Recientemente la periodista cienfueguera Ismary Barcia fue ganadora, en el apartado televisivo, del concurso nacional de la crónica “Miguel Ángel de la Torre”, que sesionó por estos días en Cienfuegos.
A propósito, cubaperiodistas publica una entrevista realizada por Melissa Cordero Novo a la laureada colega.
“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible.”
Píndaro
Kapuscinski caminó cuatro veces entre los labios de la muerte. En campos menos hostiles a Ismary le apuntan, pero las aves que le siguen precipitan todo naufragio; a salvo de los enemigos revive las sutiles guerras. Añora el tiempo en que no fue corresponsal en las batallas, pero la obra posterior la salva del olvido y es capaz de elevarla por encima de los árboles grises y luego continuar ascenso hasta lo impredecible.
Balzac escribió: si el periodismo no existiese, habría que no inventarlo. Ismary toma en las manos armas preciosas: lanzas, floretes o sables, y comienza la ofensiva. “No sé qué motivos contextuales tuvo Balzac para decir eso, pero sé que hoy esa es una verdad de muchas instituciones y personas, generalmente con responsabilidades, la integridad y la dignidad que debieran. Muchas veces nos dicen, en nuestra propia cara, que somos un mal necesario, pero quienes piensan así, básicamente, lo hacen por cuestiones de conveniencia. Yo creo que al periodismo hay que reinventarlo y reinventarlo…”.
Hay una pausa entre los caminos de las letras, silencios que ella sabe respetar en la decodificación de los mensajes; entonces, en la cima de cualquier fotograma dicta, como maestra de ceremonia, los cuadros a seguir. Yo la inquieto con preguntas intensas, pero ella defiende a la profesión como si ese fuera el último de los respiros.
Gastón Baquero, esgrimiendo criterios sobre el periodismo, afirmó: “uno está en el periodismo y no debe ni puede, subestimarlo, porque tampoco es una prisión ni un infierno; pero, como se le entiende habitualmente, como se le practica, es algo deplorable y dañino para el espíritu, porque es una escuela cotidiana y pertinaz de vulgaridad (de vulgaridad impuesta por la demanda del mercado)”. Quiero que ella cuente sobre cómo acciona y adecua el trabajo diario para sobrevivir a la tosquedad que a veces envuelve. Sentada a mi lado, responde:
“No coincido con que todo el periodismo sea deplorable, ni dañino para el espíritu ni mucho menos vulgar. Creo que hay, hubo y habrá gente que no lo dignifica. Alguien que no tenga la valentía suficiente para asumir el periodismo con personalidad, que no tenga el talento necesario para hacerlo con la belleza, la sutileza y la profundidad que se requiere, es otra cosa; pero de ninguna manera admito que se incluya allí a todos los periodistas.
“Yo entiendo la vulgaridad de otra forma: una expresión gestual o lingüística de la mediocridad. Hay quienes te dicen que no puedes publicar un trabajo porque va más allá de lo que él pensó podía decir, o de las fronteras dónde están los problemas, eso es un sentido loco de entender al periodismo. Eso nos pasa. Y solo te enfrentas a ella con la verdad.
Las manos con que trabaja tienen trazados caminos inciertos, pero seguir las luces, sin importar los declives, es su horizonte. Decía Baquero, también, que el periodismo cotidiano gasta y vuelve roma la sensibilidad de un artista, de un pensador, de un poeta, ¿hasta qué punto ha sucedido así contigo?, ¿dónde colocar las barreras para que tu sensibilidad y tus pensamientos continúen siendo ases de puntas agudas?
“Es verdad, el periodismo reporteril desgasta, porque tienes muchos obstáculos, sobre todo en televisión, pues el mundo tecnológico es muy demandante de recursos, muy costoso, entonces se hace difícil hacer buen periodismo.
“Trato de luchar todos los días contra eso, no sé si esa manera de luchar también se me está desgastando —inunda con risa los sentidos de las palabras—, pero trato de buscar una manera de decir lo mismo (porque hay que decirlo, una y mil veces), pero expresando esos contenidos de forma diferente, visualmente atractivo. Es para mí el mayor desafío de mi profesión en los últimos cinco años, y creo que lo será en el futuro, cómo adaptarme a esa nueva visualidad, cómo evolucionar, ya con mi edad, hacia las nuevas tecnologías audiovisuales, cómo aprehender los nuevos soportes y lenguajes y traerlos al periodismo.
“Lo más retador es cómo lo expreso, no es el problema lo que a mí me preocupa, ni el contenido, es la manera de mostrarlo visualmente. Si fuera creyente rezara todos los días porque no se me agotara la creatividad. Porque enfrentarme a los obstáculos, a las mediocridades y a los oportunismos, ya a eso me acostumbré, pero por suerte no me he acostumbrado a justificarlo. Lo cotidiano no me ha desgastado y espero que no lo haga”.
La suerte del que lucha aún con todos los ejércitos sobre la cabeza siempre es clemente. A Ismary no le interesa si es Atlas, Bernstein o Woodward, puede cargar con el peso de los años y aún avanzar, haciendo equilibrio entre los acantilados donde se pierde la razón, donde, a nadie interesa la verdad de las verdades. “Un tema que el periodismo cubano no ha sabido resolver es trasladar los problemas de la gente a la agenda mediática. Hay una costumbre de muchos años que quiere evitar los temas complejos, los lastimosos; y esas medias realidades, o silencios absolutos, nos han dañado mucho más.
“Mi dilema existencial como profesional es no dejarme apagar. Eso lleva desvelos, mucho estudio, lleva renuncias de tipo personal, pero hay que hacerlo si uno se precia de ser periodista y no un repetidor de contenido”.
Cómo lucha Ismary con las sensaciones. Cómo delinear la realización personal y la familia en un lienzo a la inversa del de Penélope. Cómo funcionan las elecciones y la paz del espíritu, cómo lo hace el deber y el querer.
“El periodismo se convierte en una necesidad, no solo intelectual, ni de reconocimiento público, es existencial. Es uno de mis amores, como puede ser mi hijo, mi esposo, mi familia. Muchas veces ellos me culpan que quiero más a ese amor que a ellos mismos. Es lo que pasa, y me culpo por haber hecho tantas renuncias, he perdido momentos de mi vida por el periodismo. Se me fue mi abuela y no la vi porque estaba cubriendo un terremoto, esas son las cosas más duras que he pasado.
“Al que le guste el periodismo tiene que hacerlo así, el que quiera practicarlo con toda la dignidad y seriedad que lleva, el que quiera ser respetado, tiene que renunciar a muchas cosas para entregarse. Es muy demandante, celoso, no admite infidelidades, es exigente. Pero cuando te consagras tienes muchas recompensas, como los grandes amores. Y eso me da paz”.
David Simons acertó: el periodismo, cuando se practica de manera adecuada, es un acto increíblemente delicado, ético y exigente de tiempo que requiere conocer un asunto, mantener las fuentes, saber qué usar y qué no usar de estas fuentes, volver cada día para saber qué es nuevo y relevante en la institución que estás cubriendo y escribir de un modo sofisticado que a la larga devele cosas complicadas sobre esa institución. Ismary lo ha hecho con la sutileza de la brisa, sabe engranar los argumentos y profundizar y culpar cuando es preciso. El montaje audiovisual es otro arte envuelto en los géneros discursivos del periodismo que ella practica; lo quiera aceptar o no.
A lo largo de estos años has sido una persona que, inevitablemente, es objeto de halagos. Le pregunto. Otra vez está inclinada sobre el buró donde escribo. ¿Eso te da más confianza o te lleva a dudar de ti misma?
“Yo he tenido muchas dudas de mí misma, pero siempre trato que no mueran las formas de crear. Me halagan la gente en la calle y eso sí es una recompensa, eso es lo que te llega, porque ya sabemos que el salario no. Sí, también me ofrece dudas, todos los días pienso que no voy a poder seguir, llegar, que debo retirarme del periodismo”.
Reportar fuera de Cuba es un reto con formas complejas. Avanzar en el sendero puede traer recompensas, o no. ¿De qué manera, realmente, ha contribuido con tu crecimiento el periodismo que has hecho fuera del país?
“Tecnológicamente me ha ayudado mucho trabajar en Venezuela, saber cómo se edita, qué otros soportes usar, el trabajo con la gráfica, etc. Yo quisiera que nuestro periodismo en TV se transformara y tuviera la agilidad de utilizar un diseñador que esté al lado tuyo y trabaje en vivo, quisiera verlo, porque le aporta mucho a nuestro trabajo.
“Me he probado en otros medios, con otros profesionales y he enfrentado situaciones difíciles de violencia. Está Haití. Fue muy duro desde lo espiritual, lo profesional y la subsistencia, porque tuve que subsistir en condiciones muy agresivas: sin agua, con una sola cuota de alimento al día, durmiendo en el piso, sin bañarme; pero lo volvería a hacer absolutamente igual, lo prefiero a una reunión.
“Es otro diapasón, más tamizado, la óptica cambia, eso te ayuda y te da una perspectiva diferente del periodismo”.
Ismary baja las escaleras del local donde conversamos, detrás de ella aparece una nube móvil que evoluciona. Sus pensamientos no se reducen en el aire, van multiplicándose con los pasos. Entonces la recuerdo en el cubículo de edición ayudando a tres estudiantes de periodismo a componer su primer trabajo audiovisual. La recuerdo, simple, natural, enfrentando molinos que la superan muchísimo en tamaño, pero no en talante. La recuerdo, jocosa, en su casa organizando las fiestas, y luego siempre afanosa en el trabajo que no tiene para ella límites de ningún tipo.
Se coloca un casco y empuja la pequeña bicicleta, que parece de juguete, hasta el Bulevar. Se aleja y pudiera creerse que disminuye su figura en lontananza. Pero solo crece.