El nombre de esta plaza, hoy popularmente también llamada de las palomas, lo recibió de la cercana y bellísima Basílica Menor de San Francisco de Asís.
Desde los inicios siempre estuvo muy concurrida de visitantes extranjeros, debido a la proximidad con el puerto, donde fondeaban numerosos galeones y sobre todo, en el siglo XIX era raro no ver el área marítima repleta de veleros y vapores, como muestran grabados de entonces.
De acuerdo con el ángulo que era observada, los mástiles de las embarcaciones impedían ver su encantadora Fuente de los Leones, la cual en la actualidad y tras restauración, motiva que algunos transeúntes se detengan a su lado para tomarse una foto de recuerdo, mientras decenas de palomas deambulan por los alrededores y frente a ella.
La mencionada obra fue realizada en 1836 con mármol de Carrara por el italiano Giuseppe Gaggni y según una crónica del historiador y periodista Fernando Dávalos, esta fuente servía para el suministro de agua potable a las embarcaciones atracadas en el puerto.
Frente a la explanada se halla la Lonja del Comercio, la que en el remate de la cúpula, su punto más alto, muestra la bella obra del dios Mercurio. La edificación data de comienzos del siglo XX. Desde 1908 sirve a las operaciones comerciales, también para gestiones de inversiones extranjeras y otros menesteres. Allí también se encuentra la emisora Habana Radio, con una programación de excelencia.
La construcción dl convento de San Francisco de Asís finalizo hacia 1739; se conoce que antes en el mismo sitio, 1575, existió una institución franciscana. El recinto permaneció abandonado por muchos años, hasta que la Oficina del Historiador de La Habana puso en marcha su restauración.
De ahí que en la actualidad la Basílica Menor de San Francisco de Asís celebre conciertos de música coral y de cámara, teniendo en cuenta la excepcional acústica de su sala. Además con frecuencia el público disfruta de conjuntos sinfónicos, solistas, pianistas y compositores célebres, entre ellos el famoso Frank Fernández.
Frente a la entrada principal y sobre la acera se halla una escultura del Caballero de París, cuyos restos descansan en el interior de recinto. En el extremo opuesto y próxima a la puerta de salida, donde comienza el patio, se encuentra la delicada obra de Madre Teresa de Calcuta.
En la Basílica se conservan valiosas piezas del arte religioso y una colección de imágenes del siglo XVIII. Mientras que su campanario dio origen a una leyenda amorosa.
Se dice que el joven campanero del Convento se enamoró de una muchacha y que el noviazgo fue frustrado por la oposición de la familia de ella, quien poco después enfermó, dicen que de amor, y murió.
El campanero subió a la torre y comenzó a tocar las campanas, cuyos sonidos llamaban a duelo e instante después, se lanzó al vacío. Para otros vecinos del lugar no fue intencional el suicidio, pues dijeron ver como el viento tapó su rostro con la capucha de fraile que llevaba puesta. Cierto o no, la leyenda forma parte de las curiosidades de la Basílica Menor de Asís.