Cinco años de aquella mañana en la que regresaron, libres, tres de los Cinco Héroes que aún permanecían injustamente en cárceles estadounidenses. Y solo por la felicidad de esas familias y de todos los cubanos que reclamaron durante más de una década el regreso, ese 17 de diciembre de 2014 valió la pena.
Un lustro también del anuncio conjunto de los gobiernos de Cuba y EE.UU. en el que abrieron un camino –diferente– hacia la normalización de los vínculos. Una veintena de acuerdos se alcanzaron, entre ellos, el restablecimiento de relaciones diplomáticas.
Acuerdos que cinco años después se mantienen –al menos formalmente– pero inoperantes por el giro de timón que dio la administración de Donald Trump en junio de 2017 con su Memorando Presidencial anticubano.
Me piden opinión sobre el tema, incluso aplicar la “futurología” para saber qué pasará, pero creo que lo más importante ahora mismo es aprender de lo que nos deja la historia reciente.
Lo primero es que tras más de cinco décadas de bloqueo y agresiones, una relación diferente entre Cuba y EEUU, se demostró que es posible, así lo corroboran los acuerdos alcanzados en materia diplomática, migratoria, de cumplimiento de la Ley, de Transporte, de lucha contra el tráfico de drogas, la cooperación en aspectos medioambientales y de prevención de derrames de combustibles en el mar que nos une.
Pero esa relación diferente solo será posible si ambos tienen voluntad política para ello. Cuba lo ha reiterado, pero el gobierno de la nación norteña respondió –en la era Trump– con más bloqueo, además de la activación del Título III de la Helms Burton, con persecución financiera y creciente agresión e intentos de descrédito que han llevado prácticamente a cero las relaciones: degradaron su Embajada aquí con el cuento de supuestas afectaciones de salud y ya nadie habla de esa mentira mil veces dicha; expulsaron a los diplomáticos nuestros de allá; hay cero cooperación bilateral, cancelaron los cruceros y le dieronun tiro de gracia a los vuelos directos a Cuba, excepto a la capital; dejaron los servicios consulares al mínimo en La Habana; existen canales diplomáticos pero con poca comunicación o diálogos, sin hablar de la injerencia en los asuntos internos de Cuba y el apoyo directo a la contrarrevolución.
Entre 2015 y 2016 se demostró –vecinos que somos– que hay intereses suficientes de las dos partes para trabajar de conjunto. Los principios para avanzar están claros, pero en calidad de iguales, sin presiones, ni chantajes.
El otro aspecto que quiero subrayar es que muchos aseguraban que el camino era irreversible y el pequeño grupo anticubano encabezado por Marco Rubio, Mauricio Claver Carone y compañía –eso sí, bien articulados– descarrilaron la política hacia Cuba y nos mostraron el poder que tienen, sin la tan anhelada presión del sector empresarial estadounidense que se ha quedado pasivo ante las medidas anticubanas.
Nuestra Cancillería ha dicho recientemente que desea buenas relaciones con Estados Unidos, pero que estamos preparados para un escenario de ruptura.
El lobby anticubano ha construido y puesto en el camino obstáculos suficientes para que en el futuro sea complejo retomar los vínculos. Nos queda bien claro en este ajedrez que mientras exista y se mantenga en vigor la Helms Burton que convirtió en Ley y mandato el bloqueo, cualquier intento de acercamiento entre Cuba y EE.UU. para construir una relación diferente y sostenible, estará ante el escollo de un jaque mate.
Son muchos los intereses que tiene el gobierno de los Estados Unidos con la Mafia cubano-americana, que de cubana no tiene absolutamente NADA. Sienten como yanquis de la peor calaña. El $ es su Dios y su ideología. Han logrado mucho dinero en sus vandálicos ataques mediáticos y acciones guerreristas contra Cuba. Ese es su principal negocio del que no quieren desligarse y continuar obteniendo muchas ganancias. Mientras esos mafiosos tengan poder estaremos en pie de lucha para preservar nuestras conquistas , avanzar y resistir hasta VENCER.