Por Lázaro Boza Boza
Por lo visto el periodismo que hacemos en la isla no escapará en las próximas décadas a las preguntas fisgonas que esgrimen los convencidos de la “obligación” de los medios de solucionar sus problemas personales y acomodar el mundo a la imagen de sus recalentados pensamientos.
No hablo de quienes señalan sin tapujos las debilidades que aún persisten en la prensa cubana para que se parezca más a quienes la leen, analizan y debaten.
Me refiero a los que, por el gusto de cuestionar, por ignorancia y por modismos, levantan la voz de la calumnia sin sin echar una ojeada a la TV, o al diario matutino.
Los inconformes arrojan infamias sobre el periodista y los medios de prensa, y no es de sorprenderse porque viven parapetados en las esquinas de la vida, “dueños y señores” de la existencia placentera.
Son las criaturas desteñidas de la dinámica social, los imitadores y equivocados, los “genios” que descubrieron el agua tibia después de conectarse unas semanas a Internet .
Periodismo cubano, real y activo
Las preguntas inician invariablemente por, “¿A ustedes les permiten publicar la verdad?” o “¿Sí me entrevistas, puedo decir lo que quiera?” Cuando les respondes pasan al lenguaje grueso, e invariablemente, echan mano a la intimidación, según mis numerosas experiencias personales.
Es irresponsable atacar a un periodista, sin apenas conocerlo, sin saber que se enfrenta a diario a las indisciplinas sociales sin ser agente policial, que tiene carencias como casi todo el mundo y suele buscarse infinidad de problemas.
Pero es más ofensivo cuando los “disparos” verbales tienen por escenarios la cola del pan, el agro, la parada del ómnibus y hasta en la funeraria.
Y es que no hay ética en los que así actúan para establecer este juego peligroso en el que no falta la comparación con la prensa “libre” del capitalismo.
Al hacerlo apuntan hacia el norte geográfico, lugar donde, por cierto, el colorete digital del periodismo ya no oculta la silueta de los medios de incomunicación más manipulados del orbe.
Si el interrogador de esta historia tiene en sus cortas neuronas una buena dosis de alcohol, entonces la humillación es superior, porque es tan difícil demostrar a un tonto sus equívocos como a un ebrio su tránsito por caminos que no comprende.
El juego de los malhechores falsos apóstoles
Coinciden en este “ejercicio de libertades y derechos ciudadanos” los que menos aportan, los desocupados por voluntad propia y los que, plenos de frustraciones personales, suelen descargarlas contra quienes, por ética, no les responderán con obscenidades y violencia.
El “aguaje” de los que buscan deslegitimizar a la prensa cubana es una porción de la guerra mediática asistida por propagadores voluntarios del hongo venenoso de los enemigos.
Son los que niegan el bloqueo y procuran la instauración del capitalismo sin perder las bondades del sistema social cubano, por supuesto.
Periodismo que se respeta no miente
El periodismo cubano tiene un compromiso profundo con la verdad. Sabemos los problemas que quedan por resolver para que el periodismo en Cuba adquiera mayor reconocimiento social, para que seamos el mejor referente popular y el mediador eficiente que necesita la visión de un país próspero y sostenible.
Pero no mentimos y la prensa amarilla, la televisión folletinesca, el idilio con los enemigos de este país y la banalidad que muchos beben día a día, son asuntos en los que- por supuesto- no nos entendemos, ni ahora ni nunca.