Ya fuera por la naturaleza de la avería como por su magnitud, los hidráulicos habaneros se vieron precisados a enfrentar un nuevo reto: afectaciones en el tramo de 78 pulgadas -el de mayor diámetro- de la principal conductora que abastece al sistema central de la capital.
La gruesa tubería de acero revestida con una jaula de cabillas y hormigón se contrajo sobre sí misma -como sucede a un pomo plástico vacío cuando le sacamos el aire con la boca- es decir, achicó su diámetro dejando pasar muy poca o ninguna agua en algunos tramos, lo cual provocó que aumentarán las presiones del líquido y el conducto reventará por otras dos partes.
Sin embargo, no es en el orden técnico donde se plantea el principal desafío para los trabajadores de Aguas de La Habana, en tanto cuentan con profesionales de probada calificación. Tampoco desde el punto de vista del sacrificio que implica solucionar el problema, porque están acostumbrados, no es la primera vez ni será la última. Pero tienen conciencia de que un minuto de retraso acarrea sinsabores, dolores de cabeza y malestar para cientos de capitalinos y eso les plantea el mayor de los retos: enfrentar y vencer a Cronos.
Por eso, no más se produjo el colapso en la madrugada del jueves, comenzaron inmediatamente las labores de restauración, con un chequeo del avance y los resultados, minuto a minuto.
De acuerdo con la información ofrecida por el ingeniero Javier Toledo Tápanes, director provincial de Recursos Hidráulicos, fueron definidas tres estrategias de solución a realizar de manera simultánea, en busca de una respuesta lo más inmediata posible: lo primero fue taponar los salideros y probar el nivel de conductibilidad; sin embargo no pudo alcanzarse la presión necesaria por la resistencia en el tramo aplastado. Por ello laboran en la sustitución de los 40 metros más afectados.
Los tramos de tres metros de largo son rolados en distintas entidades y trasladados con toda urgencia al lugar de la avería -un paraje inhóspito del municipio Quivicán, provincia Mayabeque- donde el calor durante el día, el frío de la madrugada, los mosquitos y otros insectos hacen prácticamente insoportable unos breves minutos de estancia en el lugar.
Y como en Cuba no es posible fabricar tramos largos de conductora de 78 pulgadas, la otra alternativa tomada en cuenta y dirigida a dar una respuesta más permanente y estable, consistió en sustituir el tubo de acero tan afectado a lo largo de un kilómetro, por cuatro o cinco ramales de polietileno de alta densidad (PAD), los cuales de conjunto –cada uno es de 900 o 1 000 milímetros- totalizarían el caudal total.
Toledo Tápanes precisó que se trabaja sin descanso, en función de terminar mucho antes de lo que pudieran considerarse los tiempos mínimos: “Vamos a darlo todo y más, pero es menester tener en cuenta que son acciones de alta complejidad técnica, cuya solución implica a varias entidades y mucho personal: unos 200 hombres en dos turnos de trabajo, cada uno de 12 horas.
“La movilización también incluye todo el equipamiento que la mejor organización del proceso productivo permite: tres buldócer, seis retroexcavadoras, cinco plantas de soldar PAD, otras cuatro para soldadura metálica, siete rastras, 15 camiones, dos retro-martillos y una zorreta para trasladar los equipos,” precisó.
Y como por muy rápida que llegue la solución definitiva, nunca será en lapso que a los afectados les parezca nada, y en ese tiempo, inevitablemente, se mantendrán las afectaciones en ciclos y horarios, el directivo de Recursos Hidráulicos concluyó con una exhortación a la ciudadanía: “ahorrar, ahorrar y ahorrar”.
Elías Argudín / Tribuna de La Habana