En el intento de reflejar e interpretar lo cotidiano, el periodista en sus recorridos por lo actual debe ir al pasado en la búsqueda de raíces e impulso, la negación dialéctica en alza. En una conferencia para los trabajadores del diario Granma, Alejo Carpentier expuso que los novelistas del futuro estarían compelidos a acudir a la prensa de hoy, presente ahora, pretérito después, para novelar. Él, periodista de calidad, lo hizo para su maravillosa narrativa. Añado lo expresado por la poeta y ensayista Nancy Morejón: “Pienso que nadie puede expresarse ni ser honesto consigo mismo si no mira hacia atrás, si no sabe quién es, de dónde viene”.
Para el propio quehacer del periodista de las lides del músculo, el abrazo a la historia es indispensable. Erróneo e indigno resulta desconocer, por ejemplo, los logros anteriores como ocurre a veces: hubo campeones y no pocos sufrían desprecio, abandono, la ayuda era ínfima, los masticaba la miseria y, a pesar de todo, las piernas de Rafael Fortún y Ángel García y el disco de Alejandrina Herrera, por nombrar a algunos de los ases más preteridos, trajeron gloria para la patria.
Aumentarían en número y calidad y, a pesar de la entrega y las condiciones personales, las conquistas serían y son el resultado de un robusto movimiento, una estructura creativa, científica y democrática nacida al ritmo de nuestro proceso. Movimiento perfectible, de indispensable adaptación a los nuevos tiempos, pero su lema Deporte, derecho del pueblo tiene que ir más allá de murales y discursos ni merece ser sustituido como se hace por el menos potente Deporte para todos, enunciado por Pierre de Coubertin a principios del pasado siglo. La masividad tiene que mantenerse como la esencia por encima de cualquier cambio, con clases de educación física mejores en lugar importante. Fidel nos enseñó que las medallas y los récords, a pesar de su hermosura, son el subproducto del sector que tiene la forja de un ser humano superior física y espiritualmente como misión fundamental
Con los historiadores deportivos
Varios periodistas integran la Sección de Historiadores del Deporte de la Unión de Historiadores de Cuba en La Habana, sección surgida el 9 de enero de 2018 desde el Equipo Nacional de Historia del Deporte, organismo que tuvo a su cargo nueve Talleres Nacionales sobre la esfera, muy relacionado con Docencia del Inder.
Junto a varias glorias del deporte como Enrique Figuerola, Lázaro Betancourt y José Francisco Reinoso, este último periodista profesional, aparecen Carlos Alberto González y Jesús González Bayolo, entre otros colegas, pues su obra no muere al siguiente día porque no está atada a la noticia. Carlos por sus documentales de gran valía sobre los Juegos Olímpicos, Panamericanos y Centroamericanos y el primer tomo de su magnífico: Televisión y Deporte en Cuba. La programación deportiva en la TV comercial cubana (1950-1959). González Bayolo por diversos libros, las clases televisivas y su papel nacional e internacional como Presidente de la Comisión de Historia de la Federación Cubana de Ajedrez.
Ellos, como todos los integrantes, unen a sus cristalizados esfuerzos, una correcta posición ciudadana: nunca han tergiversado lo histórico ni loado lo negativo. Nuestro Apóstol pedía una picota para los que agregaban cualidades positivas inexistentes a los hombres famosos, y llamaba a quemar con hierro candente en el fondo de una cueva al talento que no se fundía con la virtud.
Varios proyectos sobresalen en el trabajo futuro de la Sección: en la primera quincena de mayo, el acto de crecimiento, a la vez, balance de lo realizado. A fines de ese mes, su I Simposio. Se incrementarán las actividades en centros estudiantiles, de trabajo y los barrios en conjunto con Glorias del Deporte, el apoyo a los medios, a la docencia en la citada alta casa de estudios y la participación en espacios de la Unión de Historiadores.
