Como parte de las actividades de la Jornada por el Día de la Prensa Cubana, el panel Periodismo digital y nuevo modelo de prensa volvió a poner el debate sobre la mesa, este miércoles 6 de marzo en la sede nacional de la Unión de Periodistas de Cuba (Upec, en La Habana.
Por Aylin Herrera Reyes, estudiante de Periodismo
En el encuentro, moderado por la vicepresidenta primera de la Upec, Rosa Miriam Elizalde, el comunicador ecuatoriano Amauri Chamorro ofreció una actualización sobre cómo se comporta el ecosistema comunicacional de la región latinoamericana en las circunstancias actuales.
A la perenne disyuntiva existente de si la izquierda latinoamericana debe tomar las calles o las redes comunicacionales que se entretejen en el universo digital tuvo que enfrentarse Chamorro a inicios del debate.
¿Su respuesta?: ambas.
Los porqué de esta elección los explicó remontándose a los logros de los proyectos progresistas en el plano comunicacional durante los procesos electorales, haciendo alusión a Hugo Chávez y a Rafael Correa en 2014, devenido el tercer político más influyente en redes sociales del mundo.
Para Chamorro esa “invasión” de la izquierda a las redes sociales desde su surgimiento, ha permitido la entrada de las naciones de la región en la llamada era de la posverdad –como lo ha hecho Cuba en los últimos tiempos con ampliar la posibilidad a sus ciudadanos de acceso a las redes- y permitió ganar numerosas batallas comunicacionales en Ecuador, Brasil, Venezuela, “dándole al progresismo la impresión de que dominaba las narrativas y el relato en las redes sociales hasta aproximadamente el año 2014”.
El también periodista aseguró que el año 2014 marcó un viraje en ese sentido pues, “generó la sensación de que comenzamos a perder, el fin del ciclo progresista”.
La explicación la encontró, sencillamente, en una de las mayores debilidades políticas del bloque: la burbuja en la que la Internet y las redes sociales encerraron a la izquierda y propiciaron que las calles fueran abandonadas.
“El progresismo latinoamericano, por su sensación de victoria y su capacidad arrasadora de ganar las elecciones, nos creó la fantasía de que también las calles estaban con nosotros.
“Cada vez que avanzamos comunicacionalmente, cada vez que ganamos una elección, abandonamos las calles donde existe la vida real y las personas coexisten. No podemos sustituir una cosa por la otra, es necesario estar en los dos espacios, lo cual exige un doble trabajo”, añadió.
La big data, también conocida como datos masivos, inteligencia de datos o datos a gran escala, constituyó otro de los asuntos en la agenda de este panel. Sobre su uso, Chamorro dijo que acompañada de los mapas psicográficos elaborados por las redes sociales, permite entender el comportamiento de las personas para saber cómo inventarles, más fácilmente, un discurso emotivo.
Al respecto, reflexionó sobre las falencias de izquierda en achacarle a este elemento los resultados negativos en las últimas elecciones del área. Sentenció que no puede ser la justificación, lo que demostró al referirse a la victoria arrasadora de Bolsonaro en Brasil como resultado de los errores políticos y no del empleo de la big data.
Entender el comportamiento de las personas en el contexto actual, tanto en las redes digitales como en las calles, y dialogar con las nuevas generaciones para construir un proceso comunicacional eficiente que blinde al progresismo ante la actuación de los poderes hegemónicos fueron algunas de las propuestas de Chamorro.
“Aunque los dueños de las redes sociales sean quienes atacan, como lo hace Estados Unidos hacia Venezuela, la opción no es retirarse de ellas, pues sería un suicidio. La izquierda latinoamericana debe estar en Facebook, en Twitter, en Instagram discutiendo, defendiendo, promocionándose en ellas, porque ahí es donde hoy se construye la fuerza”.
En esa construcción –explicó-, desde su perspectiva como comunicador, hay que repensar al periodismo como un todo. Para ello se liberó de toda ingenuidad y explicó que en la era de la posverdad no existe la imparcialidad, ni la libertad de expresión o de prensa, porque no es real.
Explicó que en estas circunstancias “la información sin emoción se hace difícil de aceptar y digerir por la población. Las nuevas generaciones se exponen, cada vez más, a una inmediatez, a una tentativa de comprensión de las cosas”.
Por ello, sugirió la necesidad de reinventar y resignificar la comunicación, a la cual debe sumarse el periodismo; así como repensarse los lenguajes a la hora de narrar un hecho noticioso como un proceso de resistencia y de defensa de la verdad.
“Los tiempos y las velocidades para aquellos que nos acusan y atacan son extremadamente breves, donde resulta más fácil ver una fotografía en Instagram que leer una página entera de un periódico”, expresó.
Ante un dilema ético lo colocó Ricardo Ronquillo Bello, presidente de la Upec, sobre cuál debería ser la iniciativa de la izquierda ante el fenómeno de las fake news: ¿producirlas o desenmascararlas?
“Nosotros no tenemos que inventar cosas sobre la derecha para despedazarla, sino tener la capacidad de hacer público lo que ellos hacen. Ellos inventan mentiras sobre nosotros para atacarnos y las posicionan como una verdad. Hay que desnudar a la derecha”, fue la respuesta de Chamorro.
Para conseguirlo sugirió emplear mecanismos para desarmar la verdad de manera atractiva y, a la vez, armar un contraataque mediático; y reglamentar los medios de comunicación que según su criterio mienten, inventan muertos, generan hambre y caos y viabilizan el atropello al estado de derecho en todo el mundo.
Concluyó que la izquierda generalmente no habla en los medios porque no se lo permiten; y cuando lo hace no tiene credibilidad porque ya han pasado tres o cuatro años destrozándola en las redes sociales y por todos los canales de comunicación existentes: “Esos son los nuevos mecanismos de un golpe de Estado”.