Por: Richard López Castellanos
A Fiffe le quedaban sueños y deseos de hacer. Hacía por su familia, por los demás y aún por su trabajo como colaborador de los espacios informativos de la emisora de Baracoa.
“Richard, me enteré de que tú tienes una casa con patio”, me dijo hace cuatro días para introducir un diálogo cuyo fin era ofrecerme unos hijos de matas de plátano que tenía en un reducido y bien aprovechado terreno detrás de su casa.
Hoy (lunes 3 de febrero de 2020) comencé a ver marcado el día con la noticia de que Rubén de León Fiffe Ortiz, periodista de trascendencia durante décadas en La Voz del Toa, murió en la madrugada de un infarto.
Otra vez la infausta muerte. Otra vez la perpetua idea de que dejamos este mundo cuando menos se espera, de que nadie está listo para la despedida, y de que siempre se adelantan en irse los buenos.
Tenía 64 años y menos de uno de jubilado. Mientras ejerció lo caracterizó su caudal de conocimiento y una notable habilidad para construir informaciones y comentarios, como si confiara demasiado en sí mismo y bastara con eso.
Fueron también un sello sus coberturas de primer nivel y su gusto por ir al campo a encontrase con los campesinos, entrevistarlos, escucharles un tono y lenguaje únicos al hablar de siembra, de crianza de animales, ofreciendo un café colado y algo que se pudiera poner más tarde en la mesa a la hora de comida.
Era de contar, de hacer cuentos verdes, de compartir experiencias personales en las que nunca faltaban el gozo, los aprietos y quizás algo de invención en honor a la creación consustancial al periodismo.
Le gustaba la risa colectiva, pero si no, sabía celebrarse y soltaba la suya, estentórea, liberadora de tensiones entre párrafo y párrafo, entre día y día.
Pero nada igualaba su humildad, lo mismo al tender la mano que al recibir una crítica por su labor o ponderar sin recelo el quehacer de un colega.
Duele entonces que se vaya. Halle buen destino.
Ninguna crónica, por sentida que sea, puede recoger tanta consternación por una muerte inesperada de alguien que supo ganarse el cariño de todos sus colegas. Pero vale el intento. RadioBaracoa recogió el sentir de Richard López y de muchos otros periodistas de La Voz del Toa en textos, imágnes y videos..