En plena guerra de los cubanos por la independencia, el martes 15 de febrero de 1898 a las 9 y 40 de la noche, La Habana fue sacudida por una fuerte explosión ocurrida en la proa del buque de guerra de los Estados Unidos USS Maine, fondeado entonces en la bahía.
El acorazado había llegado el 25 de enero en una visita amistosa aunque la verdadera razón era intimidar los españoles y proteger a los ciudadanos norteamericanos residentes después haber ocurrido algunas revueltas en la capital. Tres semanas después de su llegada ocurrió la sorpresiva explosión.
Estas fotografías cuentan su propia historia de aquellos dramáticos momentos.
LA UNICA INSTANTÁNEA DE LA EXPLOSION DEL MAINE
Los que paseaban por la Alameda de Paula tuvieron un palco privilegiado para presenciar el terrible espectáculo del Maine ardiendo y ver a los marinos españoles del crucero de guerra Alfonso XII y del cañonero Legazpi, anclados cerca del barco en llamas, largar los botes salvavidas y dirigirse, sin importar riesgos, a salvar vidas y tratar de sofocar el fuego del Maine. Igualmente los vecinos de la ciudad se apresuraban a socorrer y ayudar a los desventurados marineros norteamericanos que llegaban nadando a la costa horriblemente quemados.
Poco después, una segunda explosión más fuerte aun, iluminó la noche y se vió a marinos despedazados lanzados al espacio confundidos entre pedazos de hierro y balas incendiadas que salían sin rumbo de la santabárbara del Maine alcanzando algunas de ellas a los dos buques españoles y algunas casas cercanas al litoral. Tres horas más tarde solo se veía la proa del barco y a decenas de botes rescatando los cadáveres que flotaban en los alrededores. De una dotación de 358 hombres, habían muerto 264 marinos y dos oficiales norteamericanos y sumaron la lista dos marineros españoles que acudieron a auxiliarlos.
El oficial del ejército español Carlos Goñi, aficionado a la fotografía, estaba también en la Alameda de Paula con su inseparable Kodak y logró captar la segunda explosión que es la única fotografía conocida de aquella terrible noche. Esta fotografía, junta a otras que hizo de paisajes, de la vida cotidiana y a sus compañeros de armas durante su permanencia en Cuba, las guardó de recuerdo. Un siglo después, sus familiares revisando los álbumes descubrieron esta sorprendente fotografía del momento de la explosión que fue publicada por primera vez el 21 de junio de 1998 en la publicación española “Revista”.
LA PRIMERA FOTOGRAFÍA QUE VIAJO A NUEVA YORK
En la alborada del día 16, el fotógrafo José Gómez de la Carrera, de la revista El Fígaro y corresponsal de varias publicaciones extranjeras, navegaba en el bote de un pescador retratando al destruido y todavía humeante acorazado Maine. El capitán de artillería Pedro de Barrionuevo, a bordo de una lancha de la marina de guerra española, también fotografiaba al destrozado buque y buscaba algún indicio que permitiera saber la causa de la catástrofe. Estos dos fotógrafos fueron los primeros en retratar lo que había quedado del acorazado.
A las diez de la mañana, Gómez de la Carrera llegó al cuarto oscuro que tenía en el segundo piso de la calle O´Reilly nº 23, para revelar e imprimir las fotos. Allí le esperaba su amigo Sylvester Scovel, corresponsal del diario neoyorquino The World, con quien había hecho algunos reportajes de los patriotas mambises en la manigua. Scovel necesitaba una foto del Maine hundido para entregarla antes de la una de la tarde a un oficial del buque Olivette, quien la llevaría a la ciudad de Tampa. Allí un reportero del periódico se encargaría de enviarla por ferrocarril a Nueva York. Así se hizo y la foto fue publicada el domingo 20 de febrero con el siguiente pie explicativo:
“La fotografía de “The World” del naufragio del Maine
“Esta foto (la primera que se publica) fue tomada por el corresponsal del World en La Habana en la mañana de miércoles, tras la explosión ocurrida en la noche del martes. La foto fue enviada desde La Habana el mismo miércoles a la una de la tarde en el vapor Olivette y arribó a Cayo Hueso a las 10:30 P.M. y al puerto de Tampa, Florida, el jueves a las 4 de la tarde. El mismo jueves la foto fue enviada en el expreso de las 7 p.m. a Nueva York, donde llegó a las 2:15 de la tarde de ayer. Se ha reproducido exactamente. La foto original fue mostrada al Almirante Erben y a varios expertos por los reporteros de The World.”
Esta fotografía de los restos del Maine captada en La Habana el 16 de febrero y publicada por el periódico neoyorquino cuatro días después constituyó un record de rapidez periodística en los Estados Unidos. Los diarios españoles y europeos no tuvieron las fotografías del barco hundido hasta pasadas dos semanas, tiempo que, como minimo, duraba la navegación de un barco de un continente a otro.
Las primeras ilustraciones de la explosión y del hundimiento del Maine que publicaron los diarios eran dibujos a plumilla hechos por artistas especializados que los hacían siguiendo las descripciones que recibían por cable. Las fotografías también eran dibujadas o calcadas a línea porque no se había encontrado aún la manera de curvar los grabados de medio tono para colocarlas en las planchas de impresión que eran cilíndricas y de movimiento rotatorio.
Las revistas ilustradas eran impresas en la prensa plana y reproducían las fotografías por medio del sistema de fotograbado, el huecograbado u otros similares. La revista habanera El Fígaro dedicó un número especial del desastre del Maine con las fotografías que captó José Gómez de la Carrera.
LA FOTO DEL HUECO DEL TORPEDO
Esta relato lo copiamos del libro America’s Foreign Relations escrito en 1914 por el destacado historiador, periodista y diplomático Willis Fletcher Johnson. Es una historia poco conocida y muestra una de las tantas fotografías falsas que publicó la prensa sensacionalista yanqui para cambiar el curso de la historia. De la página número 250 del libro transcribimos el siguiente párrafo:
“La prensa amarilla se hartó de culpar a España de lo ocurrido con las mentiras más monstruosas. Un periódico llegó tan lejos que publicó un despacho inventado diciendo que un buzo había bajado a inspeccionar el casco hundido y encontró un hueco causado por un torpedo. Con un descaro increíble el periódico publicó una foto del referido hueco que resultó ser idéntica a un grabado publicado por el mismo diario, un año o dos antes, como un eclipse total de sol. Se hicieron locuras tan extravagantes como este disparate para apelar a las pasiones de la multitud a tal grado que deben ser recordados con humillación”
El eclipse total de sol al que se refiere el historiador Johnson ocurrió el 8 de agosto de 1896 a las 05:09 (hora universal) y cubrió el sol durante 2 minutos y 43 segundos en una franja de 183 kilómetros del territorio norteamericano y de otros países. Algunos periódicos publicaron este grabado del fenómeno.
Un diario, rabiosamente sensacionalista, lo reprodujo un año y medio más tarde, en febrero de 1898, para mostrar el hueco que supuestamente había causado en el casco el torpedo español que hundió el Maine y promover con estos engaños un sentimiento antiespañol en el pueblo norteamericano, presionar al gobierno a declarar la guerra a España y arrebatar la inminente victoria mambisa y la libertad de Cuba.
Fuentes:
- Almirante Hyman G. Rickover: Como fue hundido el Maine. Editora Naval, Madrid, 1985.
- Hudson Strode The pageant of Cuba. Randon House, New York, 1934.
- Willis Fletcher Johnson: America’s Forein Relations, London , Eveleigh Nash Company, 1916. Tomo II, P. 250.
- Revista (publicación española) fotografía de la explosión del Maine captada por el sub oficial del Ejercito español Carlos Goñi. Publcada el 21 el junio de 1998
- Bonnie M. Miller, From Liberation to Conquest: The Visual anf Popular cultures of the Spanish-American War of 1898. Universidad de Massachusetts Press, 2011. Capitiulo 2
- Mabel Loomis Todd “Total Eclipse of the Sun” 1894, new and revised edition by David P. Todd, 1900.
Agradecimientos
- Profesor Asistente Joseph R. Hartman, Universidad de Missouri-Kansas City
- Mabiel Hidalgo Martínez, de la Bibliotreca Nacional de Cuba
- Idania Rodriguez Ortega, Historiadora del Cementerio de Colon