Quizás Freedom House sea la institución estadounidense más importante a la hora de dar instrucción técnica y política a organizaciones no gubernamentales plegadas a las líneas de financiamiento y operativas del Departamento de Estado, el Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca.
La participación de Freedom House en las “primaveras árabes” y sus consecuentes guerras por delegación en Siria e Irak ha sido documentado incluso por The New York Times, fue de suprema importancia a la hora de posicionar narrativas y contenidos que apoyaran el derrocamiento de regímenes en Medio Oriente.
En este lado del hemisferio planetario, el director para América Latina y el Caribe de Freedom House es Carlos Ponce y ha enfilado en los últimos meses severas declaraciones sobre Venezuela. De hecho, el informe de este año de esa institución etiqueta a nuestro país como “No Libre”.
Este señor comentó en abril que en Venezuela se vive una dictadura porque supuestamente las libertades civiles han sido cooptadas por el poder del Estado, como en “Cuba donde no hay garantía de derechos humanos y donde no hay democracia. Son los casos emblemáticos de la región”.
El hecho de que Carlos Ponce, venezolano, esté a cargo de las gestiones de Freedom House correspondientes a la región es un dato notorio de la urgencia que el Departamento de Estado, rama del ejecutivo estadounidense al que está adscrita la institución, tiene en intervenir en la situación de Venezuela. En este sentido, celebra el aumento de la presión internacional sobre el país.
Ponce apoya abiertamente las acciones que ha estado tomando la Casa Blanca. En una entrevista a El Tiempo Latino, da el visto bueno a las sanciones económicas y financieras contra Venezuela y a las “iniciativas que contribuyan al retorno de la democracia en Venezuela” devenidas de la Administración Trump. ¿Incluso la “opción militar” anunciada por el presidente gringo?
También dijo a ese medio digital de Washington en español que “los intentos de evitar sanciones o de promover diálogos tímidos que parecieran haber venido llevando Thomas Shannon, sectores de Wall Street y algunos sectores de la MUD ya son del pasado y no tienen oídos en la Casa Blanca ni en el Congreso de los Estados Unidos”.
En otra oportunidad hizo hincapié en que las sanciones tardaban de llegar porque existía una “intromisión de algunos banqueros utilizando a miembros de la oposición en Venezuela a través de sus financiamientos y contratación de lobistas en Estados Unidos que se dedican a obstaculizar muchos de nuestros esfuerzos. Además este es un proceso que incluye a varios miembros del Congreso en Estados Unidos y sus ‘staffers’ que son instrumentales para esta misión”.
Las revelaciones de Ponce llevan a pensar que existen dos movimientos que promocionan una intervención mucho más agresiva. Una desde el exterior bajo el dictamen de la Casa Blanca y sus tentáculos institucionales como Freedom House, la NED y la Usaid; otra, a lo interno con nuevos grupos opositores que intentan crear un consenso diferente a lo ya expuesto por la MUD.
El temprano caso de “Soy Venezuela”
El sábado 16 de septiembre se lanzó a la luz pública una alianza de partidos, movimientos, ONGs y personalidades de oposición con el nombre de “Soy Venezuela”.
En su programa radial en Radio Caracas Radio, María Corina Machado dijo que “en Soy Venezuela estamos los que no nos callamos, los que no bajamos la cabeza, ni nos rendimos”, en referencia a los dirigentes de la MUD que han decidido iniciar una agenda de diálogo con el Gobierno venezolano. Ante el descalabro opositor producto de la Asamblea Nacional Constituyente y sus primarias internas, parece que el Departamento de Estado está buscando construir (y financiar) un aparato local que secunde las acciones de Trump, orientadas en la aplicación de sanciones y el desconocimiento del Estado venezolano, sus instituciones e incluso de los procesos electorales que convoque.
Al revisar la cuenta de Twitter de esta nueva organización, podemos ver que sigue a un número limitado de cuentas hasta los momentos, entre ellas las de la dirigente nacional de Voluntad Popular y actriz, Fabiola Colmenarez; Alianza Bravo Pueblo, cuyo máximo representante es Richard Blanco; la ONG Foro Penal y su prófuga protegida Tamara Sujú; el golpista Carlos Ortega; la periodista ultra opositora Nitu Pérez Osuna; el ex alcalde preso Antonio Ledezma y la mencionada María Corina Machado, entre los más resaltantes.
Por un lado, El Nacional, al reseñar el lanzamiento de esta nueva alianza, señalaque allí colude “la oposición radical”.
Por otro, con un vistazo a su página web se puede leer lo siguiente: “Nuestra agenda tiene un propósito central: constituir una coalición que represente los intereses ciudadanos, muy alejada de la crisis de representatividad e ineficacia que presentan todas las coaliciones anteriores, que solo se basan en intereses partidistas sin visión de Estado”. Esto último un trasunto para decir que los agrupados allí son el verdadero “gobierno en la sombra” listo para tomar las riendas de un país para su entrega a la potencia estadounidense.
Aunque es una organización naciente, hasta los momentos sin miras a la participación electoral (ya que le haría el juego a la “narcodictadura”), tiene en sus miembros más mediáticos caras viejas que apoyan abiertamente la implementación de más sanciones a Venezuela, una intervención más directa por parte de los EEUU y que rechazan con contundencia las acciones de diálogo que han adelantado el Gobierno Bolivariano con los sectores más alejados de la ultra derecha.
El inicio de “Soy Venezuela” coincide con la agudización de la ofensiva de EEUU contra Venezuela, con la promesa de Trump de “tomar nuevas acciones” contra el Estado y la nación venezolana.
Conocemos de antemano el papel de centro de adiestramiento a ONGs y organizaciones “ciudadanas” que comprende Freedom House. Esta es una de las principales agencias intelectuales y propagandísticas que Washington utilizó para el diseño y creación de la OTAN. De ahí en adelante (y sobre todo después de que la administración Reagan creara la NED como un brazo civil de la CIA) su papel ha consistido en formar y financiar disidentes, coptar intelectuales y partidos políticos, contribuir en campañas de propaganda (mediante sus tentáculos en los grandes medios internacionales) y generar expedientes pro-intervención en todos aquellos países adversos a las políticas de la Casa Blanca.
Un cable diplomático de 2009 filtrado por WikiLeaks afirma que Freedom House hace presencia en Venezuela, “apoyando y brindando capacitación técnica” a 15 organizaciones no gubernamentales pequeñas para sistematizar y exportar el “deterioro” de los DDHH en el país. La ONG Observatorio Venezolano de Prisiones es mostrada como un logro recalcable dentro del programa de formación que lleva Freedom House en Venezuela.
Asimismo, Foro Penal Venezolano fue entrenada como ONG por Freedom House. Tiene un amplio prontuario de apoyo a los agentes de las guarimbas en 2014 y a los terroristas de las secuelas luego del fracaso. Esta ONG, que se maneja con un amplio pool de abogados, asimismo dio su apoyo “jurídico” a los operadores de las manifestaciones violentas de la oposición venezolana entre abril y julio de 2017.
Todos los operadores de estas ONGs, partidos políticos y personalidades mediáticas que se han mencionado en esta nota han fijado una posición determinada de apoyo a las sanciones y las gestiones estadounidenses contra Venezuela. Es un hecho, no una opinión.
Como a simple vista el Foro Penal, representante de Freedom House en Venezuela, participa activamente en la nueva plataforma opositora “Soy Venezuela”, se considera una hipótesis que con el tiempo podría ser comprobada: ¿es acaso el inicio del tan soñado partido político en forma de ONG, o viceversa? ¿Acaba de nacer el partido de las sanciones y la intervención directa?
Fuente: Misión Verdad