El proceso de comunicación de ninguna manera puede ignorar al lector-oyente-televidente-internauta. No resulta este un ente pasivo, un receptáculo, sino alguien que aporta todo su corpus de experiencias y opiniones, que todo aquello que recibe lo pasa por ese “filtro” que algunos teóricos han llamado mediación. Justo ahí el título resulta un elemento clave. Su capacidad de síntesis y sus posibilidades de destaque, le hacen portador de un rendimiento comunicativo de excepción.
La advertencia sobre los titulares de una publicación española resulta lapidaria: “¿Has escrito un texto sublime? ¿No encuentras el título adecuado? Pues es como si no hubieras escrito nada. Si no sabes construir la puerta, no importa el castillo que haya detrás”. (1)
En las publicaciones digitales, la funcionalidad comunicativa del titular se presenta como condición sine qua non. Será disfuncional el titular de prensa que se limite básicamente a constituir un encabezamiento del texto, cual si fuese un adorno.
Los defensores de los titulares de carga esencialmente informativa, sostienen que las exigencias de la vida cotidiana no permiten dedicar demasiado tiempo a la lectura. Otros afirman que el título que no sea capaz de motivar a leer todo el artículo o parte de él, resulta un fallido intento de comunicación.
Inspirados en el juego de cartas, donde un baraja especial (el comodín) tiene la capacidad de reemplazar a la otra, de “convertirse” en la otra, hemos detectado un tipo de “titular comodín”, que emerge cuando se toma el título como simple encabezamiento, o se hace para salir del paso. No es la primera vez que hacemos referencia a ellos.
Suelen resultar tan inespecíficos que pueden usarse una y otra vez en cualquier esfera de la vida: la política, el deporte la cosmonáutica, la cocina, el arte… Ejemplos: “Epílogo para una jornada de celebraciones” / (Telecubanacán, 16 de marzo de 2017) / “Conservar el compromiso” (Trabajadores, 21 de enero de 2018) /
En los últimos años, al lado de formulaciones titulares más tradicionales, se va imponiendo una variante en la vertiente digital. Ha surgido una tendencia de “titulares prontuarios o claves”, que te proponen las cosas (en números redondos casi siempre) que debes saber sobre un tema y que “no puedes ignorar”. Es un mecanismo de resumen y ponderación capaz de englobar cualquier tipo de asuntos.
Algunos ejemplos de esta modalidad, tomados de dos grandes emporios comunicativos internacionales: “Las 5 armas más letales que Rusia tendrá en 2030” (Rusia Today, 12 septiembre de 2016) / “Diez cosas que los hombres no se atreven a hablar con sus amigos” (El País, 10 de mayo 2017)
Nuestro acercamiento investigativo al tema titular, también incluyó la cantidad de elementos. ¿Resultan más efectivos los titulares breves o los extensos? En verdad no alcanzamos conclusiones definitivas: unos y otros, indistintamente, pueden cumplir su finalidad comunicativa, es decir, fijar y acrecentar el interés por el producto que encabeza. En Cuba suelen usarse titulares medios.
Un titular puede funcionar con una sola palabra “Cicatrices” (Juventud Rebelde, 11 de junio de 2016), o con muchas: “Con antorchas como en los días del Ku Klux Klan: la polémica por la retirada de monumentos confederados en el sur de EE.UU. que se relacionan con la esclavitud” (BBC mundo, 17 de mayo de 2017).
¿Cuál dejarías de leer?
Titular es un arte que algunos minimizan, desdeñan, desconocen. Un titular no es una pedrada, sino una saeta: hay que apuntar, tensar el arco, divisar el blanco, y solo entonces disparar.
NOTA
(1) Carlos Salas: “Cómo escribir buenos titulares” , Fundación del Español Urgente, 08/06/2011, http://www.fundeu.es/escribireninternet/como-escribir-buenos-titulares/