Porque he asistido a más de una grabación de Vivir del cuento y hemos conversado muchas veces, doy fe de la total honestidad de cada una de las palabras de Ignacio Hernández Benitea, Nachi, el director de ese programa paradigmático, que estoy segura no es detenido a cada instante para solicitar un autógrafo. Él está detrás de las cámaras, no se ve y por tanto no es tan conocido como los actores y las actrices que dirige.
He esperado un buen tiempo por las respuestas, hoy no me arrepiento de mi insistencia: valió la pena. Ahora Usted lector, si lee hasta el final, sabrá más de por qué cada lunes a las 8 y 30 de la noche nos amarramos a Cubavisión. Nachi es su artífice mayor, aunque como él dice, sin un extraordinario equipo de trabajo, Vivir del cuento no sería lo que es:
-¿Cómo llegas a la televisión?
-Debo confesar que mis primeras vocaciones y a las que aspiraba de pequeño eran el deporte y las artes plásticas, por ese orden. En ambas direcciones incursioné, pero al terminar la primaria, fui elegido para entrar a la escuela vocacional Lenin, y aunque me mantuve muy activo sobre todo en el deporte, este no era un sitio especializado para desarrollarme en esa dirección y me distancié de ese camino, al menos de manera profesional.
A la Televisión llego por la puerta del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del ICRT. Venía de cursar tres años como cadete en la Facultad de Comunicaciones en el Instituto Técnico Militar (ITM) y 3 años y medio en la Cujae en la especialidad de Electroenérgetica. Si bien ambos centros de altos estudios me brindaron un amplio caudal de conocimientos técnicos y una formación académica de rigor, andaba un tanto distante de mi vocación, aquello por lo cual trabajas con gusto y placer. El Centro de Investigaciones Sociales del ICRT (CIS) fue mi primer empleo y mi primera escuela laboral, afortunadamente este supuesto período de tránsito, en el que debía definir qué carrera cursar hasta el final, me develó un universo desconocido: la fuerza y la magia de la Televisión.
Muchos de nuestros especialistas y directores inician su vida laboral por los estudios de radio o televisión, por las áreas que generan y producen los programas, en mi caso comienzo por donde se estudian los públicos. En mi opinión es una excelente plataforma para consolidar conocimientos sobre los destinatarios de nuestros programas de Radio y Televisión.
Cuando llevaba dos años trabajando en el CIS, me comunican que existe una convocatoria del Instituto Superior de Arte para formar licenciados en Arte que tributarían a la radio, el cine y la televisión, un empeño del maestro y gran director Jesús Cabrera por formar de manera integral a los futuros realizadores y especialistas de los medios de comunicación audiovisuales. Me presenté en dicha convocatoria y 5 años más tarde, me gradué en la especialidad de dirección de sonido, formando parte de la segunda generación de graduados de la FAMCA.
En el CIS trabajé durante 12 años, me desempeñé como técnico y como investigador. Trabajé prácticamente en todas las áreas del mismo y acumulé un caudal de conocimientos que resulta esencial, en mi trabajo como director de programas televisivos. Agradezco muy especialmente en mi formación como investigador el trabajo realizado junto a Fabio Fernández, Manuela Batista y Nelia Casado, quien además es mi alma gemela, mi esposa y la mamá de mis hijos.
En el 2000 decido dar un paso que me acercara más a mi perfil profesional, y me contrato como asesor de la División de Programas Dramatizados de la TV, en el área de programas de comicidad. Además curso un diplomado de dirección de televisión con vistas a presentar algunos proyectos de programas y llevar a cabo la dirección de los mismos.
A partir de este momento no continúo trabajando en el CIS, aunque conservo el sentimiento de pertenencia y el agradecimiento infinito por todo lo que me aportó.
-¿Me hablas de espacios realizados antes de Vivir del cuento?
-Mi primer trabajo en la realización de un espacio televisivo fue como asesor en una serie de comicidad: Sabor Bohemio, dirigida por Roly Peña. Más adelante soy convocado por Magda González Grau, quien fungía en ese momento como jefa de la división de programas dramatizados de la TV, a trabajar como asistente de dirección de la telenovela Hola, Habana bajo la dirección general de Charlie Medina y codirección de Humberto Hernández.
Al terminar la novela me proponen dirigir el programa Los amigos de Pepito, que parte de una idea original mía y un proyecto escrito por el humorista Marcos García, al ser este mi primer trabajo como director, me asignan un director asesor, Miguel Sosa, con el cual trabajé dos meses. Posteriormente continué al frente de este programa durante todo el año que se mantuvo al aire.
Es un honor haber iniciado mi labor profesional como director de TV junto a estos grandes realizadores, a los cuales considero maestros, tanto por la calidad artística de sus obras, como por los valores humanos que me transmitieron. De igual modo agradezco a Magda González, la confianza depositada en mí, para asumir la dirección del programa Los amigos de Pepito, el cual tenía un conjunto de complejidades que podían constituir un riesgo para alguien que dirige su primer proyecto.
Los amigos de Pepito fue un programa de participación que se propuso resaltar esa maravillosa tradición oral de contar cuentos, ese rasgo que muchos incluyen como signo de nuestra identidad, de la chispa y simpatía que nos caracteriza. Otro de sus objetivos era dar oportunidad a todos aquellos aficionados que quisieran acercarse e intentar ser parte de un show de comicidad televisiva. Afortunadamente algunos de los finalistas de este programa de TV, se han convertido en humoristas que se encuentran integrados a las distintas plataformas donde se realiza comicidad en nuestro país.
-De ese último que nombras ¿nació Vivir…?
-Si, a partir de Los amigos de Pepito generé un proyecto donde se integraban los competidores (contadores de chistes aficionados) a un cuadro dramatizado, que presentaba como protagonista y eje conductor del mismo al personaje de Pánfilo, interpretado magistralmente por el actor Luis Silva.
De Los amigos de Pepito se mantiene Mario Sardiñas, que interpreta el personaje de Chequera y conforma junto a Luis Silva el dúo de figura y contrafigura, muy típicos de la comedia. En esta primera etapa también trabajó con nosotros el actor y director Omar Alí, en funciones de codirector.
Así nos mantuvimos por espacio de un año. Posteriormente, valorando que no había posibilidad de hacer los castings de los competidores en otras provincias, que los participantes ya no tenían la calidad requerida y tomando en cuenta los resultados de las investigaciones sociales, el colectivo del programa determinó convertir el espacio en una comedia de situaciones, y prescindir de la participación de los concursantes.
El programa se fue perfeccionando, tanto en las caracterizaciones de los personajes existentes, como en la incorporación de otros, así como se fue nutriendo de la realidad cotidiana, logrando historias en que nuestros públicos se veían representados.
-¿Creías entonces que arribaría a los diez años encaramado en el sitial más popular en Cuba?
-No, ha sido una gratísima sorpresa, eso sí, lograda con mucho esfuerzo, por parte mía y de mi colectivo de trabajo. Es el resultado de asumir retos y riesgos, no se trata de hacer un capítulo que cuente una buena historia y que haga reír, sino de mantener de manera estable los parámetros de calidad que te garantizan la fidelidad de los públicos. Los programas que se transmiten en horario estelar y por un canal nacional están sometidos a exigencias mayores, los públicos actuales son espectadores críticos y si no logras atrapar su atención, buscan alternativas audiovisuales que están disponibles más allá de la oferta institucional. La estrategia de Vivir del cuento es la cercanía con sus públicos, es contar la historia de tu gente, de tu barrio, de tu país, desde los códigos propios de la comicidad.
Cuando los públicos encuentran en las historias, puntos de contactos con sus conflictos y sienten que están representados sus intereses y situaciones en los personajes, los asumen como miembros de su familia y es por esto que cada lunes los esperan para compartir con ellos durante 30 minutos.
La popularidad entraña un compromiso grande, sobre todo cuando eres honesto y consecuente. No siempre la popularidad es sinónimo de calidad, sin embargo es un firme propósito de nuestro equipo de trabajo que la popularidad de Vivir del cuento sea el resultado de un riguroso trabajo que aspira a la máxima calidad posible. Cuando te adentras en el universo de la televisión y aspiras a que tu programa alcance elevados índices de teleaudiencia y gusto, descubres que hay mucho que aprender, no basta con lo que has leído hasta hoy, ni con las herramientas que te facilitó la universidad, requiere esfuerzo, voluntad, estudio constante, hay que ser humilde, autocrítico y receptivo.
– ¿Cuáles son, en tu opinión, los elementos que han hecho de Vivir… casi un paradigma?
-Comparto la idea de que gran parte del éxito o el fracaso en un programa de comedia se debe a sus guiones, a sus interpretaciones, al respeto de las historias de vidas, a las caracterizaciones de los personajes, a lo atractivo que puedan ser los conflictos entre los personajes y las situaciones que generan. Por estas razones nuestros dos guionistas más estables, Jaime Fort y Antonio Berazaín, cuando presentan sus guiones, se someten a un riguroso trabajo de mesa donde el resto del equipo se convierte en contraparte (se critica, cuestiona, fertiliza, enriquece, se sueña…) y al final lleva el sello del colectivo con toda la fuerza de su capacidad creativa, sin desacreditar la obra y con todo el respeto que merece quien tiene la misión de contar una historia con estas características cada lunes. En mi opinión este es el punto de partida para garantizar que el programa sea efectivo. Además hay otros elementos importantes que iré enumerando:
Atrapar la atención y el interés de toda la familia, de manera que puedan disfrutar juntos niños, jóvenes, adultos sin distinción de sexo, edad, nivel de escolaridad u ocupación.
Reflejar la realidad cotidiana, la actualidad, a través de situaciones y personajes que representan las propias contradicciones de la vida social, cultural y política de nuestro país.
Elegir y abordar temas complejos, profundos con respeto, creatividad y sagacidad.
Contar con un equipo de actores con mucho talento y algunos especialistas comprometidos con un objetivo común: lograr en cada emisión una historia de las que están en nuestras calles y hacerlo con simpatía, de manera que divierta, entretenga y motive el debate, la reflexión sobre el tema tratado.
Haber logrado que los televidentes se enamoraran de los personajes.
Asumir riesgos y no limitar la capacidad creativa.
Conocer y aprovechar los recursos del género.
Emplear exteriores para recrear situaciones y aprovechar al máximo las potencialidades de cada historia, aunque esto implique más trabajo en condiciones adversas.
– ¿Cuál o cuáles son sus debilidades?
-No contar con un mecanismo económico que permita estimular los resultados en cuanto a calidad, complejidad, índice de audiencia, gusto e impacto social.
No contar con un sistema productivo que permita mayores libertades para satisfacer la demanda creativa que genera el programa en algunas ocasiones.
Poco tiempo de grabación para un programa con estas características.
No contar con una fórmula que permita el trabajo en equipo de los guionistas, o sea que un guión este escrito por más de un escritor sin que se afecte la remuneración.
No contar con un equipo técnico estable donde se pueda cultivar la profesionalidad y el sentimiento de pertenencia.
Llevar a cabo las grabaciones en un estudio cuyas condiciones técnicas no son las mejores (aún nuestro programa se graba de manera analógica).
-En casi diez años, ¿cuántos cambios han hecho?
-Muchos, pero sin violentar ni traicionar el espíritu del programa; se respeta mucho cada historia de vida, cada personaje tiene su misión bastante definida. El cambio más significativo y que representó un punto de giro fue al año de estar al aire, cuando decidimos dejar de ser un programa de participación con situaciones dramatizadas y convertirnos en una comedia de situaciones.
Se han incorporado nuevos personajes en la medida que el programa lo ha demandado, siempre pensando en sus potencialidades y en el actor o la actriz que lo va a defender.
De igual modo intentamos cada cierto tiempo generar alguna modificación que revitalice o se convierta en fuente de situaciones, por ejemplo la entrada de Ruperto (Omar Franco) que proviene de una idea de Luis Silva, de crear un personaje que se hubiera perdido el período especial. Inmediatamente pensamos en Omar Franco, que ya había interpretado otros personajes ocasionales dentro del programa y que es un excelente actor, con dominio y experiencia en el género.
También incorporamos las grabaciones en exteriores, algunos efectos especiales, la necesidad de Pánfilo de buscar empleo en el sector estatal, lo cual lo obliga a salir de su zona de tranquilidad y enfrentar nuevas experiencias, entre otras.
– ¿Sentiste temor del encuentro con Obama por representar ustedes a Cuba en ese momento?
-No, todo lo contrario, fue una oportunidad para hacer valer la fuerza de la televisión, de la comedia, tantas veces subestimada. Sentí reconocimiento al rigor y al trabajo que veníamos haciendo desde hace algunos años, representar a tu país, a tu cultura, donde hay tantos artistas valiosos, sin dudas le asigna un valor añadido a lo que haces.
Entre Silva y yo elaboramos el guión, nuestra familia igual aportó ideas valiosas al mismo, después lo socializamos con los actores que lo iban a interpretar (Andy Vázquez y Mario Sardiñas)y todos ofrecieron sus ideas.Creo que con inteligencia, creatividad y simpatía logramos transmitir nuestro mensaje sin hacer concesiones, hicimos la puesta, la grabación, la edición y la post producción, todo resultado del trabajo en equipo de Vivir del cuento.
– ¿Qué te resultó más difícil de “ese encuentro con Pánfilo”?
-Lidiar con los intermediarios, los que pensaban más en las consecuencias que en la responsabilidad que les tocaba asumir.
Tenía la total certeza de que se podía hacer bien, porque habitualmente trabajamos con sensatez y rigor profesional. Me parecía un acontecimiento histórico el hecho de que un presidente de un país y su equipo eligieran nuestra obra, la consideraran meritoria y quisieran trabajar junto a nosotros. No era momento de temores sino de asumir la propuesta y ocuparnos de que nos quedara excelente. Era la manera de demostrar que podemos hacer las cosas bien y que no hay que temerle a ningún reto, por complicado que pueda parecer. El resultado fue finalmente bien valorado tanto por ellos, como por nosotros.
– “No hay tema duro o difícil que se le resista a Pánfilo” me dijo Luis Silva ¿y tú, qué opinas? ¿Quién te pone el listón a ti?
-Yo me siento incluido en la respuesta de Luis. Funcionamos como un grupo creativo, un equipo de alto rendimiento en todos los sentidos, ningún resultado es consecuencia de una acción individual. Creo que nuestro Instituto tiene una estructura que facilita que algunos consideren que dentro de sus funciones está la de establecer límites al margen de una política editorial, los que anteponen sus temores y prefieren contenidos o situaciones que clasifiquen en zona de confort, distantes de cualquier historia que por la propia naturaleza del género de programa que hacemos sea crítica, cuestionadora. También hay creadores que se autocensuran y hasta se ajustan el listón por temor, no es mi caso.
Ya que la pregunta es muy personal, te diría que el listón me lo pone mi capacidad creativa y la de mi equipo de trabajo. Intento cada lunes dialogar con 11 millones de cubanos y me conciernen todos los temas, desde los más comunes hasta los que se amparan del silencio para no generar polémica. Valoro el poder de comunicación y convocatoria de la televisión, de las historias que se cuentan y te obligan a pensar detrás de la emoción o la risa. Creo que la falta de diálogo, la ausencia de comunicación entre los creadores y los decisores, facilitan la censura que se impone sin razón ni argumentos. Hay quien piensa más en tener una jornada tranquila, que en correr el más mínimo riesgo, parte de nuestros resultados es consecuencia de una permanente lucha por aspirar a ser mejores, por aprovechar y desarrollar al máximo el talento de cada uno de los miembros del equipo y asumir los retos y los riesgos sin temer a las consecuencias y esfuerzos.
– ¿Crees, como una inteligente colega, que Vivir… suple en parte el periodismo cubano?
-Pienso que no, ambos tenemos la obligación de comunicar, de reflejar los intereses de nuestro pueblo, pero las misiones no son las mismas, nuestro superobjetivo es generar contenidos desde la ficción que hagan reír, entretengan y dejen un saldo, que quede el debate o la reflexión sobre determinada situación que lleva implícita la crítica social, que mientras más se acerque a la realidad más efectiva será. Y en este sentido nos hemos propuesto abordar temas complejos desde los códigos de la comedia, y confieso que han sido muchas las batallas y no pocos los adversarios, pero siempre conscientes de que nuestra sociedad lo necesita y agradece.
Yo creo que el periodismo tiene la misión de informar, mostrar, criticar desde la veracidad y objetividad, brindar elementos que ayuden a interpretar los acontecimientos más importantes de la actualidad nacional e internacional.
Tal vez esta referencia que se maneja, de la comparación de nuestro programa con algunos espacios informativos, esté fundada en las zonas de silencio que dejan estos espacios con determinados temas, o por la falta de inmediatez en el abordaje de los mismos, y la permanente presencia del triunfalismo: “que mal está el mundo, que bien estamos nosotros”. En este sentido en el V Congreso de la Upec, Fidel Castro expresó “Prefiero los inconvenientes de las equivocaciones a los inconvenientes del silencio. Es mejor que lavemos los trapos sucios antes de que los trapos sucios nos sepulten por estarlos guardando”
En ocasiones no hay cauce en nuestros medios para la opinión pública real, la ausencia de inmediatez e información genera estados de opinión fundados en rumores o en fuentes ajenas a los órganos de prensa, radio y televisión. Los periodistas necesitan investigar, ser críticos y profundos, no podemos permitir que la fuente de la noticia sea quien decida si podemos indagar, publicar o criticar, es un deber, una responsabilidad social, tiene que existir un diálogo con el pueblo, es necesario desterrar el estilo de administrar, limitar la información. Hay que luchar contra los que se preocupan más porque se divulgue un hecho, que por la propia existencia y daño que genera el problema.
Creo que Vivir del cuento lejos de suplir al periodismo cubano en alguna medida lo complementa.Reconozco la labor de muchos periodistas y algunos muy jóvenes que abordan con espíritu crítico, valentía y profundidad, los problemas más acuciantes de nuestra sociedad.
-¿Qué sintió Ignacio Hernández la primera vez que le dijeron que Fidel era fiel televidente del programa?
-Asombro y orgullo. Era una señal de que estábamos haciendo un programa auténtico, honesto y muy cubano. Cuando tu poder de convocatoria agrupa a la familia, a los jóvenes, a los niños, a los intelectuales y hasta el presidente del país, es porque el contenido nos concierne a todos, y de alguna manera nos sentimos representados.
Puede que algunos hayan pensado que el hecho de que la alta dirigencia del país disfrutara de nuestro espacio nos otorgaba alguna licencia para abordar ciertos temas, y te aseguro que no. Existimos dentro de la misma política editorial por la que se rige toda la Televisión que se genera dentro del sistema del Instituto Cubano de Radio y Televisión.
– Lo que desees decir y no te haya preguntado.
-Quisiera referirme en particular a algunos componentes de Vivir del cuento sin los cuales no hubiésemos podido alcanzar estos resultados.
En primer lugar tendría que mencionar a Luis Silva, o sea a Pánfilo. Su incesante espíritu de superación constituye un reto y una meta para los miembros del colectivo y permite que cada día se encuentre mejor preparado, tanto en la apropiación de los códigos propios de la comedia, como en los del lenguaje del medio televisivo. Sus valores profesionales y humanos contribuyen a que el programa sea cada día mejor y a que nuestros televidentes admiren y quieran al personaje que interpreta.
Mostrando cada vez más sus posibilidades como actores, habría que destacar también las interpretaciones de Andy Vázquez y Mario Sardiñas, quienes han logrado, con su simpatía, y entrega, hacer crecer a sus personajes.
Omar Franco e Irela Bravo son dos experimentados actores que con el talento, versatilidad y dominio de los códigos del género que los caracteriza, enriquecen el programa y le imprimen variedad y frescura.
De igual modo es muy destacable el desempeño de otros actores como Wilber Gutiérrez (Chacón), René de la Cruz-hijo (Leoncio), Edith Massola (Rosalinda), Jose Cremata (Molécula), Aris Teresa Bruzos (Evarista), Luis Manuel Iglesias (Leopoldino), Tomás Torres (el cartero), Jorge Luis Mesa (El traste), Lázaro Ramírez (Proscopio).
Resulta imprescindible destacar la labor de los guionistas del programa, los cuales establecen el cimiento de nuestras historias y han desarrollado una capacidad infinita de generar situaciones simpáticas, entretenidas, elaboradas y de mantener un sistema de trabajo que constituye una búsqueda continua de temas y recursos que semanalmente atraen la atención de nuestros públicos. En este sentido Jaime Fort es quien lleva el mayor peso en la creación de los guiones. Complementa el equipo Antonio Berazaín.
Los creadores antes mencionados acompañan al programa desde la fase de guión, hasta su salida al aire, sin embargo también es muy válido y meritorio el desempeño de otros integrantes del equipo de realización que no quisiera dejar de mencionar y cuyos nombres corren velozmente al final de cada emisión:
Música original y efectos especiales: Amaury Ramírez. Director de fotografía: Rolando Salgado. Edición y postproducción: Michel Pascual. Producción: Yolanda Barceló. Asesora: Angelita Casanova. Asistente de dirección: María del Carmen Meneses. Asistente de dirección: Milena Savigne. Script: Itmara Hernández. Sonido: Raúl de Jesús. Musicalizador: Rubén Gómez. Escenografía: Israel Estrabao. Maquillaje: Dayamí Spengler. Vestuario: Teresa Anido. Ambientación: Yudiel Portillo. Grabador: Roger Andalia. Foto fija: Jorge Cervantes.
Quisiera reconocer también el trabajo de algunos creadores que formaron parte de nuestro equipo y que se encuentran realizando otras tareas. Ernesto Candales (editor), Karenia Cintra(asesora), Argentina Fabré (productora), Ramón Berdayes (director de fotografía), Roberto Castané (Sonidista), Alianis Jáuregui y Olivia Manrufo (actrices), Baudilio Espinosa, Carlos Torrens, Tony Gutiérrez e Iris Pérez (guionistas).
En lo personal no puedo dejar al margen de mis resultados de trabajo a quienes han formado y contribuido en todo momento a mi crecimiento espiritual y profesional, a mi esposa Nelia Casado Castro, por ser fuente de conocimiento, energía, aliento y optimismo, por cautivarme a estudiar el mundo teórico de la comedia, por ayudarme a formar mi hermosa familia, sobre la base de la unidad, el amor y los valores, a mis hijos José Manuel e Ignacio Alejandro, por reparar cada agotamiento vertiendo luz y alegría al camino. A mis padres Caridad e Ignacio, que aún custodian mis pasos con ternura y crítica, a mis hermanos, a los amigos de ahora, los de la Lenin y los del barrio, y a mis maestros, desde el primero hasta el último.
Finalmente me gustaría agradecer a todos los públicos que siguen nuestro programa de forma incondicional, a todos los que nos hacen llegar su afecto y colaboración durante todo el proceso de producción, a los que con sus críticas y sugerencias nos han ayudado a crecer, ser mejores profesionales y más grandes como seres humanos, a los que nos han obligado a detener una grabación porque se quieren llevar a casa el abrazo de los actores, a los que han sentido que nuestro mensaje los ha dejado pensando. A los cubanos que nos inspiran a contar cada historia.
Tomado del Portal de la TV Cubana