Es difícil saber cuántos «bichos raros» pueden encontrarse en esto que llamamos el ciberespacio, pero de que los hay los hay. Algunos, incluso, que desearíamos hagan crecer la nueva «fauna digital mundial».
Que entre los 100 millones de portales web que salen a la conquista de los navegantes virtuales —entre los cuales están los que cuentan con el soplo y los recursos de los «Prósperos» modernos que, como en la obra Shakespeareana, solo alientan la tempestad de los más pobres— es una bendición que proyectos periodísticos de izquierda como La Iguana.TV se ubique entre los 15 portales más vistos en Suramérica y los 20 de Latinoamérica.
Para lograrlo, como sugirió su líder —el reconocido colega venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela, conductor también del programa Cayendo y corriendo de la televisora estatal de ese país— no se pueden esperar milagros de Internet, sino crearlos, bajo una premisa que él considera lección para todos los soñadores alternativos: «La verdad más grande tiene que ser trasmitida en términos estéticos, algo que constituye una grave deuda de la comunicación revolucionaria actual».
Lo anterior no es lo único que aprendió en estos años de conquistador «intergaláctico» Pérez Pirela, y que muy bien puede servirnos a todos los que tratamos de emular en este campo. Otro razonamiento que compartió con los asistentes a un encuentro promovido por el Instituto Internacional de Periodismo José Martí, de la Unión de Periodistas de Cuba, es que los medios de la Revolución —dígase Venezolana y Cubana, o cualquier otra— han pasado mucho tiempo queriendo convencer a los convencidos, cuando la comunicación, para que de verdad lo sea en su más amplio y exacto sentido, debe ser expansiva, sobre todo con la capacidad de calar y enamorar a los más jóvenes.
Una alerta sana en este sentido lo fue que, en la medida que las generaciones de mayor edad fueron penetrando en las redes sociales más conocidas, como Facebook, los más nuevos se desplazaron a otros espacios como Instagram o Tangler, a las que es preciso ir para encontrarlos.
Aunque algunos se planteen grandes arabescos conceptuales para definir de qué se trata en realidad la comunicación, Pirela sostiene que puede resumirse en un gesto humano muy sencillo, aunque muy difícil de provocar: el de «un dedo índice haciendo un clic». Una comunicación digital sin clic nos es comunicación, afirma rotundamente, junto con otro juicio importante: «una comunicación que no es digital, ya no es comunicación»; porque desde su perspectiva, los medios no mueren, se transforman.
Si bien afirma lo anterior, también aclara que la comunicación digital es audiovisual o muere, por lo que anhela la creación de un «Netflix político latinoamericano». Una combinación entre audiovisuales de muy corta y larga duración, con calados en profundidad. De lo que se trata es de comenzar a dotar de nuevos sentidos y estéticas a una televisión tradicional que se está quedando vacía y distante y a la que es preciso incorporar nuevos e innovadores lenguajes.
Y mientras escuchaba a este joven y desenfadado especialista venezolano, razonaba en lo valioso de que un Proyecto como Dominio Cuba esté ahora, como una larvita prodigiosa, saliendo de su huevillo en la sede central de la Unión de Periodistas de Cuba y comenzando a ganar nombre y adeptos en Cuba y en otras partes del competitivo mundo infocomunicacional; así como en la urgencia de que otras iniciativas, que ahora están entre los ejes estratégicos de la organización, como la creación de una incubadora de innovación digital y el círculo de innovación digital de la UPEC, puedan fructificar, junto con otros empeños de los medios nacionales.
Para que la «rara» Iguana de esta historia tenga otros «bichos» como sus maravillosos acompañantes virtuales.