La villa de San Cristóbal de La Habana celebra en el presente mes los quinientos años de fundada, con la fiesta más grande de su historia y el envidiable título de “Ciudad Maravilla”, una de las siete del mundo moderno.
La Habana se estableció oficialmente el 16 de noviembre de 1519 en la última de sus tres ubicaciones conocidas, pero entonces no existían aún periodistas, fotorreporteros o diarios que publicaran alguna noticia o ilustración del suceso y sólo los escribanos y notarios dieron fe de la constitución de la villa en documentos que se perdieron en el tiempo. Toda la historia y leyendas que conocemos de ese día han girado alrededor de una frondosa ceiba que sirvió de cobija a la ceremonia inaugural y la primera misa.
Cuando murió el árbol original los habaneros lo reemplazaron por otro y así lo han hecho a través de generaciones cada vez que hay necesidad de renovar el árbol que simboliza la fundación de La Habana. En 1754 se erigió a su lado una columna conmemorativa que lo recuerda.
Tres siglos después, el 19 de marzo de 1828, el entonces Capitán General de la Isla, Francisco Dionisio Vives, le dio más realce al lugar construyendo una edificación conocida como El Templete, cerca de la ceiba y de la columna conmemorativa, y le pidió al célebre artista francés radicado en Cuba y director de la Academia de Pintura y Dibujo de San Alejandro, Jean Baptiste Vermay, que engalanara el interior del edificio con imágenes de la inauguración de la ciudad y la del Templete.
Vermay pintó tres cuadros. El primero, que está entrando a la izquierda, representa la celebración del primer cabildo que fundó La Habana integrado por los regidores que habían sido elegidos por los vecinos “a campana tañida” y estos, a su vez, nombraron al alcalde y los procuradores. Los regidores tenían a su cargo las medidas necesarias para asegurar el orden, el bienestar de los vecinos y el progreso de la Villa. El Alcalde, electo por los regidores, cumplía y hacia cumplir las disposiciones de las autoridades superiores, presidía las sesiones del Cabildo y era el Juez en lo civil y lo criminal. Los procuradores también eran elegidos por el Cabildo y lo representaban ante las autoridades superiores.
En el lateral derecho del pequeño edificio existe otro lienzo del mismo lugar y momento que representa la primera misa que bendijo la villa y sus pobladores. Según las prácticas de aquella época y en especial de la monarquía española, no se concebía la fundación de una villa sin “un cuartel para la represión y una iglesia para el catequismo”. Estos dos lienzos, El primer cabildo y La primera misa fueron pintados en tres meses durante el año de 1826 , fruto de los estudios que realizó Vermay sobre la fundación de La Habana y de su prodigiosa interpretación e imaginación, pues además de pintor era arquitecto, escenógrafo y decorador.
El tercer cuadro y mayor de todos se encuentra frente a las puertas captó la escena del 18 de marzo de 1828 durante la inauguración del Templete. Este lienzo comenzó a esbozarse ese día y fue terminado y colocado en el lugar cuando se terminó de pintar meses después. A diferencia de los otros dos, Vermay fue testigo presencial de la ceremonia y reprodujo la escena tal como realmente aconteció, pintando las figuras del gobernador general de la Isla, Francisco Dionisio Vives, del obispo Juan José Díaz de Espada oficiando la misa y a un centenar de asistentes que representaban al gobierno, el ejército, la marina, distinguidas familias habaneras y el clero con una fidelidad asombrosa.
Es curioso ver que el propio Vermay se incluyó en el cuadro haciendo apuntes de la escena y a su esposa Louise Long de Percival la pintó entre un grupo de damas arrodilladas. Actualmente, los restos de ambos reposan en el mismo centro del salón del Templete, dentro de una urna de mármol y al lado de un busto del maestro.
Todo esto lo fotografiamos en fecha reciente mi gran amigo y colega José A. Martín y yo en la cuna de La Habana, el Centro Histórico, admirados de que tanta historia pueda ser constatada por miles de compatriotas y visitantes en aquellos expresivos lienzos que han sido esmerada y pacientemente restaurados y conservados por los especialistas del Gabinete de Restauración de pintura de caballete Jean Baptiste Vermay.
Ya en la Plaza de Armas apreciamos el Castillo de la Fuerza, la primera fortaleza de La Habana, y en la cúspide de la garita más alta la Giraldilla, la primera escultura fundida en la capital que sirvió de veleta a los navegantes y de leyenda de un amor que nunca regresó. Al Palacio de los Capitanes Generales, el edificio hoy convertido en Museo de la Ciudad, llegamos para visitar el milagroso lugar desde donde ha renacido La Habana: la Oficina del Historiador de la Ciudad creada por Emilio Roig de Leuchsering y continuada y fortalecida por Eusebio Leal Spengler. Sus luchas, desafíos y esperanzas, han hecho de La Habana la ciudad más feliz de su existencia, orgullo de todos los cubanos y cubanas.
Fuentes:
- Revista Opus Habana, Vol. I, No. 4, 1997, pp. 31-38.
Agradecimientos:
Magda Resik Aguirre, directora de Comunicación de la Oficina del Historiador de la Ciudad y de la emisora Habana Radio.
Michael González Sánchez, Director general UP Patrimonio Cultural, de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
No existen palabras de elogio para la oficina del historiador que comúnmente llaman de la ciudad, yo en lo particular lo llamo de Cuba aunque su facilidad de expresión y conocimiento lo eleva al rango de Historiador de America .Gracias Gracias Gracias en Nombre de Cuba .
Don. Eusebio Leal, La patria os contempla Orgullosa
M. Vázquez AULD.