Por Plablo Moreira Leite/ Brasil 247
El Presidente electo de Brasil y el John Bolton, principal asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, se reúnen este 29 de noviembre para discutir el destino de Cuba y Venezuela, gobiernos que Washington considera un desafío a su hegemonía imperial. Bolton espera la ayuda de Bolsonaro para librarse de ellos.
La potencia de la retórica ultra conservadora de Bolton es un dato conocido de la diplomacia mundial, incluso por su capacidad de superar las palabras con los hechos. En 2002, comprometido en la invasión de Iraq, fue uno de los principales responsables de la divulgación de la tesis — jamás demostrada — de que Saddam Hussein producía “armas de destrucción masiva”, usada para justificar un conflicto que produjo más de medio millón de muertos, dejó un costo estimado en 7 billones de dólares y abrió uno de los abismos en que la economía mundial se encuentra hasta hoy.
Si la agenda de la semana que viene es relativamente conocida, lo mismo se puede decir de la coreografía. Los diálogos en ese nivel pueden variar — a veces-, pero el baile de los presidentes brasileños ante EEUU, salvo en los gobiernos del PT, siempre fue el mismo.
En el artículo publicado en el volumen III de la obra “Pensamiento Diplomático Brasileño”, el embajador Samuel Pinheiro Guimarães revela que en marzo de 1961, el recién electo Jânio Quadros recibió una oferta sorprendente. Hablando en nombre de John Kennedy y exhibiendo también la autoridad de quien había liderado el golpe para derrocar a Getúlio Vargas en 1945, el embajador Adolfo Berle Jr entregó a Jânio la invitación a participar en tres intervenciones en Centroamérica.
La primera contra el gobierno de Haití; la segunda para invadir la República Dominicana y, finalmente, como plato principal, derribar al recién instalado gobierno de Fidel Castro, en Cuba. “Jânio rechazó firmemente semejantes invitaciones”, escribe Samuel Pinheiro Guimaraes, un aplicado estudioso de la diplomacia del período. La historia no terminó así, obviamente.
Un mes después de la audiencia con Jânio, la CIA reforzó la carga contra Fidel y organizó la invasión de la Bahía de Cochinos (Playa Girón), con el apoyo de un grupo de mercenarios anticastristas. Fracaso total. Cada vez más asociada a Washington, la mafia que gobernaba Haití fue dejada en paz por varios años.
La República Dominicana tuvo otro destino, sin embargo. Si el país ya exhibía una inestabilidad preocupante, a partir de la elección de Juan Bosch, presidente de ideas progresistas, Washington evaluó que el riesgo de convivir con una segunda Cuba era demasiado grande y resolvió tomar una providencia inmediata. Esta vez, con ayuda brasileña.
Después de ayudar a la conspiración militar liderada por Castelo Branco para derribar el gobierno constitucional de João Goulart, Washington recibió una retribución. Castello organizó una tropa de 4 000 hombres, despachada a Centroamérica para reforzar una Junta Militar que enfrentaba una fuerte resistencia popular tras derrocar al gobierno de Bosch. Al lado de soldados de otros clientes conocidos de la Casa Blanca — Paraguay, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador -, los brasileños regresaron en 1966, final de una misión evaluada como de regular para mal.
Aquellos que, envasados por la propaganda del gobierno de Castello Branco imaginaban que iban a participar en una guerra de alguna manera comparable a la lucha contra el nazi-fascismo en Europa, tuvieron una decepción en la vuelta. Mientras, dos décadas antes, los soldados de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB) retornaron como héroes y hasta hoy son festejados por la población, pero los integrantes de la FAIBRÁS (Fuerza Armada de Intervención Brasileña) jamás tuvieron reconocimiento.
“En vez de preservar la paz, tuvimos que combatir a los rebeldes, exponiendo nuestra propia vida, en un clima extremadamente hostil”, recordó José Carlos Teixeira, uno de los integrantes de FAIBRÁS, en una entrevista con el portal BBC Brasil (25/5/2015). El carácter cuestionable de la misión se tradujo en aspectos rituales y financieros. Los veteranos de Santo Domingo nunca fueron incorporados a las filas de las Fuerzas Armadas, como sería natural, ni dispensados al volver al país. Hasta hoy no reciben invitación para desfilar en fechas cívicas. Tampoco tuvieron derecho a pensiones, como sucede con los de la FEB.
La guerra en Iraq pudo ser evitada
En los meses dramáticos que precedieron a la guerra de Iraq, John Bolton tuvo un conflicto de vida o muerte con el embajador brasileño José Bustani, dos veces elegido presidente de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas.
Cuando entrevisté a Bustani en 2013, una década después de ese acontecimiento, me dijo que “la guerra de Iraq podría haberse evitado, pues habíamos hecho una inspección en ese país. Nuestros inspectores conocían Iraq y habían intervenido en misiones anteriores. La mayoría de las armas químicas ya habían sido destruidas, las pocas muestras que quedaron -es decir, muestras- fueron localizadas y retiradas del país. Sólo quedaron algunos científicos que tenían conocimiento, pero ningún medio para construir armas.” (Istoé, 13/11/2013).
Firme en la defensa de las conclusiones de la entidad que presidía -cuestionadas con énfasis por John Bolton-, Bustani afirma que se dio cuenta de que los informes técnicos se habían convertido en un obstáculo para otros intereses. “Quedó claro que, en el caso específico de Iraq, nuestros informes aparentemente obstaculizaban otro plan, el de la invasión,” dice. En la entrevista, él cuenta sin medias tintas que Bolton “me dio 24 horas para salir de la organización (…) Él dijo que Washington exigía mi salida y que él quería hacerlo de una forma elegante”.
Bustani acabó alejado de la presidencia en una conferencia en la que el malestar general se expresó en cifras. Hubo 48 votos por su salida, 7 votos por la permanencia, y 43 abstenciones. Países como Rusia y China votaron con Bustani, que también tuvo el voto de Francia y México.
Dos décadas después, los datos del problema son otros. La tesis de que el gobierno de Iraq era una amenaza porque tenía armas de destrucción masiva es reconocida como lo que siempre fue: un pretexto para la guerra contra un enemigo del gobierno de Estados Unidos. Por motivos más que comprensibles, creció el prestigio del cuerpo técnico de la Organización para la Prohibición de la Armas Químicas.
En 2013, la entidad llegó a recibir un Premio Nobel como reconocimiento por su trabajo. Bustani recibió numerosas manifestaciones de solidaridad y apoyo por su comportamiento en 2002.
Mientras tanto, John R. Bolton viene a Brasil, para conversar con Bolsonaro sobre Cuba y Venezuela. ¿Alguna duda de lo que ocurrirá aquí?
(Tomado de Dominio Cuba)