Una ciudad que arriba a 505 años
Cuando pienso en Santiago, pienso en una maestra que me enseñó a leer, que me enseñó a vivir, que me parió dos veces, tantas veces. Día tras día, a la misma hora, sin fallar, rumbo a su aula. Se llamaba Caridad, como la virgencita del Cobre.
Pienso en Daysi Cué, la vindicadora de Plácido. En mi colega Nereyda Barceló, la guerrillera de la ternura. En Clara de la Nobleza Cumbá. En Tayseth Fuentes, heroína de estos días difíciles. En Teresa Melo y los locos ―es decir los poetas― que traspasan las puertas.
En Nancy, en Dagoberto, en los Dos Viejos Pánicos que han dejado pedazos en cada rincón de la ciudad. En Eduardo Delgado, danzando entre los libros. Eduardo Rivero, el Ogún eterno, danzando por las calles. Guzmán Cabrales, atravesando el aire con su voz: Domingo a las once.
En Electo, levantando sus manos para hacer el milagro de la música. En el Orfeón y en Grisel Gómez, bien plantada, frente al castigador de mujeres. En Eva Griñán, sosteniendo las claves, cantando a Alberto Villalón en la Casa de la Trova. Y pienso en Matamoros, en Don Miguel, susurrándole bajito a Mercedes Cuevas en el Tivolí:
Dime que ya eres libre
como es el viento.
Dime que no me quieres,
que ya me olvidas…
Cuando pienso, cuando lo hago, se me aparece Ana, mi vecina, y atravieso su largo pasillo de rosas injertadas. Viene Doña Guiomar, María Elena, mi novia de la televisión en blanco y negro, con su corpiño y su flor a la cabeza. Aguilera Vicente, en su gabán, desafiando la lluvia en Padre Pico. Y Rolando González, con una caracola en la solapa.
Santiago, si con tus soles ardo, tus soles maniseros. Si bajo por tus lomas, si escalo tus pretorios, me encuentro con Soler, clandestino; con Yunier, el chico de los libros; con Sara Inés Fernández, la dama de las fechas; con Frank, enamorado, antes de la metralla; con Aquiles y su guitarra. El Qujote Negro y una luciérnaga en la mano. Pedro Gómez, con un minúsculo pedazo de papel. Está naciendo una canción:
Calle Enramada mayor
novia de nuestra ciudad
populosa arteria principal
de mi Santiago….
Tengo una tarde monumental, telúrica. Y la noche más larga. Tengo una cita con la historia, es decir con Olguita Portuondo. Subo La Balbina, la villa de Los Tejada, diviso el Puerto de Boniato con dos naranjas en los ojos. Hasta Santiago a pie, me voy con Bonne. Y a El Caney, a los helechos, al imperio de Manolito Caluff.
Tengo un lirio para Mirtha Clavería. Un café con Elsa y Rafael. Una tertulia con Vladimir y Elio. Una familia en Trocha y Carretera del Morro. Una entrada para el café teatro Macubá. Una página abierta cerca del ángel de la catedral. Tengo una crónica bailándome.
Cuando pienso, Santiago, en tus abrazos, en tus mordidas. Cuando pienso, empecinado, en tu gente roja, blanca, negra, verde. Cuando pienso en tus ojos. Cuando pienso en ti.
Precioso homenaje!
A nuestro SOL
digo, a nuestro Santiago de CUBA!
Agradecida por siempre.
Melvis Mtz
Hermoso como siempre hermano, cómo tu alma.
Gracias , Cedeño. Me llevaste de la mano ” Santiago, cuando pienso en ti.” La escalinata de la Universidad de Oriente también la sumo a tú recorrido , La Granjita Siboney, el Museo 26 de Julio y las Playas, entre tantos lugares para relatar. Y que decir del calor humano de su gente, la que también es la mía. Siento orgullo de mi Santiago y el suspiro por lo leido me hace poner un alto en la pluma para decirte: gracias Santiago, gracias Reinaldo Cedeño.