Tras la firma del fatídico Pacto del Zanjón, muchos desterrados regresaron a Cuba. Uno de ellos fue el joven periodista, maestro y abogado José Martí Pérez, quien arribó a su tierra natal el 31 de agosto de 1878. Muy poco después, el 22 de noviembre de ese año nació su pequeño José Francisco.
Muy rápido se destacó Pepe Martí entre la intelectualidad culta de la época y ganó numerosos amigos. Su participación en las actividades de los liceos habaneros dejó huella, como sus tareas conspirativas, que a la larga, causarían su segundo y definitivo destierro.
El 21 de junio de 1879, Martí ofreció una conferencia en el Liceo de Guanabacoa acerca de las obras del dramaturgo español José de Echegaray e Izaguirre (1824-1895) —muy apreciado en su época, aunque hoy haya caído en el olvido—, quien mereció el Premio Nobel de Literatura (1904). La charla martiana versó acerca del drama “En el seno de la muerte”, de la autoría de Echegaray y recientemente estrenado en Madrid.
Del discurso en cuestión solo se conservan algunas páginas no consecutivas, apenas un borrador en el que se observan tachaduras y rectificaciones; pero cuya extraordinaria vigencia lo hace memorable. Esas pocas hojas quedaron a salvo cuando Martí fue detenido por las autoridades coloniales, el 17 de septiembre de 1879, por sus labores conspirativas. En carta dirigida a su esposa, Carmen Zayas-Bazán, desde la estación de policía situada en Empedrado y Monserrate, le encargó que le recogiera sus papeles y escritos, en especial estos.
En ellos se refiere el Apóstol con sabias palabras, que no requieren otro comentario, a la crítica.
“A hacer crítica viniera y no justicia, si por crítica hubiera de entenderse ese mezquino afán de hallar defectos, ese celo del ajeno bien, ese placer del mal ajeno, huéspedes ciertamente indignos de pechos generosos. Crítica es el ejercicio del criterio. […]. Criticar, no es morder, ni tenacear, ni clavar en la áspera picota, no es consagrarse impíamente a escudriñar con miradas avaras en la obra bella los lunares y manchas que la afean; es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar […]”.*
Para ejemplificar su concepto, al referirse a la obra reseñada habla de “aplausos justos” y de “[…] incontable belleza de detalle, de la novedad y brío de sus cuadros, de sus poderosas situaciones dramáticas, de su versificación galana y robustísima, del rico sabor de época que a esta obra distingue, a la difícil altura que otras obras de este poeta alcanzan […]”. Tas la abundancia de elogios, viene la crítica sencilla, breve y concreta: “Pero no hay en esta obra ulterior pensamiento ni tiene filosófica importancia, ni incita a imitar con su ejemplo, como […]”* otras obras del propio Echegaray, con lo que la crítica de esta se convierte en un nuevo elogio del conjunto.
Aunque este es quizás el texto donde con mayor precisión despliega su criterio acerca de la crítica, no es el único en que aborda el tema. En otra ocasión expresó: “La crítica es siempre difícil y solo una vez noble: cuando señala defectos pequeños de un carácter que vale más que sus defectos; cuando, en vez de limitarse a débiles exigencias de gramática, censura las ideas esenciales con alteza de miras, e imparcialidad y serenidad de juicio”.1 Y de igual modo, volvería a su idea esencial: “[…] Pues, ¿criticar qué es, sino ejercer el criterio? […]”.2
En otro momento de su extensa obra caracteriza al crítico literario: “Por supuesto que el crítico ha de ser hombre de peso, capaz de fallar contra sí propio, y obligado a hablarnos, como todo hombre digno de tener la pluma, sin una sola palabra más de las que necesita para expresar su pensamiento, ni dos imágenes por una, ni una imagen donde no concurra a la claridad de la idea; pero de eso a echarse por el mundo a arriar banderas, y a negar so capa de crítica cuanta hermosura se ve, no deja de haber distancia”. Y reitera: “Criticar no es censurar, sino ejercitar el criterio”.3
Obviamente, Martí se refiere en sus textos a la crítica literaria; pero nada impide extrapolarlos a nuestra actividad cotidiana, traerlos a la vida de hoy… Materia para criticar tenemos a nuestro alrededor, no por “ese mezquino afán de hallar defectos”, sino porque la crítica generosa y justa permite rectificar errores humanos y hallar las mejores soluciones.
El proyecto social que defendemos es hermoso; pero no todas las acciones que emprendemos para llevarlo a cabo son las adecuadas ni todos los seres humanos que, de una u otra forma, por error, dejadez o mala intención, lo tocan con su mano, lo hacen bien. Criticar es enmendar; se impone dejar a un lado la indiferencia y adoptar una participación activa y comprometida, que incluya la crítica. No olvidemos que criticar “es señalar con noble intento el lunar negro, y desvanecer con mano piadosa la sombra que oscurece la obra bella. Criticar es amar”.
Notas
* José Martí: “Echegaray”, en Obras completas, t. 15, Centro de Estudios Martianos, colección digital, La Habana, 2007, pp. 94-95.
1 _________: “Crítico novel”, publicado en la Revista Universal, México, 29 de junio de 1875, en ob. cit., t. 6, p. 249.
2 __________: “‘Estudios críticos’ Por Rafael M. Merchán”, publicado en La Estrella de Panamá, 9 de junio de 1887, en ob. cit., t. 5, p. 116.
3 _________: “Críticos de Chicago”, en ob. cit., t. 13, p. 462.