La nueva normalidad implica nuevas normas, y demanda de la capacidad de los seres vivos adaptarse a las condiciones ambientales. Sin esta, los humanos no habríamos tenido éxito como especie y habríamos sucumbido ante la desaparición de los bosques en África, o ante los múltiples cambios climáticos a los que continuamente ha estado sometida la Tierra.
En tiempos de COVID —tan distante en miles de años de la emergencia humana—, la adaptación al cambio que el nuevo coronavirus impone afecta una de nuestras condiciones esenciales: somos seres sociales. Así, para la mayoría, las fronteras entre normalidades se desdibuja: se confunden distancias requeridas, se trueca la colocación del nasobuco, se accede a locales cerrados con más personas de las debidas…
Sucede hasta entre quienes han sufrido aislamientos casi absolutos durante los últimos meses. Aunque hay diferencia entre aquello y esta nueva normalidad, indeterminada en el tiempo, demandante de conductas menos extremas.
En este sentido, una nota de la agenciasinc.es define entre las actividades sociales más arriesgadas aquellas que reúnen a numerosas personas en espacios cerrados sin ventilación. Lo confirma un estudio liderado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Reino Unido, que ha tratado de detectar, según una revisión en varios países, las situaciones donde la infección es más probable.
Entre dichos escenarios —cita el reporte— están los espacios de interior, sobre todo en hospitales y centros de atención a personas mayores en toda Europa, pero también hogares, ceremonias religiosas, cruceros, empresas o centros comerciales. “Sin embargo, el estudio encontró pocos focos en colegios”.
Añade que, el riesgo aumenta cuanto mayor es el grupo de personas en un espacio cerrado, porque la distancia física entre ellas se reduce. “Todas las actividades que reduzcan la distancia física entre las personas tienen riesgo, ya sean en espacios cerrados o abiertos”, explicó a SINC Ildefonso Hernández, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández y vocal de comunicación de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).
El texto también se refiere a un preprint, centrado en 320 localidades chinas, excluyendo la provincia de Hubei, en el cual se revela que investigadores chinos determinaron que las casas, seguidas de los medios de transporte, fueron los principales focos de infección entre enero y febrero en ese país. También en los centros comerciales se detectaron focos”.
Asimismo, “de los 7.324 casos identificados —y de los que se tienen datos en China para el estudio—, solo se produjo un foco en el exterior que causó dos casos en un pueblo: de un hombre joven que tuvo una conversación en la calle con otro individuo que acababa de volver de Wuhan y presentó síntomas a los pocos días”.
De ese modo, los expertos recomiendan los encuentros sociales y familiares en el exterior de los inmuebles y como mejor práctica tras la cuarentena, mantener la distancia física entre personas, que sea al aire libre y que se acompañe de las medidas de prevención bien conocidas tales como lavado frecuente de manos y llevar mascarilla bien puesta.
Cuando se trata de reunirse con seres queridos (como resulta extraño mantener distancias) lo deseable es que “todas las personas implicadas tengan la información adecuada sobre los riesgos, por pequeños que sean, y que adopten decisiones informadas”, dijo el experto. Entre estas decisiones destacó la de valorar la vulnerabilidad por edad y estado de salud de las personas que se visitan.
“Si se considera que son frágiles, es mejor tomar precauciones y tener paciencia hasta que “el funcionamiento sanitario, social y económico sea favorable. Mientras tanto, es recomendable no abrazar ni tocar, “por difícil que sea”, dice Mark D. Levine, miembro del consejo de la ciudad de Nueva York en EE UU y presidente del Comité de Salud.
De acuerdo con el reporte, las epidemiólogas Julia Marcus, de la Harvard Medical School y el Harvard Pilgrim Health Care Institute, y Eleonor Murray de la Universidad de Boston, ambas de EE UU, han elaborado una serie de recomendaciones e indican que este escenario de reencuentro familiar es el más arriesgado, sobre todo en espacios cerrados. Por eso, si se realizan visitas es más recomendable mantener el encuentro en balcones, terrazas o en el exterior.
Por su parte, Hernández insistió en evitar la cercanía innecesaria, y llamó la atención sobre cómo en muchos lugares la percepción del riesgo se considera baja o muy baja, pero “no podemos anticipar cuando habrá un aumento del riesgo en nuestro entorno”.
Incluso en las terrazas —reitera— es necesario mantener la distancia física, llevar mascarillas y evitar las conversaciones muy cerca los unos de los otros. En este caso, el riesgo es de medio a alto, y aumenta a medida que crece el número de personas que se concentran.
Señaló que, entre las prácticas sociales menos recomendadas se encuentran las fiestas en casas porque reúnen todos los factores de alto riesgo de contagio: espacio cerrado, grupo numeroso de personas, contacto próximo para escucharse mejor, poca aireación, entre otros factores.
A todos estos encuentros sociales y familiares —subrayó— nos acompaña ahora la mascarilla.
Al fundamentar este tópico, SINC cita una publicación de la revista científica Science en la cual los científicos de la Universidad de California en San Diego, EE UU, indican que las mascarillas protegen de la transmisión del virus por el aire.
“Las personas infectadas asintomáticas pueden liberar partículas de aerosol infecciosas durante la respiración y el habla. Sin mascarillas, se maximiza la exposición, mientras que llevarla resulta en una menor exposición”.
De tal modo, “las mascarillas se convierten en la mejor barrera contra el SARS-CoV-2, reduciendo la cantidad de virus exhalados por personas asintomáticas o con síntomas leves, además de proteger a las personas no infectadas.
“Es particularmente importante usar máscaras en lugares que puedan acumular altas concentraciones de virus, como entornos de atención médica, aviones, restaurantes y otros lugares abarrotados con ventilación reducida”.
(Foto: ACN/Ariel LEY ROYERO).