COLUMNISTAS

Abrazados

Se les tienen cerca desde los iniciales días de pupitres universitarios, ansiosos como están por atrapar e incorporar al acervo propio cuanto la docencia profesoral transmite, desmenuza, cuestiona y provoca para la investigación independiente, con todo lo cual al final se gradúan los más perseverantes y convencidos del camino elegido.  Y de pronto las temporales fronteras se diluyen al compartir, de tú a tú,un mismo bregar de profesión, ya sea en una redacción periodística, lo que mejor conozco.

Pero en lo adelante y por algún tiempo, o tal vez mucho,  permanecerá el cordón umbilical entre el agradecido joven iniciado con el veterano maestro para despejar remanentes inseguridades y aprovechar el caudal de las experiencias,  mientras en contrapartida del ex docente preocupado y atento a que el necesario desenfado de los años mozos  se oriente hacia un paulatino desate de potencialidades que garantice lo promisorio a lo largo de un proceso de maduración.

A esto último se llega, y  en los mejores y deseables casos, exhibiendo rotundos éxitos, posicionamientos irrebatibles, y junto a ello, en un santiamén las tempranas hebras grises asomadas en las cabelleras. Porque es ley de vida. ¡Ay de aquellos  que creen en petrificar su individual almanaque y miran a los más añejos a su alrededor con cierta altanería!  O se gasten expresiones de “otra vez ese viejo”, cuando el avezado analista de probadas contiendas llega al estudio a contribuir con su colaboración. ¡Ay de los más encanecidos que se permiten la suicida insensatez de desconfiar  de los jóvenes, los herederos renovadores de la continuidad! O ignorar que en sus inteligencias y brazos descansa el futuro. Ni una ni otra actitud es permisible, ni tampoco nada que se parezca a una segregación etaria en cualquiera de las direcciones, si lo que cuenta son los valores éticos, las entregas a servicios de causas patrióticas y sociales, las capacidades y talentos, los resultados.

Cuando José Martí preparaba la guerra por la independencia, dedicó una de sus brillantes prédicas a quienes llamó los pinos nuevos, que pelearían en los campos de Cuba, bajo el mando del viejo guerrero Máximo Gómez forjando un haz de distintas e igualadas generaciones dispuestas al sacrificio.

Después nadie como el líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro,  interpretó con más fidelidad,  consecuencia y proyección estratégica aquel martiano legado, uno de los  diversos ángulos constitutivos de la unidad revolucionaria y nacional que ha sido clave en la resistencia, fortaleza, supervivencia y crecimiento del país frente a las acechanzas de tan poderoso enemigo imperial.

Con esta aleccionadora enseñanza vamos a deliberar los periodistas cubanos en su X Congreso, conscientes de que la verdad necesita de nosotros, sin detenernos en diferenciar rostros lozanos de estreno o surcados de lo vivido, de los que gozan de la grata visualidad pública y de quienes anónimamente brindan idéntico servicio social. En todo caso a ir en pos de la bienvenida simbiosis de experiencia y audacia; sabiduría e inspiración renovadora; lucidez e impulso transformador.

Y además tener presente el aporte de la demografía, el envejecimiento poblacional y la tendencia juvenil a la movilidad extrema, una lacerante ecuación que nos advierte contra el inaudito lujo de segregaciones etarias.

A riesgo de parecer un pretencioso sentenciador, creo que estamos benditamente condenados a proseguir abrazados. ¡Y qué así sea!

Foto del avatar
Hugo Rius Blein
MCs. Hugo Rius Blein. Premio Nacional de Periodismo José Martí por la obra de la vida. Periodista de Prensa Latina. Profesor Adjunto de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *