2019 ha comenzado para la sociedad cubana con grandes desafíos generados por poderosas fuerzas internas y externas. Las de orden externo más visibles y concertadoras de un poderoso consenso patriótico, las de orden interno más difíciles de detectar y de superar, más nocivas y capaces -como alertó Fidel- de destruir la Revolución.
Si bien el bloqueo económico de los EEUU significa el principal obstáculo que tiene el país para crecer y desarrollarse, no es el único. Visualizando a Cuba como una gran empresa nacional, cuyo Estado articula una economía mixta proyectada hacia un programa socioeconómico de desarrollo con justicia social consensuado por las mayorías ciudadanas, los desafíos externos tienen otras dimensiones. Es preciso encontrar nichos para la exportación de la producción nacional, incrementar esa producción, mantener y elevar su calidad, incrementar la rentabilidad y el ahorro y lograr atraer inversiones que propendan al desarrollo económico y tecnológico y a la creación de nuevos empleos de calidad. Es necesario también elevar la profesionalidad de nuestros empresarios y directivos para conducir negociaciones que logren resultados ventajosos con los inversionistas y para enfrentar el mundo financiero.
Pero los desafíos de orden externo e interno no se presentan uno primero y otro después, actúan ambos al unísono. No se podrá resolver positivamente el enfrentamiento a los desafíos externos, si no se tienen respuestas a los desafíos internos.
Dos referendos han corroborado el respaldo de la sociedad cubana a la orientación socialista de la construcción social, al Estado revolucionario, al sistema político cubano, uno en las urnas, el otro en las calles: la aprobación el pasado 24 de febrero de la nueva Constitución de la República y las masivas marchas de ayer Primero de Mayo a lo largo y ancho de todo el país.
Ahí está expresado inequívocamente el capital ideológico y político de la revolución socialista, la de Fidel y la Generación del Centenario, la defendida en todos los terrenos a lo largo de más de 60 años. Pero ese capital ideológico y político no es un cheque en blanco.
La eliminación del bloqueo se sale de nuestras posibilidades. En cuanto a él, solo podemos resistir, avivar con nuestra entereza el apoyo mundial que siempre hemos recibido, pero podemos y debemos convertir esa resistencia en hechos prácticos para salir adelante. En un escenario en el que el bloqueo dure muchos años más no nos podrá encontrar ese futuro sin las soluciones, y es precisamente en los demás asuntos, los de orden interno, donde sí tenemos la posibilidad mayor y efectiva de incidir. Y si logramos avanzar más en condiciones de bloqueo económico estaremos mejor preparados para el momento en que desaparezca esa política genocida.
Y en ese terreno, el interno, se impone ante todo eliminar revolucionariamente todos los obstáculos organizativos y burocráticos, entender con realismo los procesos económicos que pueden llevarnos al logro de los máximos resultados en la producción industrial y agropecuaria, en las inversiones, en las fórmulas de distribución del producto social, en las políticas sociales y acompañar los cambios necesarios con el correlato ideológico y político capaz de canalizarlos dentro de los principios socialistas, entre ellos la protección especial a los sectores más vulnerables.
El pueblo que desfiló ayer en todo el país, el mismo que apoyó con una poderosa mayoría la constitución que avala la orientación socialista de la construcción social está preparado para pasos más audaces.