Un homenaje póstumo al periodista Heriberto Rosabal Espinosa, fallecido hace pocos días, fue celebrado esta tarde del 5 de julio en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, donde, a sala llena, amigos, colegas y familiares hablaron de un hombre profundo, esencial, de gran humildad humana y excelencia profesional.
Luego de una presentación de fotos y vídeos de la vida de Heriberto, Dayán García La O, uno de sus compañeros en Bohemia, además de hacer anécdotas de momentos compartidos con Rosabal, dio la palabra a Víctor Manuel González, del mismo medio, quien leyó una crónica del periodista que aun no ha visto la luz en la versión impresa de la revista: Pida por esa boca.
“Fue un ser sin dobleces ni rebuscamientos, con la palabra limpia y el criterio personal a flor de labios, en el periodismo y en la vida. De una sola pieza y versátil a la vez. Su único dogma pasional era la familia. Su casita, para donde cargaba lo poco que conseguía. Su compañera Mayra y la prole, el abc de todos sus días. Sus amigos, que siempre lográbamos enderezar excesos y torpezas a su lado, por esa capacidad que tenía para equilibrarlo todo..”, escribió José Alejandro Rodríguez en Heriberto a Cuestas una crónica que le escribió a su amigo y colega minutos después de conocer la noticia de su muerte.
Pepe dio lectura a su texto y evocó dos encuentros que tuvo con Heriberto días atrás. “Homenajeamos a Manuel González Bello (fallecido) en la Upec, por su 70 aniversario, y grabamos el programa radial Hablando claro. “No pensé que ahora estaría aquí rindiéndole tributo a él también”.
Alina Perera Robbio, colega de Rosabal del periódico Juventud Rebelde y de Hablando claro, recordó la época en que fue su jefe, “un jefe riguroso y equilibrado, pasado por el tamiz de la ética”.
“Gran sentido para ejercer la justicia”, así caracterizó Antonio Paneque, de la Agencia Prensa Latina, a Heriberto. Iramis Alonso, directora de la revista Juventud Técnica, dijo que cada uno de nosotros va perdiendo un pedacito cada vez que muere alguno de los colegas que nos ayudaron a hacernos personas más analíticas.
“Pasó por el mundo del periodismo sin creerse grande y, sin embargo, lo era”, añadió Adolfo Fernández, de la revista Moncada, donde Heriberto empezó a andar los caminos del periodismo. A esa idea, Arleen Rodríguez Derivet agregó que lo más valioso es poder ir por la vida sin nada en los bolsillos y con tanto reconocimiento.
Uno de los tres hermanos de Rosabal habló asimismo de cómo disfrutaba las conversaciones entre los dos, y de cómo esos intercambios de opiniones que siempre buscaba eran muy valiosos para él.
Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Upec, subrayó que fue el sentido de justicia y de honradez que caracterizó a Heriberto Rosabal el que condujo a que en el X Congreso de la Upec fuera electo como presidente de la Comisión de Apelaciones de la organización. Añadió, entre sus sobresalientes aportes al gremio, su participación en un grupo creado para concebir las transformaciones que debía experimentar el periodismo cubano.
Al finalizar el acto, Ronquillo Bello hizo entrega a la viuda y a los hijos de Heriberto, de una foto enmarcada a la que el periodista se asoma con una de sus expresiones más recurrentes: una sonrisa contagiosa y sincera.
Tuve el privilegio de que Heriberto pusiera en mis manos el primer trabajo que escribió para Moncada. Él formaba parte de un pequeño grupo de jóvenes egresados del preuniversitario del MININT, que se integró a la redacción de la revista. Recuerdo que luego de leer lo que había escrito, le pregunté si era la primera vez que lo hacía y cuando me respondió afirmativamente, le dije: -Vas a ser muy bueno. Y la vida se encargó de confirmar mi aserto con creces.
Su deceso me afectó profundamente, porque le tuve siempre gran estima, le profesé un cariño sincero, y fui leal a esa amistad, como acostumbro.
No pude asistir al homenaje póstumo que se le tributo, cuido de un padre centenario y mis acciones fuera de ese ámbito, están muy limitadas, pero tanto Arístides como yo nos sentimos allí, entre quienes le quisieron y admiraron y no perdonamos a la muerte que haya truncado su vida prematuramente.
No pude estar a tiempo para entrar al salón donde rendían homenaje a Heriberto, en la reja de acceso al Instituto de Periodismo José Martí coincidíí con otros compañeros que me adviertieron que allá ariba ya no cabían mas personas. Sentí tristeza por no poder estar allí, acompañando a su esposa, hijos y otros familiares, Supe que muchos habrán experimentado lo mismo y que algunos de los presentes dijo lo que tal vez yo hubiese dicho, con pocas palabras: Heriberto era un ejemplo de humildad, educación, honestidad, talento y fidelidad. Ojalá su semilla fructique en el periodismo que deseamos y en la Cuba por la cual luchamos, la que él deseaba y entregó toda su vida.