Han transcurrido semanas del impacto del huracán Irma sobre Cuba y la vida va volviendo a la normalidad, pero hay una parte de esa normalidad que no debiera regresar.
Además de las lecciones y experiencias acumuladas para actuar en ocasiones similares, algunas de las cosas vistas en estas difíciles jornadas son necesarias más allá de una contingencia.
Más y mejor información: El modo transparente en que ha fluido la información, tanto durante las etapas de preparación como en la recuperación, la presencia y argumentación constante de los principales responsables a todos los niveles de las actividades que afectan al pueblo, no deberían regresar a la situación anterior al paso del meteoro, sino convertirse en algo normal en los contenidos que difunde nuestra prensa. Igualmente el modo en que se ha difundido la ocurrencia de delitos y la respuesta que han recibido por los órganos responsables de su enfrentamiento.
Implicación de las entidades con su entorno: La exigencia de que cada unidad empresarial o de servicios es responsable de la limpieza y el orden en su entorno, que se aplicó en los días más críticos, no tiene por qué relajarse en un paisaje donde los comercios y servicios —estatales o privados—, ya sea un gran complejo comercial, un Cupet o un kiosco, no tienen ni un cesto cercano donde sus clientes puedan depositar los desechos que generan, son indiferentes a buscar la atención a personas en desventaja social o con problemas de salud mental que a veces se establecen en sus alrededores, y miran hacia otra parte cuando a sus puertas concurren revendedores y especuladores.
Mejor higiene comunal: Se ha hecho un esfuerzo colosal movilizando recursos para limpiar las ciudades, especialmente en la capital, que en estos días se aprecia más limpia. Pero si no se diferencia el tratamiento a quienes generan desechos por una actividad económica o por una construcción, de la basura doméstica, y se castiga con severidad y difusión el daño a la higiene colectiva, es muy posible que pronto estaremos como antes del paso de Irma, además del impacto que esto genera sobre los sistemas de drenaje y los riesgos para la salud que implica. El papel disuasivo de la mayor presencia de agentes del orden público e inspectores en la calle que se aprecia en La Habana puede ayudar, pero la comunicación es clave; todavía hoy pocos habaneros conocen de cuánto es el valor de una multa por arrojar desechos en la calle o dañar un contenedor de basura. Por otra parte, mucho puede resolver la actividad comunitaria de los CDR, que vivió un impulso en estos días, en aquellos lugares donde la hierba sigue inundando solares yermos y parterres.
Priorizar la comodidad de quien recibe un servicio sobre la de quien lo brinda: Se han acercado y concentrado en las oficinas de trámites representantes de las Direcciones de Vivienda, Trabajo, Comercio, Planificación Física, el Banco… para facilitar a los damnificados la obtención de recursos para recuperar sus viviendas, minimizando los desplazamientos y el tiempo de las gestiones a realizar. Desde los comercios y ómnibus con puertas clausuradas para comodidad de porteros y cobradores hasta colas al sol en las entradas de los bancos con asientos disponibles en su interior, la norma de las entidades que brindan servicios al pueblo es muchas veces lo contrario y deberían hacer de este un principio cardinal.
Combate a la especulación: Los gobiernos locales han regulado la venta de algunos productos de alta demanda cuya producción disminuyó por los daños del huracán para evitar el acaparamiento y facilitar el acceso de la mayoría a lo que, de no hacerse así, sería privilegio de quienes pueden pagar más. Se ha divulgado el papel de la Fiscalía frente a las violaciones a la legalidad y estimulado la denuncia de delitos oportunistas, una actuación excepcional que debe convertirse en regla.
Más cubanos comunes en la pantalla: La imagen de los cubanos de la Cuba profunda ha estado mucho más en nuestra televisión, sobre todo esos que han sido golpeados por el huracán y se les ve la sencillez a flor de piel; también los trabajadores, combatientes y vecinos protagonistas de la recuperación. Son imágenes inolvidables de estos días el niño que salvó de las aguas un busto de Martí, o el habitante cercano al Malecón habanero al que el mar le inundó la vivienda justo hasta el borde de una foto de Fidel, en un detente que tiene más de leyenda que de misterio.
Que pasen lo más rápido posible los efectos materiales de Irma va a depender de recursos y situaciones económicas sobre las que no tenemos todo el control, pero tal vez el hecho de que perdure y se generalice lo bueno que ha brotado para combatir el mal que nos ha hecho, nos deje soluciones para problemas y situaciones de nuestra cotidianidad a veces golpeada por huracanes no atmosféricos, pero también muy dañinos y que nunca deberían ser normales.
Fuente: Juventud Rebelde