Está ingresada en el Hospital Naval, aún por sospechosa de coronavirus y sin confirmación hasta este momento, Mireya Santana, mi querida colega, mi hermana desde aquellos traviesos años juveniles en las aulas de la Universidad de La Habana.
Quien pudo presenciar la entrevista que le hiciera para la televisión el colega Julio Acanda -¡siempre de explorador adelantado!- confirma que Mireya en sus palabras cumple tres principios esenciales de ese ser humano “promiscuo” humanamente que es el periodista: la sensibilidad, y la sinceridad y ojos para el detalle.
Sinceridad, porque al contar la historia que la llevó hasta ese saludable encierro en el hospital, y al connotar todas las atenciones que recibe allí, no dejó de expresar que, a pesar de las mejorías, siente miedo, mucho miedo.
Sensibilidad, porque todo lo que habló y narró, lo hizo desde la emoción y el agradecimiento. Y ojos para el detalle porque, cuando todos honran a nuestros médicos, enfermeros y paramédicos, que están en la mismísima frontera del coraje y el total desprendimiento, ella reparó en la señora pantrista que la alimenta. Esa señora llevaba 16 días sin salir de allí, alimentando a Mireya, y alimentándole algo más: la fé y la esperanza.
Cuando llamé por teléfono a Mireya -que tiene habilitado el número 77680914 en su habitación-, solo me pidió que yo viera la entrevista con Julio Acanda, para confirmar que ella habló bien. Y esta mañana la llamé para ratificarle que habló como es ella (Esa es una virtud del buen periodista).
Como la entrevista era vía teléfono, Acanda situó en la imagen fotos de Mireya en otros momentos: Una alzando una copa, brindando para siempre por su vida, la de su hija Milena y el tropel de sus nietos. Otra recibiendo un homenaje por el Día del periodista. En las dos fotos, lo que llama la atención, lo que siemnpre me ha subyugado de Mireya, es el brillo de alegría y vitalidad en sus ojos, que no han envejecido desde que la conocí en aquellos traviesos años juvenies.
Ahora Mireya es el símbolo de la tozudez del cubano por la vida. En sus ojos palpita la esperanza de un país insumergible.
(Tomado del Facebook del autor)
En la entrevista Julio me dio la oprtunidad de ver a la Mireya que yo conozco: sesible,humana y periodista siempre, con los ojos prestos a captar lo importante y profundo en cada situación. Temor… por supuesto debe haberlo tenido, pero su confianza era mayor y ella, con sus ojos en mi mente, me lo hizo saber. Tuvo miedo, pero tiene confiaqnza que es lo fundamental. Así me lo hace saber cada día q2ue hablo conella desde allí, desde ese cuarto de hospital