Para hablar de Eusebio Leal hay que hacerlo con el corazón, porque Eusebio no es un hombre común, es un hombre excepcional, un elegido.
Leal a la Patria, al trabajo creador, a la virtud, Eusebio Leal se ha ganado el afecto y la admiración de todos los cubanos, entre otros méritos, por contribuir con ingenio y maestría a salvar la ciudad del daño arrasador del tiempo y el olvido.
Aunque no poseo el don de la oratoria y la escritura, podría pasar horas elogiando a quien con perseverancia y pasión ha empleado toda su vida en levantar de las ruinas, espacios que parecían insalvables y hoy devienen majestuosos monumentos de la historia, la cultura y la vida de la nación cubana.
Pero no, que sea la Ciudad quien lo premie, la Patria quien lo honre y Dios quien lo bendiga. Ya aparecerá la mano virtuosa, que en vida y no después, lo funda en bronce o talle en piedra y lo plante en el centro de la ciudad para que su efigie, y no solo su alma, permanezca eternamente entre nosotros. Así quien visite la hermosa capital podrá estrechar su mano y ofrendarle una flor.
Mientras, sirva esta imagen para honrarlo.
Roberto Chile
11 de diciembre de 2017