Femenina o masculina, la voz puede ejercer un encanto muy especial, cuando modulación y tono llegan a quien escucha. Solo con la voz, es posible propiciar un efecto favorecedor en los otros, más allá de la apariencia física.
Pero dichos afortunados dilapidan ese regalo de sus cuerdas vocales cuando el estrés y la ansiedad dominan su tesitura acostumbrada. Son conocidos los efectos fisiológicos y psicológicos que provoca el estrés en el organismo, la tensión que genera repercute, a través de la musculatura de cuello y hombros, sobre el sistema fonorespiratorio y, por tanto, sobre la voz.
La mayoría de las disfonías se atribuyen a infecciones víricas o por un uso deficiente —alto o excesivo—, y se “olvida” incluir al estrés entre sus causantes. Basta escuchar a una persona asustada: la voz tiembla, se quiebra, o se pierde dominada por la angustia o el miedo.
La doctora Marta Ortega Lamas, conocida otorrinolaringóloga del Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras explicó, que cuando la presión es muy fuerte, las cuerdas vocales no trabajan con eficiencia. Esto conduce a cambios en la calidad de la voz, sobre todo, respecto al tono, volumen y resonancia, resultado que limita la labor de periodistas, locutores o artistas de la radio y la televisión.
También una mala técnica provoca un sobreesfuerzo que genera fatiga vocal y disfonía, problemas secundarios que afectan más a quienes usan la voz como herramienta principal de trabajo.
Por otra parte, es importante abrigarse bien y muy especialmente, usar bufandas para resguardar la garganta en invierno, cuando las personas se someten a contracciones y tensiones musculares por las bajas temperaturas,
Hablar sin forzar la voz, llevar una dieta saludable e ingerir bebidas y alimentos a temperatura no extremas, son otras recomendaciones de los expertos.