Ha transcurrido mucho tiempo desde que los periodistas cubanos discutieron el primer Código de Ética en sus medios de prensa. Puede que muchos hayan olvidado ese día en que aportaron sus opiniones para enriquecer al documento primigenio.
Hoy vuelven, con el batallar cotidiano marcado en sus rostros, pero con igual ímpetu para señalar certeros cambios que, opinan, requieren los distintos capítulos del Código, que guiará las conductas en el gremio.
Esa fue la impresión que tuve esta mañana de noviembre cuando la delegación de jubilados de la Unión de Periodistas de Cuba, Upec, se reunió nuevamente para el análisis del proyecto de documento.
El presidente de la organización, Ricardo Ronquillo Bello, el vicepresidente Jorge Legañoa, y Freddy Moros (al frente de esa delegación de base), disfrutaron del conocimiento de quienes discutieron cada artículo con la fuerza de la experiencia.
Eran los mismos periodistas de siempre, más allá de los años y de las distintas especialidades ejercidas, reclamando y emplazando con sabiduría.
Quizás, por eso, concluido el análisis del Código, el vicepresidente Jorge Legañoa, en las palabras de cierre dijo: “Ustedes han demostrado que, más que jubilados, a partir de hoy merecen ser considerados como Asesores de la Prensa Cubana. Propongo sustituir un nombre por el otro a la hora de identificar a la delegación que conforman”.