Los reporteros gráficos de los diarios capitalinos lo llamábamos “Caballo Loco”, por su osadía tratando de captar los momentos más dramáticos de la lucha cuerpo a cuerpo entre los estudiantes que protestaban contra los desmanes de la tiranía de Batista. El escenario era casi siempre el mismo: la calle San Lázaro desde la escalinata de la Universidad de La Habana, hasta la esquina de Infanta y San Lázaro, lugar donde se congregaba la mayor parte de las fuerzas represivas y donde los estudiantes se batían a puño limpio y recibían las más brutales golpizas.
Allí veíamos a Tirso Martínez (1915-1990) tirando fotografías y sorteando riesgos. No era el único, también estaban Paco Altuna y Fernando Fernández de El Mundo, Isaac Astudillo, Arístides Reyes y Narciso Báez de Prensa Libre, Caballero Claro del Diario Nacional, Bebo Guerrero y Mario Collado de Alerta, Miguel Ángel Díaz y Panchito Pérez de El País, Generoso Funcasta de Carteles, Rubén González de Información, Luis Martínez Paula de Mañana, Delio Valdés de El Crisol , Amador Vales de Bohemia, Pepin Ortiz, los camarógrafos Marcelo Moiño, Guayo, Bebo Alonso, O’Reilly y alguno más que se nos escapa de la memoria y que casi siempre coincidíamos para reportar estos sucesos que protagonizaban los muchachos de la colina.
Todos los reporteros gráficos eran tan mañosos como Tirso, pero éste le añadía un toque personal extra a su explosiva audacia. Vestía siempre un pantalón negro con una camisa roja, o una corbata roja y negra o unas medias rojas con zapatos negros. Así andaba, con alguna prenda o detalle rojo y negro que evocaba la bandera del 26 de Julio. Y así iba también a la temible Quinta Estación de Policía, en Belascoaín, o la Novena de Zapata o al Buró de Investigaciones, cuando los coroneles Ventura, Carratalá u otros jefes policiacos convocaban a la prensa para presentar a los revolucionarios que habían apresado y la propaganda, armas o explosivos que ocuparon.
Era una provocación. Pero allí, entre los colegas de la prensa de otros diarios, Tirso estaba seguro. Sin embargo cuando reportaba las manifestaciones estudiantiles y comenzaba el forcejeo con la policía esta aprovechaba la oportunidad y en medio de la confusión le daban algún porrazo o le rompían la cámara. No pocas veces, en las notas de protesta que publicaban los diarios cuando los policías agredían a los periodistas, reporteros gráficos y camarógrafos durante su quehacer informativo, apareció el nombre de Tirso Martínez entre los agredidos.
Para colmo, como muchacho travieso que disfrutaba haciendo alguna maldad, aprovechaba cualquier oportunidad para pintar con una tiza el número 26 en las paredes de las calles o colocar pegatinas en las carrocerías de los autos e incluso de las perseguidoras policiacas, en las mismas narices de los guardias.
Tirso nació en la Habana el 7 de julio de 1915. A los 7 años murió su padre, que era el sostén de la casa. Su madre tuvo entonces que comenzar a trabajar de cocinera en una casa de ricos y estos le consiguieron una beca para el niño. Estudió hasta el primer año de Bachillerato y se graduó de taquigrafía y mecanografía; sus inicios laborales fueron en una farmarcia y en la clínica “La Inmaculada”. En aquellos tiempos fue de los organizadores más entusiastas del Sindicato. En una reunión clandestina en el sótano de la clínica los trabajadores fueron sorprendidos por la policía y llevados a la prisión militar de la Cabaña. Tirso y sus compañeros estuvieron presos varios meses hasta que fueron amnistiados por el gobierno del presidente Mendieta (1934-35).
Como había perdido el trabajo y la policía continuaba hostigándolo, decidió ir a los Estados Unidos donde realizó distintos trabajos, entre ellos el de fotógrafo. A su regreso a La Habana, en 1946, gracias a su perfecto dominio del inglés, encontró trabajo en la empresa naviera Ward Line. Pronto los trabajadores descubrieron en Tirso al sindicalista que sabía defender sus derechos y lo eligieron secretario general. Fue un látigo para los empresarios en las discusiones de los convenios colectivos de trabajo. Su firmeza, conocimientos y experiencia sindical eran un dolor de cabeza para los empresarios navieros. Durante el gobierno de Prío fue despedido de esa empresa y al no encontrar otro lugar que le diera empleo tuvo que convertirse en fotógrafo de calle para ganarse la vida y colaborar con el periódico habanero editado en el idioma inglés “Havana Post”. Así lo sorprendió el 10 de marzo de 1952.
El espíritu rebelde de Tirso encontró sintonía con los jóvenes universitarios y comienzo a reunirse con ellos en el sótano de la Escuela de Derecho, entre los cuales estaba Fidel Castro. Ayudó a José Antonio Echeverría, Fructuoso Rodríguez y otros dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria en su lucha contra la dictadura. Retrató las actividades revolucionarias de la FEU las cuales se reprodujeron en la Revista “Alma Máter” durante su etapa clandestina (12 de abril de 1952 hasta 1958) dirigida a los estudiantes y al pueblo.
En 1953 logra una plaza de reportero gráfico en el diario Avance y también otra, de suplente, en Información. Durante sus turnos en la redacción, se le veía al lado de la radio de la policía – en aquellos tiempos los periódicos tenían una planta que monitoreaba las comunicaciones entre las jefaturas y las perseguidoras, permitiendo a los reporteros conocer el lugar y la envergadura de los sucesos en tiempo real. Esa rutina de escuchar la radio policiaca le permitió ser uno de los primeros en llegar a los grandes acontecimientos como en la masacre de la Embajada de Haití, donde lo golpearon y rompieron su cámara, al asalto a la Universidad, el ataque al Palacio Presidencial, la caída de José Antonio Echeverría (Manzanita) en la Universidad, la matanza de Humboldt 7, las combativas marchas estudiantiles, en fin con su cámara captó casi toda la historia gráfica de las luchas estudiantiles y del pueblo habanero.
A finales del mes del mes de octubre de 1958 Tirso desapareció de la capital. Ninguno de sus familiares y amigos sabíamos de él y temimos por su vida. Reapareció a mediados de diciembre todo jubiloso y dijo: – “He retratado al Che”. Sucedió que los compañeros de la propaganda del 26 de Julio en La Habana le encomendaron encontrarse con el Comandante Ernesto Guevara, quien había llegado a Las Villas el 16 de octubre de 1958 al mando dela columna invasora “Ciro Redondo” y había establecido su campamento en Caballete de Casas. Allá fue Tirso, estuvo casi dos meses con el Che y lo retrató en la planta de Radio Rebelde a través de la cual conversaba el Che con Fidel y Camilo y en distintas actividades guerrilleras. A su regreso a la Habana entregó una gran cantidad de fotos para publicarlas en un número especial del boletín “Revolución”, que circulaba clandestinamente dando a conocer las victorias de Fidel y lo cercano que estaba el fin de Batista. Noticias que la censura batistiana no permitía que la prensa cubana publicara.
En la madrugada del primero de enero 1959, con la huída del tirano Batista repicaron las campanas, el pueblo salió feliz a las calles enarbolando banderas cubanas, del 26 de Julio y del Directorio. Los revolucionarios abandonaron el clandestinaje y sacaron pistolas, revólveres y escopetas de caza, para evitar saqueos, ocupar las estaciones de policía, apresar a criminales y delatores y preparar la entrada triunfante de la Caravana de la Libertad a La Habana. Entre ellos estaba Tirso, con una cámara colgada al pecho y una escopeta calibre 22 en sus manos. Por orden del Movimiento 26 de Julio en La Habana, le ordenaron ocupar el periódico Avance. Así comenzó su andar como soldado y fotógrafo fundador del diario Revolución.
En aquellos años iniciales Tirso fue más que fotógrafo, uno de los dirigentes más activos del colegio de Periodistas, reorganiza la institución, sugiriere poner coletillas aclaratorias a las informaciones falsas que publicaba la prensa y dañaban la Revolución, fue decano en funciones del Colegio Provincial de Periodistas, creador de las Milicias “Félix Elmusa” en la Asociación de Reporters de La Habana el 16 de enero de 1960 y desde ese día Tirso solo vistió el uniforme de miliciano.
El alzamiento de grupos contrarrevolucionarios en el Escambray encendió de nuevo sus inquietudes fotoperiodisticas y en el mes de diciembre de 1960 se incorporó como corresponsal de campaña del diario Revolución en la llamada Limpia del Escambray. Serían sus armas inseparables una cámara Rolleiflex y una sub ametralladora de fabricación checa.
Cuatro meses después, con estas mismas armas el fotorreportero Tirso Martínez viajó a Playa Girón para reportar la invasión mercenaria, llenando de fotografías las páginas de Revolución, entre ellas la histórica fotografía del Comandante en Jefe Fidel Castro saltando victorioso de un tanque T34 tras la derrota de los invasores, captada en la tarde del 19 de abril de 1961.
Esta imagen símbolo de la primera derrota del imperialismo yanki en América, está grabada en la medalla conmemorativa “Victoria de Playa Girón”.
Fuentes:
• Entrevista a Tirso Martínez en el diario Granma Junio de 1966
• http://www.fidelcastro.cu/es/articulos/la-imagen-que-ha-inmortalizado-la-gesta-de-giron
Excelente historia. Volveré a esta página por más información. Gracias.