Por Evelyn Corbillón Díaz
Alina López Ochoa, periodista del telecentro Tele Pinar, tuvo la dicha de estar cerca del líder revolucionario Fidel Castro Ruz en más de una ocasión, gracias a su trabajo reporteril, primero en La Habana y luego en Pinar del Río.
En todos esos momentos, percibió lo respetuoso que era el Comandante en Jefe, un constante interrogador y “su mirada profunda te llegaba como si buscara la verdad”.
Cuba fue Cuba a partir de Fidel y él es reflejo de valentía porque hizo sin miedo lo que otros no, y fue imprescindible para la gente, señala.
La también corresponsal de Radio Progreso y colaboradora de Prensa Latina, asegura que Fidel Castro es Cuba, es pueblo, “el ser humano en el que la gente confió plena y absolutamente, la coraza protectora, el novio de todas las niñas, como dijo la poetisa Carilda Oliver”.
Vi a los guajiros hablarle de tú a tú, y nunca hubo un instante en el que él no se acercara a los periodistas por muy cansado que estuviera.
A su regreso de la Cumbre de Río, en 1992, el mandatario estuvo por Güira de Melena, en la Empresa de Cultivos Varios, y aunque llovía, ese día sostuvieron su primer diálogo. Yo temblaba y Fidel se percató de eso y de lejos me preguntó: “¿Por qué tú escribes tanto? ¿Escribes todo lo que yo digo?”, reseña.
Le respondí que casi todo, pero apenas podía contener las piernas de tanto nerviosismo, y nuevamente se dirigió a mí: ¿Qué tú eres? ¿De dónde eres?, y luego de mis respuestas me pasó tres veces la mano por el cabello.
En actos, reuniones, congresos y en la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa, en Melena del Sur, llamó a los periodistas “contingente de avanzada de la Revolución”; en tanto en otra ocasión se refirió a nosotros como “la artillería pesada de la Revolución”, rememora.
Recuerdo en un congreso de la Federación Estudiantil Universitaria que pidió permiso a las jóvenes para irse pues la batalla por el regreso del niño Elián González estaba en su punto más álgido; y los muchachos le respondieron “te amamos Fidel”.
En la noche regresó y permaneció horas conversando con ellos; pero en las coberturas no se contaba el agotamiento, dice quien ejerce el periodismo desde 1984, año de su egreso de la Universidad de La Habana.
Ya en Pinar del Río, Alina compartió otra vez con el líder en 2005, en los días del paso del huracán Iván; en esa oportunidad, en la sede del Comité Provincial del Partido, en la ciudad de Pinar del Río.
Como era tradición, intercambió con la prensa, y yo le pregunté si esperaba una vez más la recuperación de los pinareños, porque habían sido muchas las afectaciones en poco tiempo.
Él se viró hacia mí, puso su mano en mi hombro, y conversamos ampliamente, instante recogido en una fotografía de la portada del periódico Granma al día siguiente.
Le hablé de que los ciclones cogieran otro rumbo, que no vinieran más y fueran por ejemplo para México; sin embargo me dijo: “No, eso no es de caballeros”.
El 17 de enero de 2006 lo vio por última vez frente a frente, en ocasión del aniversario 47 de su entrada en el occidental territorio tras el triunfo en 1959, y al culminar el montaje de los grupos electrógenos en la provincia.
Hace dos años Fidel no está físicamente entre los cubanos, y en Alina su partida dejó una huella profunda, al punto de no escribir crónicas con la frecuencia de antes.
Pero está convencida de que su ejemplo guiará a las presentes y futuras generaciones de cubanos conscientes de la importancia de preservar su obra, esa que concibió “Con todos y para el bien de todos”.