El vicepresidente de Noticias Internacionales de The Associated Press (AP), Ian Phillips, entrevistó este martes al canciller cubano Bruno Rodríguez en las oficinas centrales de la agencia, en Nueva York, unos días después de su participación en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Habla de las nuevas arremetidas de la administración Trump para endurecer el bloqueo, de las campañas contra la cooperación médica cubana y otros temas.
A continuación la transcripción de la entrevista, realizada en español:
—Quisiera empezar hablando de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. ¿Cuál es el estado actual de los contactos entre los dos gobiernos. Y usted ha hablado con algún funcionario americano?
—No, no he tenido ningún contacto oficial, lamentablemente. Hay un retroceso en la relación bilateral, sin embargo, se mantienen algunas áreas de cooperación, sobre todo en el ámbito de aplicación de la ley y seguridad nacional.
Pero lo que define el estado actual de las relaciones es un fuerte endurecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero que está provocando daños humanitarios y daños económicos, y afectando a todas las cubanas y cubanos; a los cubanos que residen en los Estados Unidos y en otros países, y a los propios ciudadanos norteamericanos debido a la prohibición de viajar a Cuba.
Es lamentable, nosotros esperamos que sea una coyuntura pasajera.
—¿Para qué fin? ¿Cuáles son los objetivos, a su entender, de esta política americana?
— Sería útil preguntarle a la Casa Blanca o al Departamento de Estado. Es difícil comprenderlo. Hay un memorándum de abril de 1960 que define esa política, lleva la firma de Mallory. El objetivo que define ese memorando es provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno a partir del reconocimiento de que no hay una verdadera oposición en Cuba.
A mí me parece que hoy es un remanente de la Guerra Fría, es totalmente obsoleto, violatorio del derecho internacional e incluso de la Convención de Ginebra contra el crimen de genocidio que tipifica los actos de bloqueo a Cuba como un acto de genocidio que no es mera semántica, es decir el articulado de ese tratado.
También hay una sensación de frustración, un enfoque ideológico y una motivación política electoral que lamentablemente prevalece muchas veces cuando se mira a Cuba desde el Gobierno o desde las élites políticas desde los Estados Unidos.
Y vivimos una época en que parece que se confunde bastante la política exterior con la política interna, o las elecciones en este país, particularmente en el estado de la Florida, cuando se trata de Cuba.
— Nadie esperaba un año con tantos progresos hacia Corea del Norte, por ejemplo. No se puede descartar alguna reunión con Irán, pero de Cuba no se habla en este país. Logísticamente, ¿cómo se manejan ustedes con ellos si no pueden transmitir ideas, si no pueden hablar de “breakthroughs” en la relación bilateral?
—Siempre ha habido canales de comunicación entre los dos gobiernos y si el “establishment” político estadounidense que quisiera avanzar con Cuba, tiene los medios perfectamente establecidos para hacerlo, incluida la existencia de embajadas en ambas capitales, cuyo normal funcionamiento ha sido lamentablemente afectado por reducciones de personal o el corte de los servicios consulares en la embajada de Estados Unidos en La Habana, que afecta seriamente a la reunificación familiar y los viajes de los cubanos a Estados Unidos.
Seiscientos mil estadounidenses visitaron a Cuba el año pasado; 400.000 cubanos que residen en los Estados Unidos también, y en los últimos años un millón de cubanos ha visitado por periodos cortos a los Estados Unidos. De manera que hay un vínculo importante entre ambos pueblos, entre numerosas instituciones.
Los vínculos culturales son esenciales en la comunicación entre ambos pueblos. Persiste cooperación, como mencioné antes, en ámbitos como el de la aplicación de la justicia, la aplicación de la ley, la cooperación judicial, a pesar de una coyuntura política muy desfavorable.
Ha habido una intensa cooperación judicial en los últimos dos años y medio, en que juntos hemos podido actuar contra crímenes cometidos en los Estados Unidos o en Cuba por ciudadanos estadounidense o cubanos, respectivamente. También frente al narcotráfico, frente al crimen internacional organizado, contra el tráfico de personas; se han realizado esfuerzos contra el terrorismo y también en el plano ambiental que es una gran prioridad de Cuba respecto a los mares comunes, aspectos ambientales comunes, derrames de petróleo en la zona común.
Pero es muy lamentable que no haya canales de comunicación oficial y que no haya encuentros ni siquiera para tratar asuntos que son de la mayor prioridad, no sólo de Cuba sino del gobierno de los Estados Unidos, como los asuntos migratorios, por ejemplo.
—Entonces, ¿todo depende de las elecciones de 2020 para ustedes, en cuanto a posibles progresos y hasta entonces?
—No, yo creo que no. Yo me declaro sumamente optimista, porque a mí me parece que hay una acumulación histórica, hay una tendencia histórica que es irreversible. Las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba nunca podrán ser iguales a las anteriores a diciembre de 2014. Ha habido acontecimiento esenciales, ha habido niveles de comunicación y conocimiento mutuo entre ambos pueblos que son irreversibles.
De manera que es probable que haya una coyuntura política desfavorable, en particular durante el año electoral que siempre es difícil para nosotros, siendo la Florida un estado pendular al que se mira probablemente desde un cálculo político erróneo, si se piensa que endureciendo el bloqueo a Cuba ni revirtiendo los avances bilaterales se obtendrá un mayor número de votos.
Está demostrado que la mayoría de los cubanos que viven en la Florida apoyan el avance a la normalización de relaciones y el levantamiento del bloqueo, y mientras más jóvenes son el apoyo es aún mayor. De todas maneras las coyunturas políticas siempre son efímeras.
Nosotros tenemos toda la voluntad política de avanzar desde ya. Mientras más se endurezca el bloqueo y se restrinja a los norteamericanos el derecho de visitar, conocer Cuba, hablar con los cubanos, formarse su propia opinión, recibir información de primera mano, más se abrirá a Cuba a las visitas de ciudadanos estadounidenses, a sus organizaciones no gubernamentales, a la sociedad civil.
Más importante será para nosotros el desarrollo de los vínculos culturales, científicos, académicos, deportivos. Hoy yo no creo que esté en manos de ningún gobierno impedir en un mundo globalizado y entre dos países que tienen muchos aspectos culturales comunes y una larga historia común, impedir que estos vínculos aumenten o que se restrinjan los flujos de libre y verdadera información.
—Usted dijo en la Asamblea General que Cuba ha tenido “inmorales invitaciones” a que el país traicione sus principios a cambio de petróleo. Usted habló de “dudosas amistades” ¿A qué se refería usted? ¿De qué países vinieron estas ofertas y a cambio de qué?
—Cuando se expresa de esa manera desde un cargo diplomático oficial lo hace con determinada razones. Si no, hubiera sido más explícito yo en Naciones Unidas, pero puedo decirle que sí, que en este período el país ha recibido muchas amenazas, directas e indirectas, de endurecimiento inédito del bloqueo estadounidense contra Cuba.
Hemos visto listas de sanciones extremas que parecerían obedecer a un estado de guerra más que a la relación entre una gran potencia que está a 90 millas de las costas de una isla pequeña que cabe holgadamente en la bahía de Hudson.
Pero es verdad que el último pretexto para el endurecimiento del bloqueo a Cuba ha estado relacionado con desarrollos hemisféricos o regionales, y es cierto que se ha amenazado a Cuba con medidas aún más extremas de bloqueo si no cambia posiciones que para nosotros son esenciales de política exterior. Y también es verdad que se nos ha ofrecido petróleo en condiciones preferenciales a cambio de hacerlo. Nosotros hemos respondido que no cambiaremos dignidad por petróleo.
—¿Puede ser más explícito en cuanto a de dónde vienen estas oferta? ¿Vienen de los Estados Unidos, de terceros partidos?
—Aunque debo reconocer que las acciones de bloqueo más recientes de los Estados Unidos, de los últimos seis meses, contra los embarques de petróleo a Cuba han sido brutales, inéditas, no convencionales, no propias de una situación de normalidad internacional; en una persecución desaforada de los transportes de combustible por vía marítima, sanciones contra las compañías transportadoras, amenazas contra los gobiernos de registro o bandera de esos buques, sanciones contra las compañías aseguradoras y reaseguradoras, que nos han creado una situación de desabastecimiento muy temporal ahora a principios de septiembre.
A mí me parece que la respuesta está en su propia pregunta. Es decir, ¿quién podría amenazar a Cuba con mayor endurecimiento del bloqueo norteamericano?
—¿Y tiene que ver con la postura de Cuba hacia Venezuela? ¿O es una mezcla de Venezuela y el socialismo en Cuba?
—Habría que preguntarle a los autores también de esta posición altamente ideológica, y muy muy electoralmente motivada. A mí me parece que el asunto esencial hoy es electoral, francamente. Es mi impresión más sincera.
Sin embargo, a mí me parece que hay dos elementos: uno este regreso al pasado en muchos aspectos de la política estadounidense hacia la América Latina y el Caribe, el resucitar doctrinas, por favor, que ni siquiera en otra época fueron correctas o fueron moral o siquiera funcionaron, como la Doctrina Monroe; o una atmósfera de macartismo que parece que estamos retornando a décadas superadas históricamente por la humanidad y por la sociedad estadounidense. El hemisferio ha cambiado, América Latina y el Caribe han cambiado, o se han dotado de instrumentos propios, y no aceptan ser tratados como en el pasado, como el patio trasero de los Estados Unidos, ni ser amenazado con una diplomacia de cañonera, como se le llamó entonces.
De manera que yo siento que sí, que efectivamente funciona como pretexto la relación de Cuba con Venezuela, que es una relación mutuamente respetuosa, basada en el derecho internacional y en la solidaridad entre dos países latinoamericanos y en un modelo de cooperación sur-sur que es ejemplar y que Naciones Unidas promueve.
Y de otra parte, también el atacar un modelo político que funciona, que es exitoso; un modelo económico y social que también funciona y es exitoso, porque ha aguantado por seis décadas el peso de un bloqueo y de un régimen de sanciones como éste, que ha costado a Cuba más de 900.000 millones de dólares acumulados al valor del oro, más de 138.000 millones a precio corrientes para una economía pequeña y una población pequeña.
Ambos son esencialmente pretextos, y que tanto el enfoque de la oleada de latinoamericanos invadiendo los Estados Unidos, o la presencia de decenas de miles de soldados cubanos en Venezuela son argumentos políticos.
El señor Bolton constantemente hatuiteado de la presencia de 20, 25.000 soldados. Curiosamente el presidente de Brasil acaba de subir esa cifra a 60.000 soldados armados en Venezuela que es ridícula, calumniosa y pura propaganda, porque nosotros no tenemos presencia militar en Venezuela, ni participamos o asesoramos operaciones militares de seguridad ni de inteligencia.
Pero el fondo del tema, a mí me parece que es cortejar a los grupos más radicales e intransigentes de la Florida, aunque repito creo que se equivocan porque alejan el voto de los cubanos y en particular de los jóvenes cubanos, y tengo la impresión de que también se trata algo de asustar a los electores norteamericanos amenazándolos con que podría llegar un modelo socialista a los Estados Unidos.
— Hemos hablado de petróleo. Actualmente, ¿cuánto petróleo llega cada día a Cuba de Venezuela y cuánto hace falta para sus necesidades económicas?
— A diferencia de la década de los 90, Cuba produce la mitad del petróleo y el gas acompañante que necesita, pero tienen que hacer importaciones. Hace importaciones desde Venezuela y desde mercados de Europa Oriental y de África Norte. De manera que puedo decir que Cuba está en capacidad financiera de adquirir el combustible que necesita.
También tiene un margen grande de ahorro, porque es posible utilizar el combustible del que disponemos de una manera mucho más eficiente. Si no fuera así, Estados Unidos no se empeñaría en atacar la transportación de petróleo.
—Usted ha dicho que también el gobierno americano está tratando de bloquear el envío de petróleo desde Europa y África del Norte. ¿Puede darnos más detalles de eso? ¿Qué tácticas usan?
—Comentaba antes que Estados Unidos está amenazando con sanciones directas y con un mecanismo muy específico a cada buque que transporta petróleo a Cuba, a cada compañía naviera, a los gobiernos donde están registrados esos buques o esas compañías, a las que proveen seguro a la transportación marítima hacia Cuba y a las que a su vez reaseguran a las compañías aseguradoras.
Es una madeja de amenazas, presiones y sanciones disuasivas que en los últimos meses nos ha obligado a hacer esfuerzos para asegurar los arribos de combustible a nuestro país ante el efecto intimidatorio que estas operaciones norteamericanas provocan.
Sin embargo, nosotros hemos incrementado nuestras capacidades de transportación. La manera en que funciona el mundo de hoy hace imposible para Estados Unidos impedir la llegada de embarques de petróleo a Cuba. Hay formas de hacerlo y estoy seguro que la situación que hemos tenido específica en septiembre en que no ha habido apagones, pero hemos tenido que reducir el transporte público, y las cubanas y cubanos, las familias cubanas han sentido el efecto de estas medidas, esto será superado en las próximas semanas.
Pero una característica, me parece a mí, del bloqueo y de este tipo de medidas es que o se proponen o por lo menos se ignora que provocan daño o que provocan dificultades, privaciones a la familia, a los niños, a los ancianos; que obstaculizan los servicios de salud, de educación, de seguridad social y que por tanto son crueles y constituyen una violación masiva, sistemática y flagrante de los derechos humanos de todos los cubanos.
— Hablemos un poco de los derechos humanos y también de las relaciones bilaterales en cuanto a los ciudadanos deportados. Este año creo que fueron más de 700 que llegaron desde Estados Unidos a Cuba. ¿Cuántos esperan recibir y si los Estados Unidos no están cumpliendo su parte de los acuerdos migratorios bilaterales por qué Cuba lo hace?
—Cuba cumple escrupulosamente sus compromisos, sus obligaciones jurídicas internacionales. Es un tema de respeto al derecho internacional, al derecho ajeno, es un tema de decencia y responsabilidad en el ejercicio de gobierno, de mentalidad de estado; es un tema de ética gubernamental, y también porque los acuerdos migratorios vigentes entre Estados Unidos y Cuba favorecen un flujo migratorio ordenado, regular, seguro.
Sin embargo, lamentablemente Estados Unidos no está otorgando la cantidad de visados para migrantes cubanos a qué quedó obligado cuando firmó los acuerdos migratorios el año pasado. Garantizó alrededor de una cuarta parte de la cifra que estaba pactada en los acuerdos migratorios. Ha cortado los servicios consulares en La Habana para ciudadanos cubanos, lo cual los encarece, los demora y los hace más de difícil acceso para la gente.
Estas medidas dificultan la reunificación familiar, dificultan las visitas de cubanos a Estados Unidos. En los últimos años alrededor de un millón de cubanos hizo visitas temporales a los Estados Unidos con toda normalidad.
Es una lástima que se politice el vínculo humano entre las personas y las relaciones entre ambos pueblos, y mucho más que se restrinja la libertad de viajar y el derecho de visitar a países vecinos a los ciudadanos estadounidenses.
— Hablando de la libertad de moverse, hay varios activistas, disidentes, periodistas que se han quejado de encontrarse regulados cuando tratan de salir del país, es decir, les prohíben viajar. ¿Cuál es la justificación para esta medida?
— No lo sé, habría que conocer caso por caso. Las regulaciones migratoria cubanas son muy similares a las de cualquier país y cualquier política migratoria moderna, que establecen toda una serie de figuras en ley que restringen la salida del país a personas que conocen información clasificada, es decir, cargos anteriores en el gobierno, etcétera, a personas que están sometidas a procesos judiciales, en fin hay toda una serie de figuras que están reguladas en la ley.
Sin embargo, la ley cubana garantiza, a diferencia de la norteamericana, que los cubanos puedan viajar libremente a cualquier lugar del mundo. No ocurre, como el caso de los Estados Unidos, en que sorprende que un chico de Columbia University pueda visitar cualquier ciudad, cualquier país del mundo incluso en guerra con los Estados Unidos y no pueda hacerlo a la isla de Cuba que es un destino turístico consolidado, reconocido, saludable, seguro y culto.
— Un ejemplo particular. Si entiendo bien, si un médico cubano abandona su misión en el extranjero no puede volver a su país por muchos años, creo que son ocho años. ¿Por qué el médico cubano que decide hacerlo no puede volver a su país? Eso lleva a mucha gente a criticar el modelo, pensando que eso terminará siempre con familias divididas porque hay menos libertad de movimiento… ¿qué le parece?
— No estoy seguro que tenga razón. Primero, habría que decir que empieza una campaña mendaz, calumniosa, contra la cooperación médica cubana que beneficia a más de 70 países en este momento. Hay acusaciones verdaderamente ridículas de esclavitud moderna, de trata de personas. Más de 400.000 profesionales de la salud cubanos, sobre bases libremente voluntarias, han viajado a otros a otros países a proveer servicios de salud, sobre todo a familias de bajos ingresos y muchas veces en lugares remotos.
Es una labor totalmente humanitaria, absolutamente separada de cualquier interés político, de hecho cuando el terrible huracán Katrina afectó New Orleans y creó una situación gravísima, y Cuba ofreció personal médico que fue aceptado por el estado y la ciudad, no por el gobierno federal.
Recuerdo cuando el 11 de septiembre en que se produjo después la amenaza de ántrax que Cuba ofreció también cooperación médica en este sentido que no fue aceptada en territorio norteamericano, pero sí para la entonces Sección de Intereses de los Estados Unidos. Cuba ciertamente tiene algún personal muy altamente calificado, del cual se trata de disponer de relevos antes de que emigren definitivamente.
Esto generalmente ocurre por acuerdo entre el científico o el médico altamente especializado y la institución de salud a la que pertenece, y a veces se le solicita dilatar en el tiempo su salida definitiva del país, pero puedo asegurarle que esto ocurre por común acuerdo. Aunque es cierto que hay regulaciones migratorias como las que tienen muchos países, pero no debiera olvidar usted al preguntar que no estamos hablando de relaciones migratorias normales; estamos hablando de relaciones migratorias que han sido cautivas, víctimas por muchos años de una fuerte politización por parte del gobierno de los Estados Unidos.
Estados Unidos llegó a establecer un programa de “parole” para médicos cubanos y personal médico, deportivo, etcétera, en el exterior inédito y único para Cuba. Imagine usted que una embajada norteamericana, en un lugar remoto en cualquier latitud, tenga la obligación de cortejar al personal médico, deportivo, de educación de Cuba, incitarlos a venir a los Estados Unidos, proveerlos de documentos de viaje, proveerlos de un ticket aéreo que pagan los contribuyentes norteamericanos, es decir se paga de los impuestos que pagan los ciudadanos norteamericanos, y además proveer visas a su familia. ¿Qué sentido puede tener esto, si no es entorpecer la cooperación médica internacional?
—Para terminar, volvamos a la elección de 2020 en los Estados Unidos. ¿Si gana un demócrata, se puede recuperar el progreso que se hizo bajo Obama? ¿Y usted ha tenido algún contacto con los candidatos demócratas?
—Es una pregunta hipotética. Si usted me dice quién va a ganar las elecciones, yo podría decirle mejor cómo podríamos ver esa hipotética situación.
—Hablemos de posibilidades. Hablemos de Bernie Sanders o de Elizabeth Warren que tienen una visión bastante socialista.
—La política de los Estados Unidos hacia Cuba vista desde nuestro país no es un tema partidista, ni siquiera es un tema político, sino de convivencia civilizada entre dos estados vecinos, muy desproporcionada porque uno es una superpotencia y el otro es una isla pequeña en desarrollo, pero que tiene atractivos, tiene ventajas comparativas.
Tiene por ejemplo tecnologías o productos médicos de última generación que no existen ni se usan en Estados Unidos, como una muy exitosa vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón o un muy exitoso tratamiento contra la úlcera del pie diabético que en este país provoca decenas de miles de amputaciones todos los años.
Entonces por qué no disfrutar de esas cosas pese a las profundas diferencias políticas entre ambos gobiernos. Pese a la diferencia entre los sistemas, por qué no desarrollar una convivencia civilizada como la que Estados Unidos tiene con otros países del sistema político aún más diferentes o con los que tienen conflicto o con los que ha tenido guerra o con los que hoy tiene enormes tensiones de distinta naturaleza.
En segundo lugar, a mí me parece que hay una tendencia histórica en un mundo globalizado a establecer diálogo y cooperación como única forma de solucionar los problemas internacionales. La mayoría del pueblo estadounidense, según todos los datos, favorece la normalización y el levantamiento del bloqueo a Cuba, y en Cuba hay un amplísimo consenso en ese sentido. Por qué no escuchar y obedecer el mandato de los electores.
De manera que el enfoque para Cuba de sus vínculos con Estados Unidos no es visto como un tema de política doméstica. Obviamente ni es visto desde el ángulo de la relación con un partido u otro, sino con una visión de Estado y sobre todo con una visión de beneficios recíprocos para ambos pueblos.
(Tomado de AP)