Por Sergio Alejandro Gómez
“Cuando compramos alimentos, estamos pensando en 11 millones, que es toda la población cubana”, dijo este jueves el presidente cubano Miguel Díaz-Canel a una delegación de empresarios y directivos del sector agrícola de los Estados Unidos.
“Once millones de personas no es un mercado a desaprovechar”, añadió el mandatario en un encuentro de trabajo celebrado en la Misión Permanente de Cuba ante las Naciones Unidas.
A la reunión asistieron el ex secretario de Agricultura de Estados Unidos y actual CEO del US Dairy Export Council, Thomas Vilsack, comisionados de agriculturas de varios estados norteamericanos y directivos de los consorcios creados por las principales empresas exportadoras, entre otros líderes del sector.
Cuba hoy tiene que importar anualmente más de dos mil millones de dólares en alimentos, les explicó Díaz-Canel a los empresarios, y lo hace en condiciones “muy complejas, con países que están a enorme distancia, donde el pago por flete es muy alto, donde de hecho nos suben los precios porque saben las necesidades que tenemos”.
“Comprar alimentos, que se conocen son de muy buena calidad, producidos por ustedes, para nosotros representaría facilidades y oportunidades”, agregó.
“También nos permitiría la transferencia de tecnología; hay personas que han estimado que una relación con el sector agropecuario de Estados Unidos podría incrementar, por ejemplo, la producción de carne de cerdo en nuestro país”.
Las ventas agrícolas de los Estados Unidos están en su peor nivel de los últimos 12 años. Entre los vaivenes del mercado y la guerra comercial de la administración Donald Trump, decenas de miles de pequeñas granjas familiares están siendo afectadas.
La industria respalda unos 17 millones de empleos en todo Estados Unidos y los políticos de Estados agrícolas están interesados en contener una crisis similar a la de la pasada década.
Cuba, a solo 90 millas de las costas norteamericanas, es un destino atractivo. Sin embargo, las leyes actuales entorpecen los negocios.
Cuando en el año 2000 se abrió una brecha en el bloqueo de Estados Unidos para vender alimentos, el comercio ascendió rápidamente hasta alcanzar varios cientos de millones de dólares.
El cambio introducido por la administración de William Clinton en la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones fue en un solo sentido. Permitió a Cuba adquirir productos agrícolas en el mercado norteamericano pero mantuvo el veto sobre las exportaciones.
Pero la isla quedó sometida a onerosas condiciones como pagar en efectivo y por adelantado, algo totalmente atípico en el mercado internacional, a lo que se suman las restricciones en la transportación por las leyes del bloqueo.
Pero el potencial real es mucho mayor. No por gusto el sector agrícola es uno de los que más activamente defiende ante el Congreso el levantamiento de las barreras comerciales con la isla.
Un grupo bipartidista de más de 60 asociaciones de agricultura, empresas y funcionarios electos de 17 estados norteamericanos instó recientemente a miembros del Congreso a adoptar una enmienda de la Farm Bill del 2018 que abriría el comercio agrícola con Cuba.
Según el texto, los grupos agrícolas de Estados Unidos quieren participación en un mercado de 11 millones de habitantes, que recibe una afluencia anual de tres a cinco millones de turistas.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso y un estudio de Engage Cuba, las enmiendas ahorrarían a los contribuyentes norteamericanos 690 millones de dólares en 10 años.
El legislador Roger Marshall, congresista republicano por Kansas y uno de los impulsores de la ley, dijo a Dominio Cuba que las enmiendas que se debaten actualmente entre el Senado y la Cámara baja incluyen un acápite que “nos permitiría hacer marketing de productos agrícolas en Cuba y también trabajaría en el proceso de financiamiento de las compras cubanas”.