Este viernes tenía previsto escudriñar en los vericuetos de los mecanismos de las entidades para atender a la población y resumir los comentarios de los lectores, pero la entrada en funcionamiento de 10 ómnibus Diana y 20 triciclos automotores conocidos como motonetas para el transporte urbano de Santa Clara me ha hecho cambiar los planes.
No pocos creímos (me incluyo) que con solo publicar las cantidades de vehículos sería suficiente para alegrar a la totalidad de los que padecemos cotidianamente los contratiempos por no existir suficientes vehículos.
Aun así, en cuanto a las guaguas, un colega agregó cuál sería el trayecto a tres pesos, todos sentados, nadie de pie, y que los viajeros podrían abordarlos y quedarse donde cada cual quisiera, aunque no fuera una parada de ómnibus.
Sobre las motonetas explicó que el sistema de arrendamiento permitía contratar a otro trabajador, la capacidad para seis pasajeros a tres pesos, y el recorrido que hacen.
La nota fue publicada en el sitio digital de la prensa local, e inmediatamente tenía una decena de comentarios con inconformidades y críticas con mayor o menor medida de acidez, pero indicadoras de descontento.
Plantean que debieron usar los ómnibus viejos de una sola puerta para el nuevo servicio de ruteros porque son suficientes si no llevan a nadie de pie. Esa idea parece correcta, pero los decisores consideraron que por el precio no debían ser equipos viejos y con frecuentes roturas.
Otros cuestionaron que las rutas por ellos usadas no fueron beneficiadas, lo cual sucede porque se ubicaron en los trayectos de mayor cantidad de pasajeros.
No faltaron quienes señalaron que las nuevas y viejas Diana son las mismas; pero resulta que el lote recién entregado es de una tecnología superior, aunque el aspecto de la carrocería es el mismo.
Tras averiguar cómo fue el proceso de toma de decisiones y comentárselo a los inconformes, hubo un cambio favorable, lo cual demuestra la necesidad de no solo creer que basta incrementar recursos; también hay que dar más y mejor información.
La atención a la población, por tanto, no se identifica únicamente con los mecanismos, el tener funcionarios a cargo de la tarea, destinar horas y días cumplidos rigurosamente para recibir a las personas, pues también debe incluir el diálogo, el intercambio, la conversación, escucharse mutualmente, razonar y, entre todos, buscar explicaciones y soluciones.
Las preguntas a cómo lograr esa interacción tienen hoy respuestas diferentes a las de aquellos días en que se apelaba al mural y al cartelito, aunque en honor a la verdad, entre los tantos ineficientes había ejemplos de verdadera eficiencia y eficacia para transmitir información con medios que con la óptica actual son rudimentarios.
En este momento hay una vía que sin ser masiva, va en aumento y tiene participantes muy influyentes que pueden multiplicar las informaciones: las redes sociales nacionales, aunque algunos de ellos erróneamente en Cuba se identifican exclusivamente con los servicios accedidos en la red de redes, sin tomar en cuenta la bien o mal llamada Intranet cubana.
Esa telaraña interna que no pocos prefieren llamar el punto cu (ce-u) es la más común en centros de trabajo, y su hora de navegación en zonas Wifi-Etecsa o en las Salas cuesta un equivalente a 2,50 pesos o cup (10 centavos de cuc). En este ámbito hay páginas cubanas donde los internautas tienen espacio para comentar.
Aunque hay pequeñas señales, muy tímidas, de dirigentes que acuden a ellas para intercambiar sin ser convocados institucionalmente, es un terreno virgen cuyos dividendos pueden alcanzar proporciones insospechadas en materia de suministrar información y recibir sus opiniones, lo cual es: atender a la población.
Arturo Chang / El Foro de www.cubahora.cu