Palabras de inauguración del III Encuentro Nacional de Jóvenes Periodistas por parte de Yuniel Labacena Romero, del diario Juventud Rebelde, presidente del Club Juvenil de la Prensa de los medios nacionales.
Probablemente, nunca fue tan oportuno como hoy la celebración de este III Encuentro Nacional de Jóvenes Periodistas. Cuba vive momentos decisivos, en los que está en juego la suerte de la Revolución. Si analizamos detenidamente ese contexto advertimos que la información y la comunicación son esenciales. No en vano una política de comunicación comienza a dar sus primeros pasos.
Son asuntos sobre los cuales nadie tiene la última palabra y en los cuales las opiniones y visiones de los jóvenes periodistas serán muy aportadoras. Por ello nuevamente volvemos a encontrarnos en La Habana, con el mismo compromiso de aquellos que iniciaron estas citas en diciembre de 2015. Las dudas, preocupaciones y urgencias sobre un periodismo más revolucionario, limpio, claro, veraz, creador y consagrado a servir a nuestra gente siguen desafiándonos. Cómo contribuimos a que exista un parecido real entre la sociedad que somos y la sociedad que revelamos en los medios.
Aquella pregunta del primer encuentro: ¿Qué aportan los jóvenes al periodismo cubano actual? todavía nos acompaña y seguirá acompañando por largo tiempo, sobre todo hoy cuando nos hemos propuesto refundar el periodismo cubano de la Revolución. Entre nosotros nunca ha existido la apatía o el silencio, y no puede haberlo porque hemos de convertirnos, como decía José Martí, en el «can guardador de la casa patria». Para afrontar ese reto, las diferencias generacionales no anulan la vocación de hacer un periodismo comprometido.
Si en los dos primeros encuentros debatir sobre ética, participación, liderazgo, la gestión en nuestros medios, la comunicación dentro del contexto de actualización del modelo socioeconómico cubano y los enormes desafíos para acercar cada vez más periodismo y ciudadanía, nos impulsó a conquistar nuevos sueños y hacer un periodismo diferente, hoy en medio de un nuevo escenario mediático bien diverso, incluso, fuera de lo institucional y legalmente establecido, tenemos que volver sobre esos temas.
Aún siguen siendo interrogantes cómo articular un modelo de prensa más funcional a las exigencias del siglo XXI, cómo seguiremos enfrentando las carencias económicas que persisten en nuestras redacciones y en nuestro bolsillo, cómo haremos posible neutralizar el secretismo y los vacíos informativos, hasta qué punto son tomados en cuenta los periodistas en la construcción de las agendas de los medios, y cuándo desaparecerá la falta de cultura comunicacional en el país para ejercer el periodismo que necesita hoy Cuba. En cada uno de esos asuntos está el aporte que nosotros podemos hacer con nuestra visión fresca y renovada, porque nos sentimos comprometidos ante esa realidad y somos también responsables del cambio que demandamos.
Llegamos a esta nueva cita cuando la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) celebra sus 55 años de fundada y su X Congreso está a las puertas. Habría que recordar a nuestro guerrero de la lucidez, a nuestro querido Antonio Moltó Martorell o simplemente El Molto, como le decíamos sus amigos, sus subordinados y sus periodistas. Él fue el iniciador de estas citas y, precisamente, en la del pasado año nos decía: «La UPEC sirve para ponerle luz al país. Para hacernos fuertes, para unir, para evitar la dispersión. La UPEC sirve para premiar al que lo merece, y para llamar la atención contra la injusticia cuando no se premia al que lo ha ganado en buena lid. La UPEC sirve para decir sí donde otros dicen no se puede (…) ».
Dentro de unas jornadas este III Encuentro Nacional de Jóvenes Periodistas pasará a la historia como otro punto de partida para venideros empeños, y el regreso de cada uno de nosotros a las redacciones marcará el inicio de un nuevo ciclo de trabajo y fundación. Entonces nos aguardará a todos la tarea de expandir lo que se acordó en la cita y continuar trabajando sin perder de vista que ningún empeño podrá articularse si no se cimenta en los pequeños espacios y en nosotros mismos.