La Historia y el pueblo de Cuba se encargó de otorgarle un sitial de honor a los ocho estudiantes de Medicina fusilados por la metrópolis.
La Historia y el pueblo de Cuba se encargó de otorgarle un sitial de honor a los ocho estudiantes de Medicina fusilados por la metrópolis. Se recuerda con dolor aun cada nombre: Alonso Francisco Álvarez, Anacleto Pablo Bermúdez y González de la Piñera, José Ramón Emilio de Marcos y Medina, Juan Pascual Rodríguez y Pérez, Ángel José Eduardo Laborde y Perera, Eladio Francisco González y Toledo, Carlos Augusto de la Torre y Madrigal y Carlos de Jesús Verdugo y Martínez.
Cada 27 de noviembre es preciso recordar la valía de jóvenes como aquellos, una cualidad casi inherente a los que son y serán profesionales cubanos de la Salud. La profesora, doctora e historiadora María del Carmen Amaro recuerda ser muy pequeña cuando en su natal Matanzas escuchó hablar sobre el trágico suceso, porque, además de la injusticia, un hijo de la Atenas de Cuba, Carlos de Jesús Verdugo y Martínez, de solo 16 años, contaba entre los condenados a muerte y quien además no se encontraba tan siquiera en la capital cuando ocurrieron los hechos.
Para adentrarnos en los relatos sobre el enjuiciamiento de los estudiantes, la doctora Amaro recuerda que hay que ubicarse bien en el contexto histórico. “Transcurrían solo tres años del inicio de las luchas independentistas y la colonia española se vengaba, por así decirlo, de la heroicidad de los mambises con la represión en las zonas urbanas”, relata.
“En La Habana se apoyaron en el cuerpo de Voluntarios. un grupo de oficiales españoles caracterizados por acciones violentas como el asalto al palacio de Aldama, los sucesos del teatro Villanueva, todos ataques digamos, para levantar la autoestima de la Metrópolis ante las varias derrotas del Ejercito Español frente a la ofensiva mambisa”.
En medio de esa situación, la Universidad de La Habana continúa su actividad docente. Todo comenzó un 24 de noviembre cuando un grupo de estudiantes de Medicina tenían clases de Anatomía ese día y el profesor se demoró un poco en llegar. El anfiteatro de Anatomía quedaba ceca del Cementerio de Espada y algunos muchachos, como el maestro no llegaba, fueron hacia el cementerio. Uno arrancó una flor, otros cuatro se montaron en el vehículo en el que se transportaban los cadáveres para las necropsias. El vigilante, Vicente Cobas, le hizo llegar al Gobernador Político Dionisio López Roberts, la falsa acusación de que los jóvenes habían profanado la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón, muerto en Cayo Hueso, tras un duelo con el patriota Mateo Orozco. Según Cobas, los estudiantes habían rayado el cristal que cubría el nicho de la tumba de Castañón.
Quizás por ese mismo contexto que nos señala la profesora Amaro, el Gobernador Político, para logar laureles ante sus superiores, encontró en el hecho una oportunidad para dar escarmiento a los criollos y ganar prestigio.
Todavía no se logra entender la dimensión de la crueldad. No importaban las calumnias, había que dar un escarmiento. Pudieron haber sido otros jóvenes como bien recuerda la historia. El día 25, con una orden de apresamiento, Voluntarios se dirigieron hacia las aulas del Segundo Curso de Medicina, con el objetivo de apresar a los estudiantes que cursaban ese año académico. Pero algo les detuvo, la actitud del profesor Dr. Juan Manuel Sánchez Bustamante y García del Barrio, quien manifestó al representante de la Corona Española, que solo se llevaría a sus estudiantes prisioneros “por sobre su cadáver”. Sin embargo, no corrieron los jóvenes del Primer Curso con igual suerte y se permitió la encarcelación de 45 estudiantes entre 17 y 21 años.
Acusados originalmente habrían sido cinco, el que arrancó la flor y los que jugaron con el vehículo, “pero ellos habían decidido arbitrariamente que fuesen ocho los condenados a muerte”, relata la estudiosa.
“Soy martiana desde los diez años – comenta María del Carmen Amaro- y el poema “A mis hermanos” que escribió Martí en 1972, es uno de los actos más hermosos y sentidos del Héroe, amigo por demás de Fermín Valdés Domínguez, uno de los condenados a pasar años en prisión y no así con la pena máxima”, comenta.
- Cadáveres amados, los que un día/ Ensueños fuisteis de la patria mía, / ¡Arrojad, arrojad sobre mi frente/ Polvos de vuestros huesos carcomidos!/ ¡Tocad mi corazón con vuestras manos!/ ¡Gemid a mis oídos!/ Cada uno ha de ser de mis gemidos/ Lágrimas de uno más de los tiranos! […] ¡Y más que un mundo más! Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida/ La muerte acaba, la prisión se rompe; / Empieza, al fin, con el morir, la vida!
Buscando algunas curiosidades sobre la fecha, la Doctora María del Carmen marca como una coincidencia histórica que, en el año 1946, un joven oriental había matriculado Derecho en la Universidad de La Habana: Fidel Castro Ruz. “A pocos meses de su ingreso en la casa de altos estudios, se va a celebrar el acto de conmemoración del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina y Fidel es elegido como orador…este se convertiría en su primer ejercicio como orador frente a un público”.
“Admiro a la juventud -expresa- la quiero, porque los jóvenes son más sinceros y dicen lo que piensan. Los jóvenes son la esperanza de la Patria y esa es una de las razones por la cual, en nuestro campo de las Ciencias Médicas, donde enviamos brigadas formadas fundamentalmente por gente muy joven, en muchos países hacia donde van esas brigadas a colaborar con el sistema de Salud, intentan comprar a nuestros jóvenes.
“Algunos, como siempre digo, en todas las sociedades, en todas las generaciones, hay gente que tiene precio de compra y de venta, pero son los menos, porque los cientos de miles de nuestros doctores que pasan de un lado para otro por el mundo, regresan…y han colocado muy en alto el prestigio de la Medicina cubana. Por esto, es inadmisible lo que ha pretendido el presidente recién electo en Brasil, en primer lugar es calumnioso…habla de incompetencia de los médicos cubanos y resulta incoherente a la vez porque si son incompetentes por qué quiere dejarlos en Brasil. Duda de sin son médicos o no porque no han revalidado su título en ese país aun sabiendo que no estaba en el contrato inicial. Los médicos cubanos han demostrado tener los conocimientos y las aptitudes necesarias, para mejorar la Salud de esa población”.
Como esos jóvenes que recién comenzaban su vida en el camino de la Medicina, nuestros médicos tienen amén de la profesionalidad, grandes baluartes: las aptitudes y los valores. Por eso recordamos la fecha, por eso y porque la vida vuelve a colocar coincidencias históricas en este noviembre, todas para recordar el gran sentido humanista de nuestro pueblo y sus galenos.
(Tomado de Cubadebate)
Se recuerda con dolor aun cada nombre: Alonso Francisco Álvarez, Anacleto Pablo Bermúdez y González de la Piñera, José Ramón Emilio de Marcos y Medina, Juan Pascual Rodríguez y Pérez, Ángel José Eduardo Laborde y Perera, Eladio Francisco González y Toledo, Carlos Augusto de la Torre y Madrigal y Carlos de Jesús Verdugo y Martínez.
Cada 27 de noviembre es preciso recordar la valía de jóvenes como aquellos, una cualidad casi inherente a los que son y serán profesionales cubanos de la Salud. La profesora, doctora e historiadora María del Carmen Amaro recuerda ser muy pequeña cuando en su natal Matanzas escuchó hablar sobre el trágico suceso, porque, además de la injusticia, un hijo de la Atenas de Cuba, Carlos de Jesús Verdugo y Martínez, de solo 16 años, contaba entre los condenados a muerte y quien además no se encontraba tan siquiera en la capital cuando ocurrieron los hechos.
Para adentrarnos en los relatos sobre el enjuiciamiento de los estudiantes, la doctora Amaro recuerda que hay que ubicarse bien en el contexto histórico. “Transcurrían solo tres años del inicio de las luchas independentistas y la colonia española se vengaba, por así decirlo, de la heroicidad de los mambises con la represión en las zonas urbanas”, relata.
“En La Habana se apoyaron en el cuerpo de Voluntarios. un grupo de oficiales españoles caracterizados por acciones violentas como el asalto al palacio de Aldama, los sucesos del teatro Villanueva, todos ataques digamos, para levantar la autoestima de la Metrópolis ante las varias derrotas del Ejercito Español frente a la ofensiva mambisa”.
En medio de esa situación, la Universidad de La Habana continúa su actividad docente. Todo comenzó un 24 de noviembre cuando un grupo de estudiantes de Medicina tenían clases de Anatomía ese día y el profesor se demoró un poco en llegar. El anfiteatro de Anatomía quedaba ceca del Cementerio de Espada y algunos muchachos, como el maestro no llegaba, fueron hacia el cementerio. Uno arrancó una flor, otros cuatro se montaron en el vehículo en el que se transportaban los cadáveres para las necropsias. El vigilante, Vicente Cobas, le hizo llegar al Gobernador Político Dionisio López Roberts, la falsa acusación de que los jóvenes habían profanado la tumba del periodista español Gonzalo de Castañón, muerto en Cayo Hueso, tras un duelo con el patriota Mateo Orozco. Según Cobas, los estudiantes habían rayado el cristal que cubría el nicho de la tumba de Castañón.
Quizás por ese mismo contexto que nos señala la profesora Amaro, el Gobernador Político, para logar laureles ante sus superiores, encontró en el hecho una oportunidad para dar escarmiento a los criollos y ganar prestigio.
Todavía no se logra entender la dimensión de la crueldad. No importaban las calumnias, había que dar un escarmiento. Pudieron haber sido otros jóvenes como bien recuerda la historia. El día 25, con una orden de apresamiento, Voluntarios se dirigieron hacia las aulas del Segundo Curso de Medicina, con el objetivo de apresar a los estudiantes que cursaban ese año académico. Pero algo les detuvo, la actitud del profesor Dr. Juan Manuel Sánchez Bustamante y García del Barrio, quien manifestó al representante de la Corona Española, que solo se llevaría a sus estudiantes prisioneros “por sobre su cadáver”. Sin embargo, no corrieron los jóvenes del Primer Curso con igual suerte y se permitió la encarcelación de 45 estudiantes entre 17 y 21 años.
Acusados originalmente habrían sido cinco, el que arrancó la flor y los que jugaron con el vehículo, “pero ellos habían decidido arbitrariamente que fuesen ocho los condenados a muerte”, relata la estudiosa.
“Soy martiana desde los diez años – comenta María del Carmen Amaro- y el poema “A mis hermanos” que escribió Martí en 1972, es uno de los actos más hermosos y sentidos del Héroe, amigo por demás de Fermín Valdés Domínguez, uno de los condenados a pasar años en prisión y no así con la pena máxima”, comenta.
Cadáveres amados, los que un día/ Ensueños fuisteis de la patria mía, / ¡Arrojad, arrojad sobre mi frente/ Polvos de vuestros huesos carcomidos!/ ¡Tocad mi corazón con vuestras manos!/ ¡Gemid a mis oídos!/ Cada uno ha de ser de mis gemidos/ Lágrimas de uno más de los tiranos! […] ¡Y más que un mundo más! Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida/ La muerte acaba, la prisión se rompe; / Empieza, al fin, con el morir, la vida!
Buscando algunas curiosidades sobre la fecha, la Doctora María del Carmen marca como una coincidencia histórica que, en el año 1946, un joven oriental había matriculado Derecho en la Universidad de La Habana: Fidel Castro Ruz. “A pocos meses de su ingreso en la casa de altos estudios, se va a celebrar el acto de conmemoración del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina y Fidel es elegido como orador…este se convertiría en su primer ejercicio como orador frente a un público”.
“Admiro a la juventud -expresa- la quiero, porque los jóvenes son más sinceros y dicen lo que piensan. Los jóvenes son la esperanza de la Patria y esa es una de las razones por la cual, en nuestro campo de las Ciencias Médicas, donde enviamos brigadas formadas fundamentalmente por gente muy joven, en muchos países hacia donde van esas brigadas a colaborar con el sistema de Salud, intentan comprar a nuestros jóvenes.
“Algunos, como siempre digo, en todas las sociedades, en todas las generaciones, hay gente que tiene precio de compra y de venta, pero son los menos, porque los cientos de miles de nuestros doctores que pasan de un lado para otro por el mundo, regresan…y han colocado muy en alto el prestigio de la Medicina cubana. Por esto, es inadmisible lo que ha pretendido el presidente recién electo en Brasil, en primer lugar es calumnioso…habla de incompetencia de los médicos cubanos y resulta incoherente a la vez porque si son incompetentes por qué quiere dejarlos en Brasil. Duda de sin son médicos o no porque no han revalidado su título en ese país aun sabiendo que no estaba en el contrato inicial. Los médicos cubanos han demostrado tener los conocimientos y las aptitudes necesarias, para mejorar la Salud de esa población”.
Como esos jóvenes que recién comenzaban su vida en el camino de la Medicina, nuestros médicos tienen amén de la profesionalidad, grandes baluartes: las aptitudes y los valores. Por eso recordamos la fecha, por eso y porque la vida vuelve a colocar coincidencias históricas en este noviembre, todas para recordar el gran sentido humanista de nuestro pueblo y sus galenos.
(Tomado de Cubadebate)