El aumento del desempleo y la reducción de oportunidades causadas por la pandemia del nuevo coronavirus pueden afectar desproporcionadamente a las personas pobres haciéndolas más vulnerables al cultivo, tráfico y consumo de drogas para obtener dinero, advirtió la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).
Más de 35 millones de personas-precisa el Informe Mundial de Drogas publicado anualmente por el organismo internacional-padecen trastornos por el consumo de estupefacientes, realidad que empeoró con la propagación del SARS-CoV-2.
La directora ejecutiva de la UNODC, Ghada Waly, dijo que los grupos vulnerables y marginados, los jóvenes, las mujeres y los pobres pagan el precio del problema mundial de las drogas, mientras que la crisis sanitaria y la recesión económica amenazan con agravar aún más los peligros cuando los sistemas sociales y de salud han sido llevados al límite.
Aunque aún no se conoce completamente el impacto real de la COVID-19 en los mercados de drogas, el Informe indica que las restricciones fronterizas y de otro tipo asociadas a la pandemia ya han causado escasez de estas sustancias, condición que ha provocado un aumento de los precios y una reducción de la pureza.
Esa escasez de opioides ha hecho que las personas consuman otras sustancias disponibles como el alcohol, los benzodiacepinas o la mezcla con drogas sintéticas, ante lo cual-alertó la Oficina- pueden surgir patrones de uso más dañinos.
Por otra parte, el análisis anual reportó que el cannabis fue la sustancia más consumida en todo el mundo en 2018, con un estimado de 192 millones de personas.
Igualmente, fue registrado un aumento del consumo de opioides, mucho más rápido, en los países en desarrollo que en los países desarrollados, durante el periodo 2000-2018, siendo los adolescentes y los adultos jóvenes el sector más vulnerable al uso de drogas.
La UNODC recalcó que, si los gobiernos reaccionan igual que en la crisis económica del 2008, cuando redujeron los presupuestos relacionados con las drogas, podrían ser muy afectadas intervenciones como la prevención del consumo, los servicios de tratamiento y la provisión de naloxona para el manejo y la reversión de las sobredosis.
En ese sentido, Ghada Waly resaltó la importancia de que “los gobiernos muestren solidaridad y brinden apoyo para abordar el tráfico ilícito de drogas y cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, promover la justicia” y no dejar sin cuidados a ningún ciudadano.