Un brote de siete tornados único en territorio cubano, vientos inclementes de región sur e inundaciones costeras acontecieron en marzo de 1983. La anormalidad de las condiciones atmosféricas fue vinculada a la fuerte manifestación del evento El Niño-Oscilación del Sur.
Se repitió la historia
Diez años más tarde, en medio de la tensa situación económica del período especial, la naturaleza repitió el golpe. Pero fue más duro. Diez personas perdieron la vida y varias resultaron lesionadas.
La insólita tempestad estremeció Viñales, El Morro, Varadero, la Ciénaga, Caibarién, Morón, un país. Sus vientos repentinos barrieron en solo horas buena parte de la cosecha tabacalera, las plantaciones de plátano y otros cultivos, y causaron considerables afectaciones en hogares, instalaciones industriales, agrícolas y sociales. Los daños fueron cuantificados en mil millones de dólares.
La zanahoria envenenada
Se aprecia con claridad en una secuencia de imágenes satelitales divulgada por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), que durante la tarde del 12 de marzo algunas nubes se habían desarrollado en localidades interiores y de la costa norte de nuestro archipiélago, y en la noche, al menos en occidente y centro, la nubosidad era poca.
Vientos cálidos y húmedos procedentes del Caribe también matizaban el tiempo, algo común para la época, solo que en aquel momento se habían “pasado” de velocidad. Las peligrosas marejadas prevalecían en la costa sur.
Concurrentemente, un frente frío bien definido estaba avanzando por el golfo de México, conectado a un área de baja presión extratropical en continuo proceso de profundización. En la noche, mientras la baja se dirigía hacia la porción norte de la península de la Florida, una banda nubosa con forma de zanahoria se activó impetuosamente por delante del frente.
Esta vaguada, que tenía asociada una línea de tormentas severas, se desplazó con mucha rapidez sobre la mitad oeste de Cuba durante las primeras horas del sábado 13, y fue la causa del más costoso desastre natural que ha vivido el país atribuido a un fenómeno meteorológico de la temporada invernal.
Desde Pinar del Río hasta Sancti Spíritus los vientos soplaron con fuerza de huracán del noroeste, oeste y suroeste. Varias estaciones midieron rachas superiores a 80 y 100 km/h, y las más notables pasaron de 160 km/h. Igualmente, la monstruosa agrupación de nubes cumulonimbus desencadenó tornados, granizadas, aguaceros y abundantes rayos.
Con el avance del día se produjeron inundaciones costeras fuertes en asentamientos del litoral norte –inclusive fueron severas en el malecón de La Habana–, debido al intenso oleaje generado en el golfo de México. Aunque más debilitada, la banda de nubes alcanzó la región oriental; en poco tiempo hubo acumulados de lluvia de más de 100 milímetros.
Otro elemento a destacar es que el aire frío fue ocupando el territorio nacional tras el paso de la línea de tormentas y el frente. Un significativo descenso de las temperaturas fue evidente el domingo 14. Mínimas entre 7 y 8 grados Celsius fueron registradas en la región central.
¿Se avisó la tormenta o no?
Con la colaboración de sus coterráneos Mario Carnesoltas Calvo y Gisell Aguilar Oro, el meteorólogo cubano Lino Naranjo Díaz realizó hace varios años un valioso compendio sobre la gran tormenta de 1993.
En él deja claro que el 10 de marzo, en un documento interno operativo del Instituto de Meteorología llamado “Estado General del Tiempo”, hubo una primera referencia sobre lo que un modelo de predicción estaba sugiriendo para un plazo de 48 horas: el desarrollo de un centro de baja presión en el oeste del Golfo, con un frente frío asociado que llegaría el sábado siguiente a la mitad occidental del país.
El posible arribo del frente con nubosidad y lluvias fue anunciado el viernes 12 en el parte meteorológico del NTV –lo cual fue resaltado por el propio doctor José Rubiera en declaraciones posteriores ofrecidas a la periodista Rosa Miriam Elizalde–. No obstante, el rápido desarrollo del evento atmosférico superó la capacidad del Insmet para monitorearlo y prevenir sus impactos, que se mantuvo en niveles mínimos debido a la crisis económica y el recio bloqueo estadounidense.
Según Lino, los canales de comunicación con el World Data Center en Washington se habían reducido sustancialmente en meses anteriores. Durante la mañana y la tarde del día 12 no pudo accederse a los datos del área del Golfo. La disponibilidad de imágenes de satélite estaba restringida, ya que se recibían con baja resolución y solo después de las 6:40 p.m.
A pesar de las dificultades, el personal de Casa Blanca a cargo del pronóstico, apoyado en la información disponible y el conocimiento previo adquirido sobre la formación de líneas de turbonadas prefrontales, emitió en la noche una advertencia especial ante la probable ocurrencia de tormentas. Esta información fue enviada con urgencia a la Defensa Civil y los medios de difusión.
El aviso de que el mal tiempo se acercaba se dio a conocer por televisión en las noticias que siguieron a un espacio cinematográfico de medianoche. En menos de una hora, la aterradora actividad eléctrica y los vientos muy fuertes hacían temblar hasta las piedras en el occidente cubano.
“Una palabra de aliento es un tesoro”
Todo dejó de estar en su sitio. Como si dentro de las casas hubiera fuego, como si los relámpagos se hubieran colado en la cama. Muy pocos siguieron durmiendo. Casi todos corrieron a tratar de salvar las posibles pérdidas, pero nadie sabía a ciencia cierta qué estaba ocurriendo.
Las ráfagas sacudieron los muebles, volaron papeles, postes, techos, paredes, grúas, torres, aviones… Susto. Algún llanto de niño. Voces de los vecinos que mientras esperaban la mejora del tiempo se apuraban para ayudarse.
Con la calma relativa del día empezaron los arreglos, los preparativos para acopiar agua, destupir cañerías, recoger escombros… La gente llegó a la calle con los mismos atuendos con que se había levantado. Y las noticias empezaron a correr de boca en boca.
Poco a poco fuimos sabiendo lo que pasó. Y ese fue el momento justo en que hablamos de la economía, los daños, el esfuerzo… lo por hacer.
Así resumía el diario Juventud Rebelde, en la edición del 14 de marzo, lo ocurrido, y además señalaba:
La presencia de Fidel en el lugar donde la noche del sábado estaba la situación más difícil, una zona baja del Vedado capitalino, fue de por sí un mensaje de aliento para quienes a esas horas, como víctimas o rescatadores, luchaban contra las aguas que se adueñaron de calles y plantas bajas de casas y edificios, confinando en pocas horas a muchos habitantes del litoral y hasta a los huéspedes de algunos hoteles costeros.
Desde la Oficina de Intereses de los Estados Unidos se recibió un llamado para auxiliarlos en la evacuación de algún personal de la sede. El Comandante en Jefe insistió en que se hiciera todo lo posible por hacer llegar el auxilio.
Al día siguiente, en su discurso de clausura de la sesión de constitución de la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado, Fidel se refirió a la tormenta, sus efectos devastadores y la recuperación en marcha:
Frentes fríos hay decenas casi todos los años; incluso se consideran útiles, traen agua, traen fresco, ayudan a los cultivos, pero, ¿qué es esto de un frente frío precedido de un huracán (refiriéndose a la línea de tormentas que produjo rachas de viento huracanadas), no se puede llamar de otra forma; de fenómenos extraños de luminosidad, una serie infinita de relámpagos que casi convirtieron la noche en día; un trueno raro, ininterrumpido (…) Pero estoy seguro de que en varios lugares, que vi personalmente, los vientos tienen que haber llegado a 200 kilómetros (km/h) o más, por los árboles arrancados, por las cortinas de viento destruidas.
Hizo grandes daños en la agricultura. Las plantaciones de plátano prácticamente las arrasó, todas las matas que tenían un racimo grande ya, o un racimo pequeño, las derribó; las matas que iban detrás las derribó también.
Otros cultivos como el tomate ya venían siendo afectados, el año climático no era favorable. En el mes de enero, durante muchos días consecutivos soplaron fuertes vientos del sur, que suelen preceder las plagas por la humedad, por el calor, y producen daño mecánico a las plantas; después fuertes aguaceros estuvieron afectando no solo estos cultivos de hortalizas, sino también el tabaco. Hubo una zona de Pinar del Río en que cayeron casi 500 milímetros en 24 horas. ¡Vean ustedes, quinientos milímetros, en invierno, en veinticuatro horas! Naturalmente destruye también los semilleros de tabaco. No queda aquel recurso, en determinada fecha ya, de volver a sembrar lo que ha tumbado el agua porque no hay semilleros, y los semilleros requieren varias semanas para poderlos rehacer otra vez.
(…) afectó decenas de miles de viviendas, sobre todo, techos, aunque algunas las destruyó completamente; afectó miles y miles de objetivos económicos: naves, talleres, almacenes, en la agricultura e incluso en las ciudades; instalaciones industriales, fábricas, sobre todo, techos. A muchos cultivos los afectó seriamente. Montones de postes eléctricos fueron arrancados, las líneas eléctricas interrumpidas, transformadores destruidos o dañados, los suministros de gas interrumpidos en La Habana como consecuencia de la falta de electricidad; los suministros de agua, también por la misma razón. Todos esos servicios se han visto afectados en ocho provincias.
Vi casas totalmente destruidas, vi muchas casas afectadas en la zona de Santa Fe, las afectaciones son bastante grandes también en toda esta zona del municipio Playa, del litoral del Malecón o próxima al Malecón. Y estaba todo el mundo trabajando, eso sí lo puedo asegurar porque lo he visto; claro, necesitan un tiempo mínimo para hacer las cosas y hacerlas bien, pero no están perdiendo ni un minuto, ni un segundo.
(…) Tengan la seguridad de que el Estado, aun dentro de las dificultades y las limitaciones grandes, está haciendo todo lo posible por suministrar ese mínimo de material que necesitamos para ayudar a esos compatriotas que se han quedado sin recursos o se han quedado en condiciones críticas de vivienda.
Las inundaciones costeras ocurrieron en la capital cubana luego del paso de la línea de tormentas severas y el frente frío. Foto tomada de Internet.
(…) ayer veíamos a algunos diputados por Santa Fe en medio del lodo y del fango, trabajando junto a los vecinos y a las máquinas para recoger los escombros. Allí estaba el delegado de circunscripción, allí estaba el presidente del consejo, ahí estaban los cuadros del Partido, ahí estaban los diputados de aquel distrito buscando soluciones, atendiendo a la gente, atendiendo a los albergados, trabajando, realmente, con una consagración digna de admiración.
Ya los venezolanos vivieron una experiencia: al año siguiente de la proclamación de la independencia, el terremoto que destruyó Caracas, y Bolívar dijo: Si la naturaleza está contra nosotros, lucharemos contra la naturaleza. (…) Y no olviden que aun allí donde no pueda hacerse nada, una palabra de aliento es un tesoro.
Mejor preparados
Días después del desastre, el Comité Central del Partido Comunista de Cuba, encabezado por Fidel, desarrolló una reunión con la directiva del Instituto de Meteorología y representantes de los principales sectores de la economía, la cual culminó con tres acuerdos cardinales para perfeccionar la capacidad de protección de la nación frente a fenómenos atmosféricos peligrosos:
-Mejorar la tecnología y las relaciones entre el investigador y el meteorólogo operativo con el fin lograr pronósticos más certeros.
-Optimizar el sistema de alerta temprana para la población y la Defensa Civil, incluido un trabajo educativo que cree conciencia social sobre una serie de eventos del tiempo diferentes a los huracanes que pueden producir severidad.
-Desarrollar medidas para aumentar la protección de los sitios costeros, principalmente en la capital. El gobierno local, la Defensa Civil y la Academia de Ciencias fueron designados para coordinar este esfuerzo, aunque muchas instituciones luego contribuyeron con recursos y capacidad técnica.
Desde entonces, el Insmet comenzó a emitir sus advertencias con mayor facilidad. Además, se fortalecieron los lazos con el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil.
Snowmageddon
Los norteamericanos le llamaron la “Tormenta del Siglo”. Nevadas increíbles, inundaciones y vientos fuertes ocasionó la baja extratropical a lo largo de la costa oriental de la nación. Más de diez tornados fueron confirmados.
A pesar de que el sistema tormentoso fue correctamente predicho por los modelos de computadora con cinco días de antelación, fallecieron 270 personas en 13 estados desde Florida hasta Maine. Se estima que alrededor del 40 por ciento de la población de Estados Unidos experimentó los efectos del poderoso meteoro. El daño total ascendió a 5,5 billones de dólares.
La nieve batió récords en Carolina del Norte, Georgia, Maryland y Tennessee, con máximos entre 142 y 152 centímetros en Mount LeConte. En Columbia, Charlotte y Greensboro se establecieron nuevas marcas de baja presión atmosférica, más notables incluso que las obtenidas durante el azote del ciclón Hugo en septiembre de 1989. En el estado de Nueva Inglaterra disminuyó a 960 milibares, un valor que regularmente se reporta en los huracanes de categoría 3.
Las rachas de viento más intensas fueron: 232 km/h, Mount Washington; 175 km/h, Dry Tortugas; 158 km/h, South Timbalier; 148 km/h, South Marsh Island; 145 km/h, Myrtle Beach; 143 km/h, Fire Island; 134 km/h, Vero Beach; 130 km/h, Boston; y 114 km/h, La Guardia Airport.
Conocido también como el “Huracán Blanco” y la “Supertormenta de 1993”, este fenómeno invernal fue catalogado como uno de los eventos de tiempo extremo más costosos y mortíferos del siglo XX en los Estados Unidos.
En 1998, el célebre canal National Geographic recogió en una película de 60 minutos (formato VHS) los hechos relacionados con la “Tormenta del Siglo”.
Nota: Para la realización de este trabajo fueron imprescindibles los textos “The 13 March 1993 Severe Squall Line over Western Cuba”, por Arnaldo P. Alfonso y Lino R. Naranjo, y “Superstorm 93: A Case Scenario 12-15 March 1993: The case scenario in the Cuban sector”, de Lino R. Naranjo, así como los reportes de los periódicos Granma y Juventud Rebelde de marzo de 1993, y los discursos de Fidel Castro Ruz del 15 de marzo y 26 de julio de ese mismo año. Asimismo, se consultaron varios resúmenes de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), el Servicio Nacional del Tiempo (NWS), los Centros Nacionales de Información Ambiental (NCEI) y El Canal del Tiempo de los Estados Unidos, y Wikipedia en inglés.
Por: Danier Ernesto González / Cubadebate