En estos días proliferan en las publicaciones mediáticas opiniones de expertos acerca del SARS-CoV-2 y la Covid-19, enfermedad que provoca el nuevo coronavirus, y sobre los nuevos conocimientos acerca de la molécula que tiene paralizada a la humanidad, aunque la expansión de esta gana terreno por horas. La comunicación resulta entonces una herramienta para avanzar en las soluciones más inmediatas, e incluso en las de más largo plazo.
La viróloga italiana, Elisa Vicenzi, jefa de la Unidad de Patógenos Virales y Bioseguridad del Instituto de Investigación, Hospitalización y Salud del Hospital San Raffaele de Milán, quien dedica sus jornadas a investigar sobre el SARS-CoV-2, compartió con el periódico El Mundo sus opiniones y hallazgos acerca del microorganismo que ha desatado la pandemia. Ella fue la primera en Europa en aislar el virus del SARS, el Síndrome Respiratorio Agudo Grave, desatado en 2003 a causa de un coronavirus.
Lo dice en una entrevista publicada este 24 de abril donde afirma que no sabemos realmente cuál es el índice de mortalidad de este nuevo coronavirus, “porque no sabemos el número real de personas infectadas”. Y explica que se informa “el número de personas que dan positivo en los test que se hacen a diario”. Y que “ese número parece subestimar el número real de personas infectadas, personas que no saben que lo están, que quizás tienen síntomas leves y a las que no se les hace el test”.
La letalidad de un virus —explica— se calcula dividiendo el número de personas muertas por el número de infectadas. “Pero no sabemos con precisión cuál es el denominador, pensamos que es mucho más alto que lo que indican las cifras oficiales. En Italia, si se toman las cifras oficiales, la mortalidad de este coronavirus sería muy alta, de un 12 por ciento. Y en España, de alrededor del 10 por ciento”.
A la pregunta de la periodista, — ¿Sospecha que la mortalidad real podría ser mucho más baja?, la experta responde: —Las estimaciones calculan que el número real de infectados puede ser 10 veces superior al de los datos oficiales. Y si aumentamos el denominador, la mortalidad obviamente desciende. Pero no tenemos certezas.
Al comparar el SARS con el SARS-CoV-2, la científica dijo que “hay una diferencia sustancial entre ambos virus: el periodo de incubación del SARS se estimaba entre dos y 21 días, al que seguía la enfermedad. La enfermedad era grave, era pulmonía grave. Y las personas iban al hospital y, en cierto sentido, eran aisladas”.
Los que se contagiaban entonces —puntualizó— eran sobre todo miembros del personal sanitario, sobre todo al principio, cuando no se sabía que esa pulmonía grave era causada por el virus del SARS y estaban expuestos sin dispositivos de protección individual. “Ese aislamiento de los enfermos y la cuarentena de las personas en contacto con los infectados funcionó muy bien e hizo que en julio de 2003 el virus del SARS desapareciera, se extinguiera, aunque no está excluido que intervinieran otros factores”.
El nuevo coronavirus por desgracia es distinto porque se puede presentar de forma más ligera, sin síntomas o con pocos síntomas, añadió la viróloga. “Y cuando la persona no siente que está enferma, continúa con su vida normal y transmite el virus”.
En el diálogo, Elisa Vicenzi dijo además que “por ahora no tenemos señales de que (el SARS-CoV-2) se esté debilitando, a diferencia de lo que ocurrió con el SARS: “hubo señales de que se estaba debilitando, cuando la epidemia ya estaba en marcha se verificó una misteriosa mutación en ese virus, y esa mutación acabó convirtiéndose en predominante”.
Los estudios posteriores realizados en 2018 in vitro demostraron que esa mutación había atenuado su virulencia, indicó la experta italiana. “En el caso del coronavirus actual esas mutaciones importantes aún no han tenido lugar”. Aunque no es del todo cierto, dijo. “Hay algunas pocas secuencias que sí han registrado una mutación importante, ocurrió en Singapur en febrero, pero esa mutación no se ha convertido en predominante.
“Hay una base de datos que recoge todas las secuencias de este coronavirus en tiempo real, y a día de hoy hay más de 4.000. Si se hacen más secuencias y tenemos suerte, quizás podamos ver que se producen mutaciones de atenuación de su virulencia. Porque el sueño del virus es transmitirse”.
En relación a uno de los temas más discutidos en torno al SARS-CoV-2, el de la inmunidad, Vicenzi estimó como posibilidad que dure poco, “unos cuantos meses y luego se reduzca”. Eso permitiría —dijo— que una persona se reinfectara. Pero consideró “bastante improbable que alguien se pueda reinfectar con el mismo virus, si fuera el mismo funcionaría la memoria inmunológica que se adquirió con la primera infección”.
Acerca del hallazgo de una vacuna específica dijo que confía en ello, pero no en breve. “Había quien decía que se podía encontrar una vacuna ya para otoño, pero no será así. Se necesitará al menos un año, un año y medio. Para que haya una vacuna hay que seguir toda una serie de procedimientos que no pueden saltarse.
“Y una vez que tengamos una vacuna eficaz, nos encontraremos con el problema de su producción, imagínese cuántos millones y millones de dosis se necesitarán. ¿Habrá vacunas para todos? Ésa es la pregunta”.
Elisa Vicenzi no puede saber si en el futuro surgirán nuevos coronavirus. “Pero en los últimos 20 años hemos tenido tres, así que es probable que surjan otros. Por eso es tan importante estar preparados”.
Y citó el ejemplo de Corea del Sur: “que en 2015 tuvo el MERS, estaba más preparada para esta pandemia y ha conseguido hacer frente a esta emergencia de manera más rápida. Porque una de las cosas más importantes es ser rápidos y poner en marcha de manera veloz los mecanismos que impiden la propagación del virus. Es como en un incendio: si se extingue rápidamente, se limitan los daños.
“Pero si no se hace nada, el incendio se propaga y resulta devastador. Con este coronavirus hemos tenido la mala suerte de que es un virus que se transmite por vía aerógena, fundamentalmente por vía respiratoria, y por eso nos puede contagiar a todos, tiene un poder de difusión gigantesco. Y ese poder de contagio de este virus, unido a su virulencia, no tiene precedentes”. (Tomado de Cuba en Resumen).