COLUMNISTAS

Coronavirus: cortar los ilícitos impedirá avance de pandemia corruptora

“Ahora más que nunca, hay que rescatar el respeto a la ley y combatir un socialismo corruptor que enmascara la peligrosa economía sumergida”.

Graziella Pogolotti (La gangrena, Juventud Rebelde, 1 de mayo de 2016, p.3)

 

Hace 30 o más años, como parte de mi investigación- vigente aún- sobre economía sumergida y sus disímiles rasgos, escribí que la especulación constituye la cara visible del mercado negro, por el papel que desempeñan quienes depredan los bienes de la hacienda pública, en contubernio con choferes, mediante el delito sobre ruedas, y a través de una suerte de simbiosis con ciudadanos que laboran en las dependencias estatales, sin descartar vínculos con sujetos marginales. Como inferirán, se trata de una compleja madeja.

Estamos en presencia de un asunto semejante a una hidra, con disímiles tentáculos, cuya neutralización pasa por el empleo de un enfoque integral y multidisciplinario. La reciente desarticulación de una red clandestina de 13 integrantes, quienes se dedicaban a sustraer disímiles equipos y bienes en almacenes de la Empresa Nacional de Suministros Médicos (ENSUME), ubicados en Berroa, al este de La Habana, demuestra la necesidad y urgencia de cortar estos ilícitos, para impedir el avance de esta pandemia corruptora, en medio del enfrentamiento de Cuba contra otra pandemia también letal: la COVID-19.

Para el psiquiatra y criminalista cubano, doctor Fernando Barral, estudioso de la delincuencia económica en la Isla, la escasez resulta una “circunstancia contribuyente”, pero dicho experto considera que “no puede esperarse a que haya de todo para resolver este fenómeno en cierta medida”, y cuya existencia compromete la supervivencia de la Revolución, como se ha dicho, de forma reiterada.

Durante la crisis de los años 90 del pasado siglo XX, cuando el país vivió el Período Especial en tiempo de paz, el desencuentro entre oferta y demanda, reforzó los tentáculos y espacio del mercado negro, y en el transcurso de esa época el monto de las transacciones en el mismo crecieron más de 20 veces, según cálculos de economistas.

Cuando menciono la especulación y el acaparamiento, figuras delictivas en el Código Penal vigente, no hablo de operaciones de poca monta, ni de una determinada cifra de personas que han encontrado un modo de vida en este ilícito -lo cual no debe se subestimado y mucho menos justificado-, sino me refiero también a las cabezas pensantes de grandes operaciones de contrabando, quienes trasvasan mercancías y productos de las dependencias estatales hacia el mercado negro.

Cuba debe tener muy en cuenta las circunstancias del fracaso de la Revolución Francesa, lo cual no fue a causa de las acciones extremistas del terrorismo, sino por no haber encontrado vías para consolidar a las masas y dirigirlas tanto en contra de los parásitos grandes como de los pequeños.

En el guion aplicado a la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por parte del jefe de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), entre 1953 y 1961, Allen W. Dulles, se propició de una forma “activa y constante (…) el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios”, y su “principal apuesta” fue “la juventud”, la cual “corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos”.

Las causas del fracaso del socialismo en la ex URSS, merece siempre una mirada crítica y aleccionadora por parte de Cuba, tanto aquí y ahora, como hacia el futuro. Para corroborar esto último, ahí está “el precedente del mítico “tío Basia” (la figura del especulador clandestino a gran escala surgido en la era Brezhnev), quien con los pingües beneficios acumulados en 20 años arrasa hoy con dinero constante y sonante en las subastas de la propiedad estatal”, como reseñó la revista Bohemia en julio de 1992.

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