No importa sin son políticos o científicos, todos coinciden al calificarlo: psicópata, egocéntrico, banal. Y es que en el aval de Donald Trump, esos despectivos figuran como una parte irrenunciable que, en los meses marcados por la pandemia, lo han reafirmado como el petulante icono del país que gobierna y como uno de los más sórdidos referentes en la política internacional.
A sus 91 años, el lingüista y activista político de izquierda Noam Chomsky, también considera que Trump es el mejor ejemplo de un sociópata y megalómano, que solo está interesado en su propio poder, en sus perspectivas electorales, y al cual no le importa lo que pasa en su país, ni en el mundo.
Durante una entrevista con AFP, el filósofo estadounidense dijo que en su país hay 90 mil muertes por el coronavirus, y “habrá más, porque no hay un plan coordinado (…) no hay un liderazgo coherente, todo es caótico”.
En cuanto al paisaje político estadounidense y mundial tras la pandemia, Chomsky dijo que habrá una recuperación a gran costo, sin embargo no sucederá lo mismo con la recuperación de los casquetes polares, el nivel del mar y el calentamiento global.
¿Qué estamos haciendo sobre eso? se interpeló para responder: “Cada país está haciendo algo, no lo suficiente. EE.UU. está haciendo mucho, concretamente, está corriendo hacia el precipicio, eliminando todos los programas, todas las regulaciones que pueden mitigar la catástrofe”, sin embargo, expresó: “Esta es la situación, pero no tiene que ser así. Hay fuerzas contrarias globales. La pregunta es cómo estas fuerzas opuestas emergerán. Eso determinará el destino del mundo”.
El también considerado fundador de la lingüística moderna sentenció que EE.UU. estaba mal preparado para enfrentar la actual situación, pues en cuanto Donald Trump llegó al gobierno, lo primero que hizo fue desmantelar toda la maquinaria de prevención de pandemias, desfinanciar los Centros para el Control de Enfermedades (CDC, la mayor institución gubernamental de salud pública de la nación), cancelar programas que trabajan con científicos chinos para identificar potenciales virus.
La llamada “internet de las cosas” está llegando-precisó Chomsky- y eso implica que las personas enciendan una hornilla cuando estén conduciendo a casa, pero también que la información esté yendo a Google, Facebook y al gobierno.
En estos momentos, varios países utilizan tecnología para rastrear a los ciudadanos o archivar su ADN con el propósito de desarrollar tratamientos eficaces contra el SARS-CoV-2. Entramos a una nueva era de la vigilancia digital, justificable solo en tiempos de amenaza, por eso Chomsky concluye: “Nada es permanente, se puede decir ´sí, puedes tener esta autoridad ahora, pero puede ser revocada en cualquier momento´”.