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amiliares y amigos del desaparecido periodista y Premio Nacional de Periodismo José Martí, Jacinto Granda de la Serna, se reunieron este jueves en el Instituto Internacional de Periodismo, para evocar su trayectoria como periodista y dirigente revolucionario.
En el encuentro conducido por Zenaida Ferrer, amiga y subordinada de Granda en Juventud Rebelde, se evocó la trayectoria del intelectual que unió a su pluma cualidades humanas que lo distinguen entre sus congéneres; “era un hombre honesto, fiel, buen amigo, no podíamos pasar por alto traerlo redivivo entre nosotros”, aseguró Ferrer al iniciarse el conversatorio.
El Premio Nacional de Periodismo José Martí, Jacinto Granda -quien nació el seis de junio de 1945 y murió el pasado 21 de diciembre -, se incorporó desde joven a la obra de la naciente Revolución. Descolló por sus cualidades periodísticas, excelente cronista y hacedor de reportajes, pero relegó su vocación a un segundo plano para dedicarse a la dirección de varios medios de prensa: fue director de los periódicos Juventud Rebelde y Granma, y vicepresidente de publicaciones de la Agencia Prensa Latina, donde dirigió el periódico Orbe, entre otras actividades desempeñadas por él.
Granda se destacó por su carácter jovial, alegre, dicharachero, “un bromista por excelencia” al decir de sus amigos pero con una cualidad innata, según Antonio Moltó, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, “era un tipo avispado, sabía dónde estaba la noticia y dónde ubicarla. Hombres como él hicieron historia en el periodismo cubano”. Moltó también alabó los méritos por los cuales se le otorgó el citado premio.
Entre los asistentes (colegas como Lázaro Barredo y Ovidio Cabrera, que se alzaron tan jóvenes como él para hacer de Juventud Rebelde un buen periódico), primó un criterio unánime: la humildad que caracterizó la vida y obra de Jacinto. “De él tenemos que hablar en presente, aseveró el colega de PL, José Bodes, es uno de los pocos periodistas buenos y que nunca hizo alarde de sus cualidades”.
Al evocar a Granda la también Premio Nacional de Periodismo José Martí, Juana Carrasco, se remonta al año 1965 cuando él la entrevistó para incorporarse a ejercer la profesión más hermosa del mundo- según Gabriel García Márquez- “aunque entré a trabajar a Granma y él estaba en Juventud Rebelde como director, entre ambas publicaciones existían muy buenas relaciones, por eso lo fui conociendo poco a poco. Jacinto es una de las personas fundacionales del periodismo revolucionario cubano”.
Para su esposa, Mirella Guzmán Carmenaty, el encuentro le confirmó la alta valía en que tienen a Jacinto los profesionales de la prensa cubana. En sus palabras mostró el profundo amor que existió entre ellos, quienes permanecieron por más de cincuenta años casados. “Me enamoré de él por lo romántico que era, aún guardo sus cartas de amor, fue muy buen esposo, padre y abuelo. Cuando me regalaba algo, lo acompañaba de una nota, donde expresaba sus sentimientos de una forma muy romántica”.
Y a propósito de esa faceta de poeta, poco conocida, varios compañeros evocaron, entre ellos Víctor Joaquín Ortega (también Marcelino Ortiz), cómo se intercambiaban poemas y se daban aliento unos a otros, en una época donde el ejercicio de la poesía (entre representantes masculinos) no era bien visto por todos. “Su calidad cómo poeta es indiscutible, uno de sus poemas está incluido en una selecciónde poemas latinoamericanos, hecha y publicada por Ernesto Cardenal quien, sin conocerle dijo que su poesía era excelente”, acotó Víctor.
La capacidad de dirección que poseía y sus cualidades para unir a los colectivos donde laboró no mermaron su carácter bromista, de tener siempre un chiste a flor de labios, pero de saber ser exigente y comprometido con una causa cuando era necesario, por ello Hugo Rius, otro Premio Nacional de Periodismo José Martí, se siente acompañado por Jacinto cada día, “lo siento con sus chistes, sus bromas, sus reflexiones serias y sabias. Tenía un rasgo que definió su vida, su consagración a una empresa, inicialmente a la fundación de Juventud Rebelde”.
Maité Marrero, de Publicaciones de PL, donde se jubiló y aun seguía laborando Jacinto, trajo dos momentos especiales al diálogo, la lectura de una de las Estampas Cubanas escritas con fino humor por Jacinto para la revista Habaneras por varios años, y la crónica que como despedida a su fructífera vida le dicaron los colegas de Orbe, tras su deceso.
Durante una hora y media los asistentes al conversatorio intercambiaron recuerdos y anécdotas de las cuales fuera protagonista Jacinto Granda, dejando para todos una lección profesional desde su humildad y su tesón: “Jacinto le hizo a la modestia, un pedestal”. “Jacinto, no se nos va, nos convida a seguir trabajando, a contar historias, esas que él siempre buscó, con toda la veracidad, sus claros-oscuros, sus colores, algo que sigue siendo un reto para quienes abrazamos esta profesión.
