He quedado en deuda conmigo mismo. Me había propuesto disfrutarlo desde el comienzo y, por circunstancias en las cuales no viene al caso insistir, solamente pude ver los minutos finales. La Mesa Redonda de hoy en el canal Cubavisión ofreció un documental acerca de Raúl Corrales, acaso el más extraordinario fotógrafo que ha tenido Cuba, donde tantos y tan buenos han brillado. Lo conocí, y sentí el privilegio de su amistad, en la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, que muchas veces visité por mi quehacer de más de una década en el Centro de Estudios Martianos.
Corrales había llegado hasta allí —lo testimonia en el documental— convocado por la heroína Celia Sánchez, quien con cariñosa socarronería le pidió que acometiera un trabajo que él podría hacer “en quince días”, y le dio para veinte años de intensa brega: nada menos que fotocopiar, salvarla para la historia, para la vida de la patria, la papelería de la Revolución. Y a eso se entregó quien tenía en su haber y siguió cosechando una portentosa obra como fotógrafo, uno de los más relevantes del periodismo revolucionario —en contenido y forma— hecho en Cuba de 1959 para acá, sobre todo en una etapa en que el reporterismo gráfico se nutrió de mucho de lo que luego se reconocería como fotografía épica de gran relieve artístico.
Para Corrales y sus compañeros de aventura aquello fue una manera de graficar las noticias de la Revolución. Él, tan auténtico como honrado, y tan modesto como cascarrabias, se daba con pleno derecho y total sinceridad el gusto de decir —como en el documental— una verdad rotunda y bien fundada: “La historia de la Revolución Cubana podrá escribirse sin mí, pero no ilustrarse sin algunas de mis fotos”.
Mucho habrá que decir o continuar diciendo de quien no cultivó la espectacularidad personal, sino la recia calidad de su labor, y mucho habrá que agradecer a un documental que quien esto escribe no parará hasta verlo completo, y sobre el cual quien se interese en ir teniendo datos podrá encontrarlos ya seguramente gracias a las facilidades que da la informática. El autor de estas líneas no quiere más que alabar el acierto de rendir justo homenaje a quien fue un fotógrafo extraordinario —primero de esa disciplina en recibir en Cuba el Premio Nacional de Artes Plásticas— y un ser humano de grandes virtudes.
La Habana, 15 de marzo de 2019.
Luis Toledo Sande (Publicado en el muro de Facebook del autor)