Arleen Rodríguez es una de las periodistas más destacadas de la televisión pública cubana. Es la coordinadora general del emblemático programa de debate de máxima audiencia “Mesa Redonda” que transmite Cubavisión y que durante diez años tuvo una emisión especial en Telesur Internacional.
Fue subdirectora y directora de Juventud Rebelde, el periódico de la Unión de Jóvenes Comunistas de Cuba y en 1993 ganó el premio nacional de periodismo José Martí. Integra la Presidencia Nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, el órgano electivo de los periodistas del país.
Los críticos de la revolución le acusarían de ser la imagen oficial del Gobierno socialista cubano y por ello no hemos dudado en preguntarle sobre los temas más controvertidos del periodismo en Cuba, a los que ha respondido con independencia y honestidad. Queremos saber la situación de los profesionales y de los medios en su país, sus límites y, por qué no, comparar con nuestros países.
Mesa Redonda, el programa que usted coordina y modera, es el programa de debate estrella de la televisión cubana, ¿nos puede contar en qué consiste?
Primero debo aclarar que no es exactamente un programa de debate, no fue concebido para promover debates sino para informar ampliamente y orientar desde la perspectiva de la mayor información posible. Y aunque es un programa que transmite la televisión, no es exactamente un programa de la televisión. Se trata de uno de los llamados “Programas de la Revolución”, creados e impulsados por Fidel Castro como parte de la Batalla de Ideas. Es importante decirlo, porque no es un informativo más, es un espacio de opinión editorial, comprometido con la línea política de la Revolución cubana y de su Partido. El programa nace al calor de la campaña por la devolución del niño Elián González a su padre, en diciembre de 1999. Fidel sugiere organizar una “Mesa Redonda”, con psicólogos y pedagogos que puedan explicar a la teleaudiencia “¿En qué tiempo se puede cambiar la mente de un niño?” Así se llamó el primer panel donde se dieron y comentaron las principales noticias que circulaban ya sobre el niño encontrado cerca de las costas de La Florida, tras un naufragio de balseros cubanos en el que Elián fue el único superviviente y, a partir de ese momento, convertido en trofeo de los grupos políticos de origen cubano que viven de la llamada industria de la contrarrevolución.
Del primer programa se derivaron otros, siempre con especialistas y periodistas, la mayoría expertos en la historia de las no relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Hasta el regreso de Elián a Cuba, el 28 de junio de 2000, el programa llegó a alcanzar los más altos niveles de audiencia, superando incluso la telenovela de turno.
Actualmente el programa dura sólo una hora (de siete a ocho de la tarde). Semanalmente comparecen funcionarios del Gobierno para ofrecer información de sus respectivas actividades y responder, en una segunda emisión, interrogantes de la población. El resto de los días están dedicados a análisis de acontecimientos internacionales, entrevistas a personalidades cubanas y extranjeras y debates sobre los problemas más acuciantes de la sociedad cubana actual
¿Quién decide los invitados?
Los panelistas de las mesas de información pública los deciden los organismos invitados –algunas veces los encabeza el ministro o ministra–. Los invitados que analizan temas nacionales e internacionales se deciden en nuestro consejo editorial, a propuesta del director (moderador principal) y los otros dos moderadores.
¿Y las preguntas?
Las preguntas son elaboradas o improvisadas por los moderadores de cada tema. Aunque el guión regularmente cuenta con la aprobación del director, no suelen incluirse las preguntas, que fluyen al calor del diálogo.
Entonces no es un programa plural. ¿Entrevistarían, por ejemplo, a Donald Trump o a Mariano Rajoy?
Por supuesto que lo haríamos. En nuestro programa entrevistamos al expresidente James Carter durante una visita a La Habana y en la emisión para Telesur, que se transmitía también en Cuba, entrevistamos a varios presidentes y cancilleres en ejercicio que no son simpatizantes de la política de la Revolución. Pero todas son personas con un perfil político interesante, que, al menos en nuestro programa, no lanzaron invectivas contra el modelo cubano.
Pero si hablas de la pluralidad de la que presumen muchos medios, en el sentido de darle voz a enemigos activos de la Revolución, en ese sentido, no somos plurales. Te repito que somos un espacio editorial de defensa de la política de la Revolución. Imagínate si vamos a darle nuestro espacio a los que llevan años mintiendo con la entusiasta colaboración de grandes medios internacionales.
¿Cíteme a algunas personas que quisiera llevar a la mesa redonda?
Soñamos con tener un día al Presidente Raúl Castro como invitado, una vez tuve la oportunidad de comentárselo pero no aceptó. En Cuba, a diferencia de otros países, los dirigentes principales del país, evitan la excesiva exposición mediática. Y por declaraciones de los funcionarios que comparecen en los programas de información pública, sabemos que la mayoría lo hacen porque se lo exigen sus superiores. Hay una suerte de pudor y no poco de nervios ante las cámaras en transmisiones en vivo. Nos ha pasado decenas de veces, que personas que nos exponen con extraordinaria fluidez sus puntos de vista en una cita previa, no logran hacerlo igual cuando el programa está al aire.
No obstante, te digo que sería difícil elaborar una lista de invitados que no hayan estado en la Mesa. Como norma y seguramente por la historia misma del programa, hemos tenido en nuestro estudio, desde Fidel Castro, su creador, a gran parte de la historia y el presente de Cuba.
Qué curioso, unos cargos políticos que no se desenvuelven con facilidad en los medios de comunicación. Precisamente ese suele ser el principal mérito que se valora de los políticos en nuestros países.
A ver, cuando me referí a la dificultad para interactuar con los medios, en realidad hablaba de funcionarios públicos de ministerios y gobiernos locales, que deberían estar más familiarizados con los medios, porque les corresponde informar, rendir cuentas. En el caso de los que desempeñan responsabilidades políticas, evitan la sobreexposición en los medios. Hay como una regla no escrita de que lo importante es mostrar resultados.
En Europa y Estados Unidos se asocia el periodismo cubano a control del gobierno y falta de libertad. ¿Qué piensa de ello?
En Europa y Estados Unidos hablan del periodismo cubano como hablan de la democracia cubana, desde una ignorancia ofensiva. Nuestro periodismo lucha hace muchos años por parecerse más al país que somos y vivimos insatisfechos porque, con excepciones, seguimos lejos de lograrlo, pero algunas victorias podemos anotarnos: somos libres del mercado, que es la más importante de las libertades en el mundo de hoy. Muchos de los que hablan mal del periodismo cubano sin molestarse en leerlo, oírlo, verlo, se asombrarían de cómo hemos crecido, pero concedo que todavía somos feos a un gusto modelado por los patrones del mercado e incluso a nuestro propio paladar.
¿Por qué feos? ¿A qué se refiere?
Me refiero a que nuestra tecnología no es la más avanzada en la producción de diarios y revistas, que no tenemos periódicos a color, a que las revistas se editan en papel de poca calidad, que salvo nuevos espacios que empiezan a aparecer con determinado nivel tecnológico, todavía trabajamos la televisión con diseños y dinámicas muy antiguos.
¿Puede criticar en su programa decisiones del gobierno o recoger quejas de ciudadanos?
Podemos y lo hacemos, pero eso no es lo importante, sino que la población lo haga directamente. Como somos un equipo muy pequeño -apenas 5 ó 6 personas- nos apoyamos mucho en Cubadebate, la página web que nació y creció en nuestro colectivo. Los programas sobre temas nacionales se realizan en coordinación con ese portal y juntos abren un foro, donde se reciben y responden las opiniones de la población, también se abren los teléfonos con igual objetivo. En los archivos de Cubadebate pueden encontrarse esas discusiones, donde aparecen las más fuertes críticas a gestiones gubernamentales. También en nuestros vídeos en Youtube, donde están las emisiones Sobre la Mesa, con debates que al menos una vez al mes, se arman con discusiones candentes en un panel de periodistas de otros medios invitados.
¿Entonces esos foros en internet de discusión y crítica son abiertos y se puede acceder? ¿me puede facilitar la dirección?
Claro que son abiertos. Nuestro sitio: www.cubadebate.cu es la referencia. Allí se accede también a la Mesa Redonda y sus enlaces con Facebook.
¿Se ha dado el caso de que alguna Mesa Redonda ya grabada no fuese emitida después o, dicho de otra manera, fuera censurada?
No es posible. La Mesa se transmite en vivo y en directo. Sólo se graban algunos programas por razones de disponibilidad de estudio o condiciones para la transmisión (desde provincias, por ejemplo) o entrevistas con personalidades que no pueden comparecer el día en que se va a transmitir, pero en general la Mesa sale al aire en vivo.
Usted ha viajado en numerosas ocasiones fuera de Cuba y ha podido comprobar el periodismo que se hace fuera de la isla, ¿qué opinión le merece?
En cada viaje al extranjero que he hecho a lo largo de mi vida profesional (más de 30 años), lo primero que busco es la prensa del país, excepto en las naciones cuyo idioma no comprendo (solo puedo leer en portugués y en inglés, además del español). Recuerdo que en mi primer viaje a España –Cumbre Iberoamericana de 1992–, leí tantas cosas bien escritas en El País y El Mundo, que cargué periódicos en mi valija para guardarlos como si fueran libros. Con Página 12 en Argentina y con La Jornada en México me pasó lo mismo años después. A estos dos últimos todavía los sigo como imprescindibles. Los dos españoles me han defraudado mucho. De los informativos de televisión, DW [Deutsche Welle] en español y BBC en inglés me engancharon alguna que otra vez, pero, a decir verdad, lo único que realmente me ha deslumbrado y enorgullecido, se hace en Latinoamérica: nuestra Telesur, de cuyo staff aun me siento parte y el canal Encuentro, fundado por Tristán Bauer en la Argentina de los Kirchner.
Lo demás que busco, a través de internet, es prensa alternativa seria, una práctica que se nos hizo hábito cuando descubrimos rebelion.org. Nuestro Cubadebate nació inspirado en aquel sitio del que fuiste fundador.
Los años han pasado y el tiempo es cada vez más escaso, así que me he vuelto muy selectiva por obligación. Hoy voy directo a los sitios donde puedo encontrar lo que me informa y me interesa. Ya no me resulta difícil encontrar lo bueno y lo bueno me gusta leerlo completo, así que no pierdo tiempo con toda la basura que sé que se publica en muchas partes.
Especialmente le huyo a la mentira. Me enerva demasiado. Algunos colegas me dicen: hay que leerlo todo para contrapesar. Que lo hagan los nuevos. Yo paso. No soporto la postmoderna equivalencia de todas las verdades.
¿Cuál cree que serían las principales demandas o preocupaciones de los periodistas cubanos?
Las principales demandas de los periodistas cubanos hoy, están relacionadas con las necesidades materiales para ejercer el oficio desde los medios públicos (esos que desde el exterior peyorativamente llaman oficialistas). Los durísimos años de Período Especial [así se denominó en Cuba al período de crisis económica que comenzó tras el colapso de la Unión Soviética en 1991 y del que comenzó a recuperarse a partir de 1995] han impactado mucho al sector, porque siempre hay otras prioridades para la escasa billetera de una nación bloqueada. Los periodistas piden mejores pagos por sus trabajos, actualización tecnológica completa (wifi doméstico, banda ancha, máquinas más modernas, facilidades para el desplazamiento), pero no han dejado de ejercer con dignidad el oficio, aunque afuera de sus redacciones los esté asediando ferozmente una creciente red de medios privados que pagan varias veces el salario del medio público.
Como el rigor a que obliga el bloqueo permanece, hoy muchos medios están planteándose modelos de gestión que les permitan autofinanciarse, pero para ello es obligado cambiar normativas y reglamentaciones vencidas por el tiempo, que permanecen ahí, como el dinosaurio de Monterroso, obstaculizando cualquier avance.
Otras demandas están dirigidas a los funcionarios públicos y su deber de dar información, algo que durante años ha desconocido la mayoría en nombre de la real persecución de que es objeto cualquier dato importante sobre Cuba. La Unión de Periodistas está dando una fuerte pelea a favor de esa y las otras demandas.
Si se revisa la prensa local –los periódicos y emisoras de provincias– se puede advertir que la excepción empieza a transformarse en regla: hay provincias cuya prensa provoca envidia en medios nacionales, por la osadía y la profesionalidad de sus publicaciones. Lógicamente son los mismos lugares donde es apreciable el índice de aprobación de las autoridades por su población.
En Cuba están apareciendo nuevos medios privados. Desde periodistas con su propio blog a nuevos proyectos web con capital extranjero, ¿qué piensa al respecto?
Lo de los medios privados es algo que se ha ido colando, al margen incluso de lo que expresa la Constitución, pero existen, están ahí, financiados no se sabe bien ni por quién, pero van apareciendo en el escenario mediático con una evidente disponibilidad de fondos que se utiliza para pagar bondadosamente cierto tipo de periodismo que hasta ahora estuvo ausente de la sociedad cubana: exaltando el consumismo, la banalidad, el éxito personal por encima de la solidaridad y promoviendo marcas, estilos de vida y perspectivas de análisis más cercanas a la sociedad de mercado que al socialismo. Lo hemos debatido intensamente en la Upec y esperamos que una Ley de Comunicación o de Prensa termine por resolverlo. No estoy hablando de los blogs personales, que le aportan, desde mi punto de vista, una dinámica nueva y desafiante al periodismo tradicional. Lo que nos faltan son regulaciones actualizadas. Lo que debemos es impedir que nos pasen gato por liebre y que, en nombre de una falsa libertad, terminemos maniatados por el mercado como tantos colegas nuestros en el mundo.
¿Dice que es más rentable en Cuba trabajar para un medio privado que para uno público?
Pues sí, los privados disponen de abundantes fondos de los que hacen ostentación, pagan en divisas a sus colaboradores, un dinero que es varias veces el salario que hoy pagan los medios públicos. Seguramente es más rentable trabajar para los privados, no solo en la prensa. La pregunta es: ¿hasta cuándo? Estoy convencida de que a medida que se sufra en la práctica aquello de que “el que paga manda”, mucha gente rectificará hacia la real libertad de crear en función de ideales.
¿Hay periodistas encarcelados en Cuba? Reporteros sin Fronteras dice que se persigue la libertad de expresión
No conozco a ningún periodista encarcelado en Cuba y creo seriamente que pocos países pueden presumir de mayor libertad de expresión, no sólo en los medios -que la hay con los límites de la responsabilidad individual y colectiva y los alcances de la voluntad y el talento de periodistas y directivos- también en el conjunto de la sociedad, estructurada en organizaciones que, empezando por la niñez, garantizan un nivel de participación social que nadie puede negar. ¿Cómo se puede explicar la supervivencia de la Revolución al cruel cerco de su poderoso vecino, sin libertad para expresarse? Reporteros sin Fronteras tiene muchas tareas pendientes en nuestra región, la de más asesinatos y desapariciones de periodistas, pero ninguno de ellos es cubano.
Algunos lectores, críticos con la revolución cubana, podrían pensar que habla así porque disfruta de algunos privilegios inaccesibles a la mayoría de los cubanos, y de esa forma los gobernantes se ganan su fidelidad. ¿Qué me responde?
Que alguien enumerara mis supuestos privilegios. Vivo en un apartamento pequeño de un edificio multifamiliar, construido por microbrigadas, tengo un automóvil, que me gané trabajando y que ya está bastante viejo y dañado por el uso, el abuso y lo costosas que son las reparaciones. Trabajo intensamente, no sólo en la Mesa Redonda: escribo y hago la conducción de un programa de radio semanal de entrevistas a personalidades nacionales y extranjeras y colaboro en guiones de documental y publicaciones que tienen una línea editorial afín a mi pensamiento. No conozco a nadie que envidie mi situación, pero no me quejo. Escogí mi profesión y la disfruto mucho. Tampoco me quejo de las dificultades que como cubana me ha tocado sufrir. Es el precio que nos ha tocado pagar por insistir en la defensa de una sociedad más justa.
¿Cómo cree que se informa de Cuba en la prensa extranjera?
Creo que los medios extranjeros, al menos por lo que publica la llamada gran prensa, es en general maliciosamente selectiva y responde a un prejuicio anticomunista al hablar de Cuba. Tergiversan, mienten y silencian. Pero también nuestro país peca de parco, omiso y lento para difundir sus verdades. En la era de internet podríamos hacer mucho más, aunque el bloqueo mediático al país, y no sólo desde Estados Unidos, es casi peor que el financiero.
¿Qué considera que tiene como periodista en Cuba que no tendría en otro país?
Lo que como periodista tengo en Cuba que no tendría en otro país es la posibilidad de vivir sin miedo a que me encarcelen o me asesinen por decir lo que pienso. Y la suerte de poder practicar el periodismo desde una militancia de compromiso con los pobres de la tierra, sean de nuestro país o de otro cualquiera. No hay nada más gratificante que escribir, hablar, difundir, los sueños, las peleas, las victorias, de las mayorías.
Fuente: Cubadebate