En más de tres meses, el primer mitin de Donald Trump para relanzar su campaña presidencial, celebrado en Tusla (Oklahoma) este sábado, estuvo marcado -de acuerdo con las crónicas locales y las imágenes de televisión- por una afluencia de público mucho más modesta de lo habitual.
“Trump apenas entró en el debate sobre el racismo que recorre el país. Ni siquiera mencionó a George Floyd y pasó completamente por alto la siniestra historia de Tusla, donde se produjo en 1921 un pogromo contra la población negra en el que fueron asesinados 300 afroamericanos”, reseñó el diario español elPeriodico.
El discurso del mandatario combinó los habituales agravios contra los medios de comunicación, los demócratas o los jueces, con el repaso a los logros de su primer mandato y “el trabajo fenomenal” frente a la pandemia, aunque las cifras de más de 120 mil muertes y 2 millones de contagios demuestren lo contrario.
Su discurso xenófobo, racista y estigmatizador completa la lista de despectivos en cada presentación. Esta vez, tampoco fue la excepción. Trump se refirió a la pandemia como “kung flu”, un juego de palabras con el término “flu”, que significa influenza en inglés, y una probable alusión al origen chino del virus, teoría conspirativa que ha sido impulsada por el mandatario.
Asimismo, confesó que ordenó disminuir la escala de las pruebas de la infección para “no encontrar más casos”.
“Las pruebas son un arma de doble filo”, aseveró Trump, y después explicó: “Ahora hemos hecho pruebas a 25 millones de personas. Probablemente 20 millones de personas más que nadie”.
“Aquí llega la parte mala. Cuando haces tantas pruebas encuentras más personas. Vas a encontrar más casos. Entonces le dije a mi gente: ‘Ralenticen las pruebas, por favor’”, agregó.
Posteriormente, un funcionario de la Casa Blanca-citado por Reuters-se anticipó a la oleada de denuncias y afirmó que el presidente estaba bromeando sobre su llamado a la desaceleración de los diagnósticos.