Review of Books, Ian Buruma, perdió su trabajo porque publicó a alguien cuyas palabras no fueron bien recibidas por algunos empleados de la revista, lectores y anunciantes. Recuerde que en The New York Times, el editor de Opinión, James Bennett, perdió su trabajo porque publicó las opiniones de Tom Crotton, un senador republicano y quizás pro-Trump. Casi todas las semanas hay nuevos ejemplos que muestran que si usted se arriesga y transmite algo que la “policía moral” encuentra ofensivo, sufrirá terribles consecuencias.
-¿Cómo explica este fenómeno?
-Los medios son completamente unilaterales. El coro de odio a Trump es abrumador. A mí no me gusta Trump, pero me siento decepcionado por cómo los principales medios se han convertido en propagandistas de las fuerzas de “Nunca más Trump”. En cierto modo puedo entender cómo empezó todo hace cuatro años. En aquel momento, todos los expertos de los diarios, revistas y editoriales, entre otros, además de los profesionales políticos, incluyendo a encuestadores, asesores y consultores, asumieron que Trump era un chiste y no tenía ninguna posibilidad de vencer a Hillary Clinton. Pero cuando ganó, todos los “expertos” y “pensadores” quedaron expuestos como idiotas mal informados y quedaron avergonzados y resentidos. A esto le siguieron meses y meses de investigaciones sobre su vida política. Afirmaron que los rusos ganaron las elecciones por él y que Trump era un pervertido demasiado inmoral para el alto cargo que ocupaba, publicando rumores de que había sido orinado por prostitutas moscovitas y tanto más. Se esperaba que el Informe [del exfiscal especial del Departamento de Justicia, Robert] Mueller finalmente liquidara a Donald “el sucio”, pero por desgracia, después de años de investigaciones, citaciones y muchos millones de dólares que terminaron en los bolsillos de abogados partidistas no se encontraron pruebas de todo lo que los medios unilaterales imprimían todos los días. Del The New York Times al The Washington Post, además de los canales anti-Trump como MSNBC y CNN. Cualquiera que odiara a Trump fue entrevistado de manera respetuosa y constante en esos canales.
-Qué panorama traza, incluso sobre algunos medios para los que trabajó.
-Sí. Ahora yendo a cómo veo las próximas elecciones presidenciales.Veo todo con mucha tristeza. No voté por Trump, ni lo haré. ¿Pero Biden presidente? Creo que es una opción horrible y, lo que es peor, si gana llevará a la Casa Blanca al mismo elenco de personajes de Obama y los Clinton que no hicieron nada durante los ocho años que Obama fue presidente. Y le aclaro: no solo voté por Obama las dos veces, sino que contribuí a su campaña, algo que nunca antes había hecho por un candidato. Pero después de ocho años “políticamente correctos” de Obama y sus amigos abogados de Harvard, me decepcionó tanto que hiciera tan poco por los negros, así como por la mayoría de los estadounidenses desfavorecidos mientras que los medios le daban carta blanca. Su gobierno resultó una decepción. Entonces, ¿quiero más de esto con Biden? No, gracias.
-En ese contexto, ¿ve posible que Estados Unidos afronte los desafíos que debe afrontar?
-No, a menos que los blancos estén dispuestos a renunciar a algo. Porque los blancos pueden poner caras negras todos los meses en las portadas de Vogue, Vanity Fair y la sección de Arte y Ocio del New York Times, y pueden presumir de incorporar más empleados negros en las grandes empresas, y hasta pueden convertir en víctimas y heroínas a cualquier negro que ayude a disminuir la culpa y a encubrir la hipocresía de los blancos, sí. Pero, ¿qué están dispuestos a ceder los blancos? Lo importante sería que se abolieran las escuelas privadas y que todos los chicos -negros, blancos, hispanos, asiáticos- asistieran a la escuela pública hasta ingresar en la Universidad. Eso marcaría la diferencia, garantizaría que todos tuvieran el mismo comienzo en una sociedad democrática. Pero sabemos que los blancos nunca harán eso. Por tanto, olvídese de verdaderos cambios en lo que respecta al racismo.
-Algo así suena inviable.
-Ok, ¿qué más sugiero? Que todos pasen dos años en las Fuerzas Armadas. ¡Conscripción! Eso realmente ayudaría a igualar a esta sociedad. Los universitarios malcriados, tras graduarse más o menos a los 21 años, harían dos años de servicio militar. Sí, servicio militar antes de conseguir empleos en Wall Street o en bufetes de abogados donde aprenderán a utilizar las lagunas legales para obtener todas las ventajas financieras. Recuerde que, en este momento, el Ejército está en teoría conformado por “voluntarios”, pero en la práctica está compuesto por blancos pobres, negros y latinos porque es su única forma de evitar un trabajo en un local de comida rápida, en la construcción o como policías. No veo ningún cambio en un sistema que es racista. Y no veo que los candidatos a la presidencia planteen un cambio.Trump y Biden no tienen la voluntad ni el talento para cambiar nada.
-Queda claro su hartazgo y su frustración. ¿Y entonces? ¿Qué?
-Me hubiera gustado que Bernie Sanders llegara a la Casa Blanca. Pero siempre supe que era una fantasía de mi parte. No tuvo ninguna posibilidad en 2016 de obtener la nominación de los demócratas que querían una mujer presidenta; y en 2020 lo tildaron de socialista por sus ideas progresistas y su carrera se terminó.
-Le insisto, ¿cree que algo puede cambiar en el corto y mediano plazo? ¿Puede Estados Unidos virar, por ejemplo, en su política exterior?
-Muchos estadounidenses que odian a Trump lo llaman “matón” y dicen lo peor de él sin cesar. ¡Pero Trump es Estados Unidos! ¡Esto es lo que la gente no quiere oír, no quiere leer y no aceptará de nadie que escriba eso! Pero es cierto: Trump es Estados Unidos. Obama no era Estados Unidos.
-¿No es un poco excesivo?
-Trump es un matón y la política exterior norteamericana representa al matón en acción. Lo cual a menudo me hace apoyar, como “contrera” que soy, a quien sea que esté en la lista de “objetivos” del gobierno de los Estados Unidos. Comencé como redactor de deportes, allá por la década de 1950, y siempre apoyé al más débil, la gente caída que tenía el coraje de levantarse una y otra vez. Todavía tiendo a admirar a quien se enfrenta a la política exterior de matones que aplica Estados Unidos. Por supuesto, esto me convierte en un personaje muy sospechoso, un imbécil sin valor y tanto más [risas]. Pero aplaudo a las personas que se enfrentan a los matones de nuestro Salón Oval y nuestro Departamento de Estado.
-Déme un nombre.
-Bashar al-Assad, de Siria. Otro sobreviviente: Nicolás Maduro. Durante décadas, Estados Unidos ha tratado de gobernar Venezuela, lo que se remonta a 1780, cuando el presidente de Estados Unidos era Samuel Adams. Pero Maduro, como antes Chávez, sobrevivió a los escuadrones de la CIA y a todos los boicots y golpes de Estado que intentó Estados Unidos… y al final, Maduro sigue al frente de su país. A Estados Unidos le encanta dar lecciones sobre “derechos humanos” y se pronuncia en contra de “dictadores” como Vladimir Putin, Xi Jinping o Rodrigo Duterte, en Filipinas, pero al mismo tiempo apoya al general egipcio [Abdelfatah] Al-Sisi, que derrocó a un presidente debidamente elegido, Mohamed Morsi, quien murió en la cárcel. Y ni el secretario de Estado ni los activistas de derechos humanos enviaron sus condolencias.
Biografía
Nacido en 1932, en Ocean City, Estados Unidos, se graduó en Periodismo en la Universidad de Alabama.Trabajó para The New York Times, las revistas Harper’s Magazine, The New Yorker y Esquire, donde escribió textos legendarios como Frank Sinatra tiene un resfriado.Junto a Tom Wolf es considerado uno de los fundadores del llamado “Nuevo Periodismo”, y recibió múltiples premios y reconocimientos en todo el mundo.Es autor de 13 libros; entre ellos, El Reino y el Poder, La mujer de tu prójimo, Honrarás a tu padre y Vida de un escritor
(Tomado de Cubasí)