Hasta un tercio de los pacientes que se recuperan de la COVID-19 pueden sufrir cambios duraderos en su estado de ánimo y padecer ansiedad o depresión, informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) cuando urgió, este martes, a considerar el apoyo a la salud mental como un componente esencial de la respuesta a la pandemia.
Durante su encuentro semanal con los medios de comunicación, Carissa Etienne, directora general del organismo internacional, explicó que la emergencia sanitaria provocada por el SARS-CoV-2 ha generado altas dosis de estrés en toda la población, especialmente, en aquellas personas con trastornos mentales preexistentes.
Etienne calificó a las enfermedades mentales como una “epidemia silenciosa” que ya afectaba a América mucho antes de la aparición del virus, con la depresión y la ansiedad como dos de las principales causas de discapacidad en la región, junto a los altos niveles de consumo de alcohol.
De acuerdo con la alta funcionaria, estudios en los tres países más afectados por el nuevo coronavirus-Brasil, Estados Unidos y México-indican que más de la mitad de los adultos sufren niveles de estrés asociados a la pandemia, condición que sobrellevan a través del consumo de drogas y alcohol, “creando un círculo vicioso que vuelve dependientes a las personas y aumenta los problemas de salud mental”.
Asimismo, indicó que muchas personas se ven abrumadas por el miedo a desarrollar una enfermedad grave, mientras que otras están preocupadas por su vidas.
Para el continente americano, la situación se complejiza cada vez más. Hasta el momento se han contabilizado 11, 5 millones de casos positivos a la enfermedad y más de 400 000 muertes.
Según Etienne, aunque Las Américas cuentan con aproximadamente el 13 por ciento de la población mundial, el 64 por ciento de los decesos confirmados actualmente en el mundo pertenecen a la región.
Tomado de Cuba en Resumen